jueves, 13 de junio de 2019

¿Cómo identificar micromachismos?



Esta guía ha sido elaborada por Ana Requena, periodista y escritora que ha trabajado en varios medios de comunicación y en 2012 formó parte del equipo fundador de eldiario.es, en el que trabaja desde entonces. En 2014, lanzó el blog Micromachismos, un espacio para detectar, denunciar y hablar de machismos cotidianos.


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“No seas tan bruta que pareces marimacho. Si no quieres que te miren no te pongas escote. Los chicos no lloran. Tienes que esperar a que él te pida salir, ¿qué van a pensar si no? Tú eres el hombre, tienes que lanzarte. Corres como una chica. Si te hacen comentarios por la calle es por cómo vas vestida. ¿De verdad vas a apuntarte a ballet, tío? No seas exagerada, no creo que haya sido para tanto eso que te ha pasado en la calle. Una mujer tiene que ser discreta. Venga tío, no puede ser que tengas miedo.


¿Te suenan algunas de estas frases? Hombres y mujeres estamos acostumbrados a convivir con ciertas situaciones, comentarios y expectativas desde que somos pequeños. Para las mujeres, es frecuente que los hombres nos hagan comentarios sexuales o sobre nuestro físico cuando vamos por la calle o estamos en algún lugar, que nos insistan en que tenemos que tener cuidado cuando volvemos solas a casa de noche, que nos digan cómo tiene que ser nuestro cuerpo para ser consideradas guapas, que resten importancia a lo que decimos o que ni siquiera nos miren cuando hablamos. A los hombres les insisten para que sean y parezcan fuertes: no está bien visto mostrar sentimientos o ser sensible, hay que ser lanzado, tomar siempre la iniciativa, los chicos tienen que dominar las relaciones, no pueden mostrar debilidad.


Tan acostumbrada está toda la sociedad a estas situaciones que casi las vivimos con normalidad. Muchas veces estos comentarios o hechos pasan inadvertidos, se les quita importancia o, si nos quejamos, es fácil que escuchemos un “no es para tanto”, un “no exageres” o un “es lo normal”. Pero que sucedan mucho no significa que sean normales o que no podamos (y debamos) aspirar a cambiar las cosas. Porque, ¿cómo nos hacen sentir estas situaciones?, ¿qué sientes cuando sales de casa con minifalda?, ¿te gustaría poder estar triste en público o llorar sin sentir que alguien va a pensar que no eres un chico duro?, ¿te gustaría simplemente ser y expresarte como te apetezca sin que nadie se juzgue en función de si eres chica o chico?


El primer paso para producir un cambio es nombrar lo que sucede. Este conjunto de ideas preconcebidas, de prejuicios y comportamientos diferenciados que hay en la sociedad es el machismo. Cada sociedad atribuye a cada sexo unos atributos, estereotipos y características generales.


• Si has nacido hombre se esperará de ti, por ejemplo, que no muestres tus sentimientos, que te comportes de forma dura y agresiva y que lleves las riendas de las relaciones.


• Si eres mujer se esperará, entre muchas otras cosas, que seas sensible, poco mañosa para las labores técnicas o para ciertos deportes, que te gusten los niños y que estés preocupada por tu imagen.


“Las mujeres son sensibles e intuitivas, los hombres son fuertes y racionales”. “Las mujeres son cariñosas y se les da bien cuidar, los hombres son más duros y se les da mejor la ciencia”. Es lo que llamamos “género”, que la Organización Mundial de la Salud define como “los conceptos sociales de las funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y las mujeres. Las diferentes funciones y comportamientos pueden generar desigualdades de género, es decir, diferencias entre los hombres y las mujeres que favorecen sistemáticamente a uno de los dos grupos”.


Para los comportamientos y gestos de machismo cotidiano, con los que convivimos diariamente, se ha acuñado un término: micromachismos. Su uso se ha extendido y está sirviendo para poner nombre a lo que vivimos las mujeres en nuestro día a día y para señalar tópicos y estereotipos que son dañinos para todos. El machismo y los micromachismos no son cosas diferentes, pero el término micromachismo se ha popularizado para referirse a los gestos de machismo cotidiano: pasan a menudo, todos los días, pero solemos justificarlos o despreciarlos e, incluso, ni siquiera nos damos cuenta de que están ahí. Con este término mucha gente está identificando algunas situaciones que antes no veían y muchas mujeres lo están usando para nombrar y contar cosas que les pasan y que quizá antes no se discutían tanto públicamente.


