domingo, 12 de agosto de 2018

Ejercicios espirituales y filosofía antigua


"Ejercicios espirituales y filosofía antigua" es el título de unos de los libros más destacados de Pierre Hadot, un filósofo francés del siglo XX que se especializó en la filosofía antigua y en la faceta práctica de la filosofía. Influyó a filósofos como Michel Onfray y M. Foucault entre otros.  A continuación propongo un pequeño recorrido por el primer capítulo, "Ejercicios espirituales".


Ejercitar lo espiritual, o aprender a vivir.


¿A qué se refiere Hadot con ejercicios "espirituales"? Lo espiritual no tiene que ver con nada religioso. Algunas traducciones posibles podrían ser ejercicios “morales”, o "éticos". También podría haberlos llamado "ejercicios del pensamiento", o "intelectuales". Efectivamente son ejercicios que tienen que ver  con nuestra visión del mundo, pero va más allá de lo intelectual y compromete nuestra conducta, nuestra personalidad, nuestros hábitos, o, en pocas palabras, nuestro "modo de vivir". 

¿Y Por qué ejercicio? Porque “la filosofía no consiste meramente en la enseñanza de teorías abstractas, sino en un arte de vivir”. La filosofía debe servir para la vida, para transformarnos, para mejorarnos, para vivir mejor, más auténticamente, más plenamente.

Dice P.Hadot:
“Según los estoicos filosofar consiste, por lo tanto, en ejercitarse en “vivir”, es decir, en vivir consciente y libremente: conscientemente, pues son superados los límites de la individualidad para reconocerse parte de un cosmos animado por la razón; libremente, al renunciar a desear aquello que no depende de nosotros. (...)
Tanto para Epicuro como para los estoicos la filosofía consiste en una terapia: “nuestra única preocupación debe ser curarnos”. Pero ¿curarnos de qué? De la vida. Del dolor que provoca vivir. Por eso hay que "aprender a vivir"


La meditación y la memoria

Para ello los filósofos antiguos se "ejercitaban". En Filón de Alejandría[1] encontramos dos textos con listados de ejercicios espirituales. Entre esos ejercicios menciona la meditación (melete), la memoria (mneme), la lectura que cultiva y nutre el alma, el diálogo interior y la escritura.

Para los estoicos, por ejemplo, la meditación incluye representarse anticipadamente los problemas propios de la existencia: la pobreza, el sufrimiento, la muerte. Es una forma de anticiparse a las desgracias, de prepararse para la adversidad.

Por otro lado está la memoria de máximas; esto es, fórmulas o argumentos de carácter persuasivo a los que uno podía recurrir frente a cualquier suceso a fin de controlar sus impulsos de temor, cólera o tristeza. Deben ser principios fundamentales extremadamente sencillos y claros, formulables en pocas palabras para que sean fáciles de recordar y aplicables con la seguridad y la inmediatez de un movimiento reflejo:

 “No debes apartarte de tus principios cuando duermes, ni al despertar, ni cuando comes, bebes o conversas con otros hombres” (Epícteto)

Para los hedonistas el sufrimiento proviene de su temor ante las cosas que no debe temerse y de su deseo de cosas que no deben desearse. Por eso una de sus máximas son:
“Démosle gracias a la Naturaleza que ha hecho que las cosas necesarias resulten fáciles de obtener y que las cosas difíciles de alcanzar no resulten necesarias” (Epicuro)

En cuanto a la memoria y meditación encontramos una gran diferencia entre hedonistas y estoicos. Los hedonistas no recomiendan imaginar futuras desgracias y cosas desagradables, sino recordar cosas agradables, buenos momentos, y así lograr relajarse y tener una actitud serena y tranquila.

También recomiendan no preocuparse por el futuro ni hacerse expectativas, solo así es posible vivir más plenamente el presente. Por ello hace referencia esta máxima de Horacio:
“Solo nacemos una vez, pues dos veces no nos ha sido permitido; hay que hacerse la idea de que dejaremos de existir, y eso por toda la eternidad; pero tú, que no eres dueño del mañana, todavía confías al futuro tu alegría. De esta manera, entre tales esperas, la vida se consume en vano y acabamos muriendo abrumados por las preocupaciones”


Aprender a dialogar
Otro de los ejercicios espirituales es el diálogo, que puede ser interno como externo (es decir, con otros). Al respecto de este último dice Hadot: 

“Un diálogo consiste en un recorrido del pensamiento cuyo camino va trazándose en virtud del acuerdo constantemente mantenido”

El dialogo es un ejercicio espiritual puesto que no se trata de exponer ninguna doctrina sino de una práctica que se realiza con un otro y que puede llevar a una transformación conjunta. El dialogo también implica un acto de fe para con el otro: "Puesto que tengo fe en la verdad de la virtud he decidido buscarla contigo", dice Sócrates.

