viernes, 7 de agosto de 2015

Kant y la ética del deber


En esta entrada veremos una ética muy particular, que rompe con la manera tradicional de fundamentar nuestros actos morales.Las teorías éticas anteriores a Kant habían identificado "el bien" a determinados “fines” como la felicidad, los placeres, el paraíso, el bien común, etc..

Pero Kant señala cualquier acción que mire a la obtención de un bien no puede ser considerada "ética". Incluso cuando actuemos bien o correctamente, si lo hacemos para conseguir algo a cambio, no actuamos sino por interés, y esto no tiene ningún valor ético.

Kant propone en su lugar la ética del deber. Solo pueden ser consideradas "éticas" aquellas acciones que se realicen "por deber".

No importa si comportándome como debo hacerlo me va bien o mal, si soy más feliz, o si por el contrario merezco un castigo. El deber del hombre es actuar bien, sin importar las consecuencias, más allá de los resultados que pueda tener su acción

Según Kant el deber es "la necesidad de una acción por respeto a la ley". Pero una ley que, como veremos, no se encuentra escrita en ningún lado, ni proviene desde el exterior (de la iglesia, del Estado, o de la sociedad), sino que proviene de nuestro interior, que nosotros mismos podemos dictar, haciendo uso de nuestra razón.

Otra de las particularidades de la ética kantiana es que no nos dice qué debemos hacer sino que nos da herramientas para que nosotros mismos sepamos qué debemos y que no debemos hacer. Por eso a esta ética se
 la suela llamar "formal", para distinguirla las éticas "materiales". La materia es el "contenido" de una orden; por ejemplo: "no robarás", o "no matarás". La orden dice exactamente "lo que hay o lo que no hay que hacer".  Kant, en cambio, jamás dice lo que debemos hacer. Pero ¿cómo sabemos cómo debemos actuar?

Según Kant, muchas veces actuamos de acuerdo a ciertos principios. Kant llama máximas a esos principios por los que nos guiamos. Una persona mentirosa, por ejemplo, se guiará por una máxima como ésta: "mentiré cada vez que me convenga", aunque no la formule explícitamente.

Si cada uno hiciera solamente lo que le conviene o lo que cree correcto, no sería posible ninguna ética. La idea de Kant ofrecernos una ética universal que nos permita estar de acuerdo en nuestros deberes, y al mismo tiempo no imponernos desde afuera nuestros deberes. ¿Es esto posible?

Según Kant si, porque todos tenemos la posibilidad de usar la razón ("la razón es lo mejor repartido" dice Kant), lo que nos permitirá saber cómo debemos actuar en cada caso. Solo tenemos que realizar una pequeña operación mental. Escuchemos al propio Kant:

“Para saber lo que he de hacer para que mi querer sea moralmente bueno (...) bástame preguntar: ¿puedes creer que tu máxima se convierta en ley universal?"
Kant nos dice que hay que determinar si nuestras "máximas" pueden elevarse a "ley universal." ¿Qué significa esto?

Habíamos dicho que una máxima es un principio o norma por la cual se rige una conducta. Ahora bien, esta máxima puede ser muy útil para mí. ¿Pero qué pasaría si todo el mundo utilizara esta máxima mía como propia? 



Cada vez que estamos a punto de realizar una acción debemos preguntarnos “¿qué sucedería si todos hicieran lo que yo voy a hacer?". "Esto que yo haré, ¿es deseable que todo el mundo lo haga?" Si la respuesta es afirmativa, estaré obrando éticamente, es decir, transformando mi acción en una norma que vale para las conductas de todos los hombres del mundo.

Volvamos al ejemplo anterior, ¿puedo querer que la máxima "mentiré cada vez que me convenga" se convierta en ley universal, es decir, sea utilizada por "todo el mundo"? Al responder esa pregunta sabré por mí mismo (sin necesidad de consejo alguno) si mi acción es correcta o no. Por eso sentencia Kant:

"Obra de modo tal que puedas querer sin contradicciones que tu máxima se convierta en ley universal"
En esta oportunidad dice algo muy parecido a lo anterior, pero con dos diferencias. En primer lugar no realiza una pregunta sino que enuncia una orden. Para actuar correctamente, éticamente, debemos actuar de modo tal que podramos querer que nuestra máxima se convierta en "ley universal". Pero además agrega que podamos querer "sin contradicciones". ¿Cómo sería querer con contradicciones?

Volvamos a nuestro ejemplo: ¿Está bien mentir? A esta pregunta podemos responder de muchas maneras. Una de ellas podría ser: "si me conviene mentir no está mal”. Una vez formulada la máxima tendría que preguntarme: ¿Qué pasaría si todos lo hicieran? Si todos mintieran nadie creería a los demás, y al perderse la confianza la mentira carecería de sentido, pues nadie la creería. ¿Puedo yo querer esas consecuencias? No, puesto que si digo una mentira lo hago para que me crean. Entonces, yo quiero y no quiero la mentira al mismo tiempo: la quiero para mí pero no para los otros. En mi voluntad hay una contradicción, lo que me prueba que la máxima propuesta no puede universalizarse.