A pesar de lo acostumbrados que estamos a estos micromachismos y de que se les intente quitar importancia, que existan es sólo un síntoma de hasta qué punto la sociedad tiene interiorizadas muchas ideas machistas. Cuando permitimos que este machismo diario exista estamos contribuyendo a crear una sociedad en la que es normal que a las mujeres se las trate de una manera diferente y condescendiente, una sociedad en la que las mujeres somos juzgadas por unos hechos y comportamientos y los hombres no.


Si ellos tienen muchas relaciones son unos crack, unos conquistadores; si nosotras hacemos lo mismo, somos chicas fáciles. Para ver con claridad hasta qué punto son importantes los micromachismos podemos fijarnos en la pirámide de la violencia machista.


Amnistía Internacional la dibuja como un iceberg:


• en la punta, la pequeña parte que se ve, está el asesinato de mujeres, la agresión física o la violación;


• más abajo, en la parte más cercana a la superficie pero ya sumergida, están las humillaciones y desprecios, el chantaje emocional, o las culpabilizaciones;


• en el fondo, en la parte más profunda, está el control, la publicidad sexista, la invisibilización de las mujeres o los micromachismos de los que hablamos.


Este dibujo ilustra muy bien por qué debemos ocuparnos de los micromachismos. Los iceberg son masas compactas de hielo: solo una pequeña parte se ve pero esa punta es sostenida por una base enorme que no vemos a simple vista.
Con el machismo sucede algo muy parecido: con frecuencia vemos que se producen asesinatos por violencia de género y que muchas mujeres son víctimas de maltrato o de violencia sexual.


Sin embargo, esos casos son sólo la punta del iceberg, la parte más visible. Para que existan necesitan ser sostenidos por una base grande y fuerte que, muchas veces, no se ve. Esa base es el machismo cotidiano, el desprecio a lo femenino y a todo lo que tiene que ver con las mujeres.
Podríamos decir que estos comportamientos son la base sobre la que se sostienen hechos muy graves, como la violencia de género y sexual, las agresiones o el menosprecio a las mujeres.


Los celos y el “eres mía” en una pareja, que las mujeres sean “piropeables” y tocables en la calle o en un bar, que su opinión importe menos, que lo asociado a las mujeres esté peor considerado o que hacer algo “como una nenaza” o “como una chica” sea algo negativo son hechos que crean el caldo de cultivo para una sociedad en la que a las mujeres se las agrede e incluso asesina por el hecho de serlo.


Culpar a tu pareja, coaccionarla para que haga algo que en realidad no quiere, usar expresiones y amenazas sutiles son formas de micromachismos. ¿Te suenan?, ¿te han pasado a ti o a alguien que conozcas?, ¿alguna vez has hecho algo que no te apetecía solo por miedo a perder a una persona? Estas situaciones no son aceptables ni son propias de una relación de amor sana.


Pongamos otro ejemplo diferente para hablar de micromachismos en nuestras relaciones, en este caso familiares. Pensemos en la cena de Nochebuena de cada año: ¿quién la prepara? ¿quién se levanta para atender a los demás? ¿quién friega y recoge la cocina? ¿quién se ocupa de los regalos?


Seguramente en algún momento así has escuchado a algún hombre decirle a una mujer (su madre, su pareja, su hermana...) “¿Te ayudo?” Esperar a que sean ellas las que hagan las tareas menos agradables, intentar escaquearse porque sabes que al final tu madre se cansará y fregará ella, o asumir que un hombre “ayuda” en lugar de colaborar o hacer, también son estrategias micromachistas.


ADVERTENCIA: Muchos de estos comportamientos son faltas o delitos que podemos denunciar. Si alguien te intimida, te agrede o te toca, si alguien se exhibe delante de ti, puedes llamar a la policía o acudir a una comisaría. Es bueno que una persona de confianza te ayude o te apoye. Hay también asociaciones de mujeres en cada provincia y ciudad que dan apoyo psicológico y jurídico y a las que podéis acudir en busca de ayuda y orientación. Si te sientes mal por algo que te ha sucedido, pide ayuda.