Sócrates es el gran maestro del diálogo.“Sócrates acosa a sus interlocutores con preguntas que les ponen en cuestión, que les obliga a prestarse atención a si mismos a cuidarse de si mismos:
“¡como! Querido amigo, eres ateniense, ciudadano de una ciudad más grande, más celebre que cualquier otra por su ciencia y pujanza, y no te avergüenzas de cuidarte solo de tu fortuna de acrecentarlo; lo máximo posible como tu reputación y tu honor; pero en lo que se refiere a tu pensamiento, tu verdad o tu alma, a mejorarlos, ¡No los cuidas en absoluto, no se te ha ocurrido siquiera!” (Platón, Apología de Sócrates).

La misión de Sócrates consistía en invitar a sus contemporáneos a examinar su conciencia.


Aprender a morir
 
Otra gran eseñanza que ha dejado Sócrates, y que han sabido tomar los estoicos, es aprender a morir. Dice Sócrates que aprender filosofía es aprender a morir. La muerte implica la separación del alma y el cuerpo: 

“Separar el alma lo más posible del cuerpo y acostumbrarla a concentrarse y a recogerse en si misma, retirándose de todas las partes del cuerpo y viviendo en lo posible tanto en el presente como después sola y en si misma, desligada del cuerpo como una atadura” (Platón, Fedón)

Ese es un ejercicio espiritual que recomienda Sócrates para prepararse para la muerte y para lo que él cree que viene luego.

Otro ejercicio espiritual, en este caso recomendado por los estoicos, es aprender a ver la vida desde un punto de vista universal, es decir, ver los acontecimientos humanos desde la totalidad del mundo y la naturaleza, desde la abstracción de la historia y el tiempo; así la vida humana, con sus avatares, sus dolores o sus goces, se verá pequeña. Nuestra vida es similar a la de esos insectos que nacen y mueren en el día. La naturaleza es un constante siclo de vida y muerte. Quien comprende esto no debe apegarse a la vida como si fuera eterna, sino que debe comprender y hasta desear que las cosas ocurran como deben ocurrir, dejar que el siclo se cumpla:
“Aquel espíritu al que corresponde la contemplación sublime de la totalidad del tiempo y de la realidad, ¿piensas que puede creer que la vida humana es gran cosa? (…) Semejante hombre no puede considerar, por lo tanto, que la muerte sea algo temible” (Platón, República. Citado por Marco Aurelio, en “Meditaciones”)

La tarea especulativa y contemplativa del filósofo se transforma en un ejercicio espiritual para la muerte, en la medida en que elevando su pensamiento a la perspectiva del todo se libera de las pequeñeces de la individualidad. 
En este sentido hacer filosofía es escapar del tiempo, eternizarnos.






[1] Filón el Judío (Alejandría, Egipto, 15 a. C. – 45 d. C.), fue uno de los filósofos más renombrados del judaísmo durante el período helenístico. El único dato de su biografía que puede fecharse con seguridad es su intervención en la embajada que los judíos alejandrinos enviaron al emperador romano Calígula para solicitar su protección contra los ataques de los griegos de la ciudad, y para rogarle que no reclamara ser honrado como un dios por los judíos.






sábado, 11 de agosto de 2018

El Amor en el cine y en la poesía


"Nos Hicieron Creer", John Lennon

Nos hicieron creer que el gran amor solo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. 

No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado.
Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida solo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad.
No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece llevar a sus espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta.

Nos hicieron pensar que una formula llamada “dos en uno”: dos personas pensando igual, actuando igual, era lo que funcionaba.

No nos contaron que eso tiene un nombre “anulación”. 
Que solo siendo individuos con personalidad propia, podremos tener una relación saludable.

Nos hicieron creer que el casamiento es obligatorio y que los deseos fueran de termino y deben ser reprimidos.

Nos hicieron creer que los guapos y flacos son mas amados.
Nos hicieron creer que solo hay una formula para ser feliz, la misma para todos, y los que se escapan de ella están condenados a la marginalidad. 
No nos dijeron que estas formulas son equivocadas, frustran a las personas, son alineantes y que podemos intentar otras alternativas.