En conclusión, a la hora de determinar lo que debemos hacer solo
tenemos que preguntarnos ¿qué pasaría si todos hicieran lo mismo
en esta situación ? ¿podemos quererlo siempre? Si la respuesta es
si, estamos haciendo lo correcto, si es no, debemos reformular la
máxima de nuestra acción.



A esta orden que nos damos a nosotros mismos Kant la llama imperativo categórico.Un imperativo es una orden, una imposición, un mandato. Los imperativos pueden ser hipotéticos, cuando mandan algo para conseguir otra cosa, “si quieres aprobar el examen ponete a estudiar”, o categóricos, cuando deben cumplirse por sí mismo, sin fin alguno. Por ejemplo: "no se debe mentir". Es diferente de afirmar "si no querés ser tratado como un mentirosos no mientas", o " a la larga vas a ser descubierto, la mentira tiene patas cortas, así que mejor se sincero"





Actos por de deber y de acuerdo al deber 


Según Kant nuestros actos pueden clasificarse de tres maneras de acuerdo a nuestra intención y su relación con el deber: podemos actuar de acuerdo al deber, en contra del deber y por deber. 

A Actuamos en forma contraria al deber, cuando hacemos lo opuesto de lo que requiere el deber. Nuestro deber es ser honestos. Por lo tanto, si estafamos, estamos actuando en forma contraria al deber, y nuestra acción tendrá un valor moral negativo.

B Actuamos de acuerdo con el deber cuando nos atenemos a lo que el deber nos requiere pero por motivos que tienen que ver con nuestros propios intereses o inclinaciones. Por ejemplo, un hombre se está ahogando en el río y otro salta al agua para rescatarlo. Inmediatamente juzgamos el acto como heroico y noble. Pero luego nos enteramos que el hombre que se estaba ahogando le debía una buena cantidad de dinero al que saltó para rescatarlo. En este caso, se estaría actuando de acuerdo al deber, el rescatista hizo lo que debía, pero no por bondad, sino por un interés, ya que si el hombre se ahogaba nunca iba a cobrar su deuda. Kant cataloga esta acción como una acción de acuerdo al deber por inclinación mediata ya que los motivos que inclinaron su acción fue producto del cálculo de las consecuencias.

Si en lugar de ser un hombre que debía dinero se hubiera tratado de su hijo, la acción tampoco podría juzgarse éticamente, el hombre lo hubiera salvado por inclinación inmediata, es decir, no hubiera tenido que pensar si le convenía o no, o si estaba bien o mal, lo hubiera hecho instintivamente, por amor.

La acción de acuerdo con el deber, sea por inclinación mediata o inmediata, tendrá un valor moral neutro. No es negativo, porque no se opone al deber; pero tampoco es positivo, porque se realizó por interés o por afecto. 

C. Actuamos por deber cuando el único motivo de nuestra acción es el conocimiento de que esa es la manera en que debemos actuar. Supongamos que la médica a la que nos referimos antes no conoce al herido, o más aún, que el paciente fue herido en una confrontación en la que mató a un ser querido de la médica. Sin embargo, no hay otro médico presente, y ella hace todo lo posible por salvarlo, porque ese es su deber. Aquí vemos la distinción entre actuar por inclinación y actuar por deber. El deber es de naturaleza exclusivamente racional; en cambio las inclinaciones corresponden a nuestros instintos y a nuestros sentimientos y son, por tanto, de naturaleza emocional.


Un ejercicio:

Supongamos que un bombero voluntario entra a un edificio en llamas. Sabe que es peligroso, y que puede perder su vida; sin embargo, intenta salvar las vidas de cinco personas (desconocidas para él) atrapadas en una habitación del tercer piso.

a. ¿Cómo se evaluaría su acción desde el punto de vista kantiano: moralmente buena, moralmente mala, moralmente neutra? 

b. Supongamos que las personas atrapadas no son desconocidas, sino que se trata de la familia del bombero. ¿Cómo se evaluaría su acción desde el punto de vista kantiano (buena, mala, neutra)? 

c. Supongamos que el bombero no es un voluntario, sino que recibe un premio económico por cada persona que logra salvar. ¿Cómo se evaluaría su acción desde el punto de vista kantiano?

La ética kantiana en "perfume de mujer"

El siguiente video es un fragmento de la película “Perfume de Mujer”, se trata de la escena del juicio en donde se culpa a Charlie Simms, un joven estudiante de New Hampshire de encubrir a un grupo de compañeros que jugaron una broma pesada al director del colegio. Charlie se debate en una encrucijada: puede delatar a sus compañeros y obtener fácilmente un ingreso a la universidad, o protegerlos y ser expulsado del colegio. Según los directivos el deber del muchacho es decir la verdad, y por lo tanto debe delatar a sus compañeros. Pero el Teniente Coronel Frank Slade, retirado tras haber quedado ciego, realiza un encendido discurso a favor de los valores éticos del muchacho por no delatar a sus compañeros.




Un poco de humor...



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