¿Por qué no hacer nuestra propia pirámide?


• ¿Qué comportamientos y situaciones que percibes en el día a día crees que son más visibles y están más reconocidos y cuáles más escondidos e ignorados?


• ¿Cuáles crees que afectan más a tu vida o que pueden afectarte en el futuro?”


Estereotipos de género



“Los estereotipos de género son un grupo de características, modelos y roles que se le van a adjudicar a las personas según que hayan nacido con pene o con vagina. Esas ideas sobre los géneros se construyen y sostienen culturalmente a través de muchísimos dispositivos que la cultura masiva tiene para convencernos de que eso que se nos impone lo estamos eligiendo.

Desde que nacemos, vamos a ser inducides a través de los colores, juguetes, tratos, la educación escolar, los dibujos, series y películas, la literatura y todos los consumos masivos que se nos ofrecen.

Estos estereotipos que definen como tenemos que lucir y que debemos desear para encajar en ese molde imposible, nos hacen sentir vergüenza de nuestros cuerpos y nuestras elecciones, nos hace sentir que como somos no está bien.

Sin embargo, los seres humanos somos diverses y diferentes, y ser libres es expresar esa diversidad. Vivimos en una cultura que nos impone un modelo único de visibilidad y felicidad, un modelo inalcanzable, que excluye, discrimina, y nos siembra la vergüenza.

Les invitamos a todes a seguir mirando hacia afuera con mirada crítica, pero también a mirarse a ustedes mismes con mirada amorosa, a sacarnos de encima la vergüenza de no encajar y a tratarnos bien.” (Mujeres que no fueron tapa)


Los estereotipos de género tienen una función normalizadora, nos dicen cómo tenemos que ser, conforman nuestra subjetividad alentándonos a ser de una determinada manera porque así vamos a ser personas más queribles, más aceptadas, más deseadas. De lo contrario vamos a ser rechazados/as, a veces violentados/as o víctimas de burlas infinitas. Los hombres tenemos que ser fuertes y no mostrar debilidad, dice KALI HALLOWAY:

“Los bebés suelen comportarse de maneras que nuestra sociedad define como «femeninas». Como Real nos expone: las criaturas llegan a este mundo con una dependencia, expresividad y emociones idénticas, y con el mismo deseo de afecto físico. En los primeros estadios de la vida, todas las criaturas se ciñen más a lo que estereotípicamente se define como femenino. (…) La emocionalmente dañina masculinización comienza antes de la adolescencia para muchos chicos, en la más tierna infancia (…) A los chicos se les educa para eliminar esas emociones e incluso se les inculca que su masculinidad depende casi exclusivamente de ello.”

Las mujeres en cambio, deben ser bonitas y deben hacer todo lo posible por estar delgadas, por no tener arrugas ni bello en ninguna zona del cuerpo. Los mandatos son infinitos. Pero ahora les proponemos que pensemos en los mandatos que nosotres mismos nos imponemos, muchas veces sin darnos cuenta, al decir algunas frases “normalizadoras” como los siguientes ejemplos:


● “Los hombres no lloran.”

● “No seas maricón”

● “El fútbol es de hombres.”

● “¡Mira los bigotes que tiene, parece un hombre!”

¿Qué otros ejemplos se les ocurre?
¿Alguna vez dicjieron o escucharon estas frases?
¿Qué efecto creen que tienen sobre nosotrxs? ¿promueve nuestra libertad y nuestro bienestar? ¿Nos alienta a ser auténticas y a aceptarnos a nosotrxs mismxs?

martes, 11 de junio de 2019

3 de Junio: "Ni una menos"

Ni Una Menos es un grito colectivo contra la violencia machista. Surgió de la necesidad de decir “basta de femicidios”. En Argentina, hasta 2016 en promedio se cometía un femicidio cada 30 horas. Actualmente el promedio aumentó a un femicidio cada 24 hs.


La convocatoria nació de un grupo de periodistas, activistas, artistas, pero creció cuando la sociedad la hizo suya y la convirtió en una campaña colectiva. A Ni Una Menos se sumaron a miles de personas, cientos de organizaciones en todo el país, escuelas, militantes de todos los partidos políticos. Porque el pedido es urgente y el cambio es posible, Ni Una Menos se instaló en la agenda pública y política. 