Cada uno lo va a tener que descubrir solo. Y ahí, cuando estés muy enamorado de ti, vas a poder ser muy feliz y te vas a enamorar de alguien.

Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor….aunque la violencia se practica a plena luz del dÍa.




El amor Romántico. Diana Maffía



Jim Morrison


"La mayoría de la gente te quiere por lo que tú 'pretendes ser'. Para mantener su amor, sigues fingiendo, actuando. Luego, llegas a amar a tu pretensión. Es cierto, estamos encerrados en una imagen, un acto -Y lo triste es que las personas se acostumbran tanto a su imagen, crecen atados a sus máscaras. Aman sus cadenas. Se olvidan de todo lo que realmente son. Y si tratas de recordarles eso, te odian por ello, sienten que estás tratando de robar su más preciada posesión. " 


"No podemos amar".
 Fernando Pessoa, El libro del desasosiego

Nosotros no podemos amar, hijo. El amor es la más carnal de las ilusiones. Amar es poseer, escucha. ¿Y qué posee quien ama? ¿El cuerpo? Para poseerlo seria necesario hacer nuestra su materia, comerlo, incluirlo en nosotros... Y esa imposibilidad sería temporal, porque nuestro propio cuerpo pasa y se transforma, porque nosotros no poseemos otro cuerpo (poseemos tan sólo la sensación de él), y porque, una vez poseído ese cuerpo amado, se volvería nuestro, dejaría de ser otro, y el amor, por eso, con la desaparición del otro-ente, desaparecería.
¿Poseemos el alma? -Óyeme en silencio-. No la poseemos nosotros. Ni siquiera nuestra alma es nuestra. ¿Cómo, por lo demás, poseer un alma? Entre alma y alma existe el abismo de ser almas.
¿Qué poseemos? ¿Qué poseemos? ¿Qué nos lleva a amar? ¿La belleza? ¿Y la poseemos amando? La más feroz y dominadora posesión de un cuerpo, ¿qué posee de él? Ni el cuerpo, ni el alma, ni siquiera la belleza. La posesión de un cuerpo lindo no abraza a la belleza, abraza a la carne celulada y grasienta; el beso no toca la belleza de la boca, sino la carne húmeda de los labios perecederos con /mucosas/; la propia cópula es sólo un contacto, un contacto restregado y cercano, pero no una penetración real siquiera de un cuerpo por otro cuerpo... ¿Qué poseemos nosotros? ¿Qué poseemos?
¿Nuestras sensaciones, al menos? ¿Al menos el amor es un medio de poseernos, a nosotros, en nuestras sensaciones? ¿Es, al menos, un modo de soñar nítidamente, y más gloriosamente por lo tanto, el sueño de existir? Y, al menos, desaparecida la sensación, queda el recuerdo de ella siempre con nosotros y, así, poseemos realmente...
Desengañémonos hasta de eso. Ni nuestras sensaciones poseemos. No hables. La memoria, al final, es la sensación del pasado... Y toda sensación es una ilusión...
-Escúchame, escúchame siempre. -Escúchame y no mires por la ventana abierta la llana otra margen del río, ni el crepúsculo (...), ni este silbido de un tren que corta la vaga lejanía (...) -Escúchame en silencio...
Nosotros no poseemos nuestras sensaciones... Nosotros no nos poseemos en ellas.
(Urna inclinada, el crepúsculo vierte sobre nosotros un óleo de (...) donde las horas, pétalos de rosas, flotan espaciadamente.)



El amor según Dario Stajnszrajber






¿Cómo amar sin poseer? 
Fragmento de "El Lado Oscuro Del Corazón" de Eliseo Subiela






"Tu eres lo que amas"
Escena de "El ladrón de orquídeas" de Spike Jonze




Ralph Fiennes, El lector (The reader)



"No tengo miedo, no le tengo miedo a nada. Por qué debería hacerlo? Le doy la bienvenida a los obstáculos, porque son como montañas que puedo sobrevolarlas para estar entre tus brazos. Cuanto más sufro, más amo. El peligro solo aumentará mi amor, lo hará más profundo y le dará sabor. Seré el único ángel que necesites, de mis brazos irás danzando por la vida. Dejarás la vida aún más hermosa de cuando la comenzaste. El cielo te tomará nuevamente, te mirará y te dirá: sólo una cosa puede completar el alma, y esa cosa es el amor". 