El 3 de junio de 2015, en la Plaza del Congreso, en Buenos Aires y en cientos de plazas de toda Argentina una multitud de voces, identidades y banderas demostraron que Ni Una Menos no es el fin de nada sino el comienzo de un camino nuevo.


¿Cómo surgió? Y ¿Por qué “ni una menos”? 

En 1995, Susana Chávez[1] escribió un poema con la frase «Ni una muerta más» para protestar por los feminicidios[2] en Ciudad Juárez[3]. En 2011, la poetisa fue una víctima de femicidio. Vanina Escales, comunicadora y activista, propuso «Ni una menos» para llamar a la maratón de lectura del 

26 de marzo de 2015 y el nombre se mantuvo para la movilización del 3 de junio de 2015. El 16 de marzo de 2015,​ se conoció el hallazgo del cuerpo de Daiana García, desaparecida 5 días antes, semidesnuda, con una media en la boca dentro de una bolsa de basura. A partir de esto, un grupo de mujeres, escritoras, periodistas, activistas, artistas,​ convocaron a maratón de lectura con el objetivo de visibilizar la problemática y reclamar un freno al contador de mujeres muertas, para el 26 de marzo de 2015 contra el femicidio en la Plaza Boris Spivacow, en Buenos Aires. 

El 10 de mayo de 2015, fue encontrado el cuerpo de Chiara Páez una adolescente de 14 años en Rufino, en Santa Fe. Páez, que se encontraba embarazada en aquel momento, había sido asesinada por su novio.​ Este hecho movió a las organizadoras a realizar otra convocatoria, esta vez una concentración frente al Congreso, en el centro de la ciudad de Buenos Aires. ​ 

Al principio se trataba de un movimiento local, pero el tema rápidamente se viralizó por las redes sociales y tomó trascendencia internacional.​ Numerosas figuras públicas adhirieron. 

La marcha tuvo lugar el 3 de junio de 2015 teniendo como principal punto de encuentro la Plaza del Congreso en Buenos Aires y repercutió en varias ciudades de Argentina. A la misma asistieron más de 300.000 personas- 

Al año siguiente las manifestaciones se repitieron el 3 de junio y el 19 de octubre. El movimiento también se ha extendido a otros países de la región como Uruguay, el 3 de junio de 2015; Ecuador, el 30 de julio de 2015; ​ Perú, el 13 de agosto de 2016; Bolivia, el 18 de octubre de ese mismo año; en Colombia y Venezuela, el 19 de octubre;​ Chile, el 21 de octubre; y posteriormente en Paraguay, el 20 de diciembre de 2017;​ y España e Italia el 8 de marzo de 2018.

[1] fue una poetisa y defensora de los Derechos Humanos en su natal Ciudad Juárez, en el norte de México. Fue encontrada asesinada y mutilada en la colonia Cuauhtémoc de la ciudad donde radicó toda su vida el 6 de enero de 2011. 

[2] El femicidio es la última fase de la violencia machista: el asesinato de las mujeres. Según el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina que realiza la Corte Suprema de Justicia de la Nación al menos 235 mujeres fueron víctimas de femicidios durante 2015 lo que representa un promedio de una muer asesinada cada 37 horas. En el 70% de los casos, los agresores eran personas cercanas a la víctima (generalmente maridos, parejas, o ex parejas). La cantidad de femicidios ha ido incrementándose en estos últimos años.

[3] hacen referencia a la suma de feminicidios y asesinatos de mujeres que se vienen cometiendo en la ciudad mexicana de Ciudad Juárez, estado de Chihuahua, al menos desde enero de 1993. Para el año 2012, el número estimado de mujeres asesinadas ascendía a más de 700.




¿Qué es la Violencia de género? 

Se entiende por violencia de género cualquier acto violento o agresión, basados en una situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres que tenga o pueda tener como consecuencia un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto si ocurren en el ámbito público como en la vida familiar o personal.


Cuando hablamos de violencia de género hablamos específicamente de la violencia de los hombres contra la mujeres, ya que son las mujeres quienes sufren un tipo de violencia basada en una cuestión cultural que interpreta que el hombre es superior a la mujer y tiene por derecho un poder sobre ella, convirtiéndose en su dueño, y por lo tanto con derecho a hacer de ella lo que quiera: insultarla, maltratara, agredirla verbal o físicamente, abusarla sexualmente, violarla o matarla. 


No podemos afirmar que los hombres sufran violencia a causa de su género, pues se sitúan en el polo privilegiado. 


Si bien las mujeres también son capaces de ejercer violencia sobre sus parejas (sin importar el género de las mismas), si lo hacen, no basan su acción en ningún sentimiento de superioridad respecto al género, ni son respaldadas culturalmente. Si una mujer le pega a un hombre, no le pega porque es hombre, le pega porque es violenta. Pero cuando un hombre le pega a su mujer, le pega por machista, le pega porque cree que es de su propiedad y puede hacer con ella lo que desee, y eso es algo que se ha transmitido culturalmente desde tiempos inmemorables. 


Sin embargo, recientemente ONU Mujeres advierte que la violencia de género es dirigida contra cualquier persona que no respete los roles que una sociedad determinada le impone a hombres y mujeres, razón por la cual también hombres y mujeres trans, travestis, y otras disidencias sufren violencia de género.


Ley de protección integral a las mujeres

La ley popularmente conocida como "contra la violencia de género" (Ley 26.485, sancionada en Argentina en el año 2009) utiliza el término "violencia contra las mujeres". En el artículo 4, donde define el concepto, se lee:
"Se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal (...) Se considera violencia indirecta, a los efectos de la presente ley, toda conducta, acción omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón."

A continuación compartimos los artículos 4 y 5 donde se especifican los tipos y modos:

ARTICULO 5º — Tipos. Quedan especialmente comprendidos en la definición del artículo precedente, los siguientes tipos de violencia contra la mujer:

1.- Física: La que se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño o riesgo de producirlo y cualquier otra forma de maltrato agresión que afecte su integridad física.

2.- Psicológica: La que causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación aislamiento. Incluye también la culpabilización, vigilancia constante, exigencia de obediencia sumisión, coerción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización, explotación y limitación del derecho de circulación o cualquier otro medio que cause perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación.

3.- Sexual: Cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital, del derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres.

4.- Económica y patrimonial: La que se dirige a ocasionar un menoscabo en los recursos económicos o patrimoniales de la mujer, a través de:

a) La perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes;
b) La pérdida, sustracción, destrucción, retención o distracción indebida de objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores y derechos patrimoniales;
c) La limitación de los recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades o privación de los medios indispensables para vivir una vida digna;
d) La limitación o control de sus ingresos, así como la percepción de un salario menor por igual tarea, dentro de un mismo lugar de trabajo.

5.- Simbólica: La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad.


ARTICULO 6º — Modalidades. A los efectos de esta ley se entiende por modalidades las formas en que se manifiestan los distintos tipos de violencia contra las mujeres en los diferentes ámbitos, quedando especialmente comprendidas las siguientes:

a) Violencia doméstica contra las mujeres: aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del grupo familiar, independientemente del espacio físico donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad, comprendiendo la libertad reproductiva y el derecho al pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende por grupo familiar el originado en el parentesco sea por consanguinidad o por afinidad, el matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o noviazgos. Incluye las relaciones vigentes o finalizadas, no siendo requisito la convivencia;
b) Violencia institucional contra las mujeres: aquella realizada por las/los funcionarias/os, profesionales, personal y agentes pertenecientes a cualquier órgano, ente o institución pública, que tenga como fin retardar, obstaculizar o impedir que las mujeres tengan acceso a las políticas públicas y ejerzan los derechos previstos en esta ley. Quedan comprendidas, además, las que se ejercen en los partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales, deportivas y de la sociedad civil;

c) Violencia laboral contra las mujeres: aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos de trabajo públicos o privados y que obstaculiza su acceso al empleo, contratación, ascenso, estabilidad o permanencia en el mismo, exigiendo requisitos sobre estado civil, maternidad, edad, apariencia física o la realización de test de embarazo. Constituye también violencia contra las mujeres en el ámbito laboral quebrantar el derecho de igual remuneración por igual tarea o función. Asimismo, incluye el hostigamiento psicológico en forma sistemática sobre una determinada trabajadora con el fin de lograr su exclusión laboral;

d) Violencia contra la libertad reproductiva: aquella que vulnere el derecho de las mujeres a decidir libre y responsablemente el número de embarazos o el intervalo entre los nacimientos, de conformidad con la Ley 25.673 de Creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable;

e) Violencia obstétrica: aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, de conformidad con la Ley 25.929.

f) Violencia mediática contra las mujeres: aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres.