"Her" de Spike Jonze

Lo humano, el amor, la soledad, son algunos de los temas sobre los que reflexiona la película, sin dejarnos respuestas, sino más bien abriendo un abanico de preguntas.  



Antes del amanecer

Escena de la película "Antes del amanecer" (Before sunrise) de Richard Linklater.




Los laberintos del amor, Sergio Rodriguez.

El amor: entre lo imposible y lo contingente El amor es imposible. Sólo se accede a él, contingentemente. Y es imposible, justamente porque se establece sobre la base del desencuentro, aunque sus protagonistas crean que es sobre la base del encuentro. Hay una frase de Lacan, que nos resultó compleja a todos los lacanianos y mucho más a los inexpertos en sus dichos: “El amor es dar lo que no se tiene a aquel que no lo es”. Me parece que es la frase que expresa mejor y más radicalmente el desencuentro ya que instala al amor como un efecto del encuentro con lo real, o sea con lo que en el otro y en sí mismo no cesa de no inscribirse. Lo real de nuestras carencias nos lleva a lo sintomático de nuestros amores El flechazo de Cupido nos conmueve, porque imaginamos o creemos detectar en la otra persona aquello que a nosotros nos falta, por eso nos apresuramos a tomarlo. Como al otro suele ocurrirle lo mismo, nos encontramos con que también se nos acerca buscando lo que cree que tenemos, ofreciéndonos lo que a él o a ella le falta. Aunque quede encubierto por la apariencia de las mejores galas. Del encuentro entre ambas carencias, surgen los primeros malentendidos. De como éstos sean piloteados por la pareja dependerá que entre ellos se estabilice o no el amor.


Con solo mirarme, E.E. Cummings


Con solo mirarme, me liberas Aunque yo me haya cerrado como un puño, siempre abres, pétalo tras pétalo mi ser, como la primavera abre con un toque diestro y misterioso su primera rosa. Ignoro tu destreza para cerrar y abrir pero, cierto es que, algo me dice que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas... Nadie, ni siquiera la lluvia tiene manos tan pequeñas. 


Los amorosos, Jaime Sabines


Los amorosos callan. 
El amor es el silencio más fino, 
el más tembloroso, el más insoportable. 
Los amorosos buscan, 
los amorosos son los que abandonan, 
son los que cambian, los que olvidan. 

Su corazón les dice que nunca han de encontrar, 
no encuentran, buscan. 
Los amorosos andan como locos 
porque están solos, solos, solos, 
entregándose, dándose a cada rato, 
llorando porque no salvan al amor. 

Les preocupa el amor. Los amorosos 
viven al día, no pueden hacer más, no saben. 
Siempre se están yendo, 
siempre, hacia alguna parte. 
Esperan, 
no esperan nada, pero esperan. 

Saben que nunca han de encontrar. 
El amor es la prórroga perpetua, 
siempre el paso siguiente, el otro, el otro. 
Los amorosos son los insaciables, 
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos. 
Los amorosos son la hidra del cuento. 

Tienen serpientes en lugar de brazos. 
Las venas del cuello se les hinchan 
también como serpientes para asfixiarlos. 
Los amorosos no pueden dormir 
porque si se duermen se los comen los gusanos. 
En la oscuridad abren los ojos 
y les cae en ellos el espanto. 
Encuentran alacranes bajo la sábana 
y su cama flota como sobre un lago. 

Los amorosos son locos, sólo locos, 
sin Dios y sin diablo. 
Los amorosos salen de sus cuevas 
temblorosos, hambrientos, 
a cazar fantasmas. 
Se ríen de las gentes que lo saben todo, 
de las que aman a perpetuidad, verídicamente, 
de las que creen en el amor 
como una lámpara de inagotable aceite. 

Los amorosos juegan a coger el agua, 
a tatuar el humo, a no irse. 
Juegan el largo, el triste juego del amor. 
Nadie ha de resignarse. 
Dicen que nadie ha de resignarse. 
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación. 
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla, 
la muerte les fermenta detrás de los ojos, 
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada 
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente. 

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida, 
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, 
complacidas, 
a arroyos de agua tierna y a cocinas. 
Los amorosos se ponen a cantar entre labios 
una canción no aprendida, 
y se van llorando, llorando, 
la hermosa vida.





Fito Paez - Tendré Que Volver a Amar