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¿Qué es el patriarcado?

Patriarcado es una forma de organización social en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia. Actualmente el término es utilizado para describir una situación de distribución desigual del poder entre hombres y mujeres en la que los varones tienen preeminencia en uno o varios aspectos, tales como la prohibición del derecho al sufragio, la regulación de los delitos contra la libertad sexual, la violencia de género, etc.


“El patriarcado puede definirse como un sistema de relaciones sociales sexo–políticas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia.” (Marta Fontenla)


Machismo y micromachismo

El machismo es una práctica dentro del Patriarcado, que se basa en la creencia de la superioridad de los varones sobre las mujeres, y de las prácticas tradicionalmente consideradas “masculinas” sobre cualquier otra que no sea propia del estereotipo. Incluye en sí mismo varios niveles de discriminación y violencia. Por eso decimos que el machismo no sólo ejerce violencia contra las mujeres, sino contra todo lo que sea diferente al macho tradicional. El clásico dicho "los nenes no lloran" es un claro ejemplo de una concepción machista que formatea desde una muy temprana edad la mentalidad y forma de ser de los niños, limitando se sensibilidad y su empatía. Cuanto más rudo es el niño mejor cumple su rol de macho, más aceptado socialmente (por sus padres, suscompañeros, etc). CUando más sensible es un niño más riesgos corre de no ser acptado y hasta de ser discriminado con calificativos como "puto", "maricón", "nenita", etc. Un niño sensible no responde adecuadamente al mandato de "macho" impuesto por la sociedad. 

Estos son ejemplos de cómo el machismo afecta también a los hombres. Pero como dice un eslogan feminista, si el machismo afecta a los hombres a las mujeres las mata. Es evidente que el hombre, siempre y cuando responda al estereotipo de macho, se encuentra en una situación privilegiada frente a la mujer. Recordemos que hasta hace menos de un siglo las mujeres no podían elegir con quien casarse, votar, estudiar, trabajar, divorciarse, etc. Y si bien muchas cosas han cambiando, y las mujeres, gracias  las luchas que fueron dando, ganaron derechos, aún nos encontramos en una sociedad machista.

El machismo también se manifiesta en pequeños actos, por lo cual suele hablarse de "micromachismo". Este término designa a las sutiles e imperceptibles maniobras y estrategias de ejercicio del poder de dominio masculino en lo cotidiano, que atentan en diversos grados contra la autonomía femenina. Muchos de estos comportamientos no suponen intencionalidad, mala voluntad ni planificación deliberada, sino que son dispositivos mentales, corporales y actitudinales incorporados y automatizados. Otros en cambio sí son conscientes, pero todos forman parte de las habilidades masculinas desarrolladas para ubicarse en un lugar preferencial de dominio y control que mantenga y reafirme los lugares que la cultura tradicional asigna a mujeres y varones. Algunos especialistas definen al micromachismo como «pequeñas tiranías» , «terrorismo íntimo» o «violencia blanda».

En las relaciones sociales del día a día existen numerosísimos ejemplos de micromachismos. Uno muy común viene representado por aquellas situaciones en las que el hombre no se implica en las tareas domésticas o familiares porque “no sabe” o porque “ella lo hace mejor”. En este caso, obligar a la mujer a hacer lo que en una relación igualitaria debería ser cosa de dos; supone una maniobra de imposición de tareas que, de forma sutil, genera una importante sobrecarga en ella.

Otro ejemplo muy común es cuando se menosprecia la actividad realizada por una mujer. Todos hemos escuchado a un hombre al volante quejarse de cómo conduce una mujer diciendo "tenía que ser mujer", dando por sentado que las mujeres manejan man, a diferencia de los hombres que lo hacen bien.

Algunos de los efectos causados por los micromachismos son: Inhibición, fatiga crónica, sentimiento de incapacidad, impotencia, baja autoestima. autoculpabilización, resignación, etc.