martes, 23 de junio de 2015

Mátrix, una película filosófica

                        

En esta entrada compartimos algunas de las escenas más emblemáticas de Matrix.


Explicación: ¿qué es la mátrix?




La mátrix es un sistema...






La escena de la pastilla: ¿Conocer la verdad o vivir en la ignorancia? ¿Qué elegirías?




Para relacionar la Matrix con las teorías de Platón:

http://www.webdianoia.com/platon/platon_fil.htm
http://filosofosavio10.blogspot.com.ar/2013/04/platon-platon-es-uno-delos-pensadores.html
http://conefedefilosofia.blogspot.com.ar/2012/10/la-teoria-de-las-ideas-de-platon.html
http://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/hf/soff_11.html




lunes, 15 de junio de 2015

El realismo aristotélico



Esta imagen pertenece al cuadro "la escuela de Atenas", de Rafael, en el centro de la escena se puede ver a Platón señalando hacia arriba (haciendo alusión al mundo de las ideas) y a su discípulo, Aristóteles, con la palma hacia abajo, como si dijera "no vueles tan alto Platón, el mundo está aquí abajo".


Las críticas a Platón

Aristóteles reconoce muchas deficiencias en la filosofía de su maestro. Por ejemplo, para explicar la contradicción de este mundo cambiante que vemos y tocamos, Platón plantea la existencia de otro mundo, muy distinto al nuestro -perfecto, inmóvil, inmutable- lo cual en lugar de hacer las cosas más sencillas duplica los problemas. La hipótesis de la existencia de este mundo inteligible, modelo de este mundo imperfecto y cambiante, nos muestra un mundo oscuro y complejo. De hecho Platón no logra explicar la relación de estos mundos más que por alegorías y mitos.

Aristóteles se da cuenta que el problema fundamental de la filosofía de Platón reside en otorgarle existencia a las ideas; el hecho de creer que las esencias existen más allá de los objetos concretos. 


¿Qué son las cosas?
La Sustancia, la forma y los accidentes

En vías de restaurar el error de su maestro Aristóteles postula la existencia de un solo mundo; el sensible, el mundo concreto que nos es asequible por medio de nuestra experiencia sensible. Este mundo que nos muestran los sentidos existe, no es mera apariencia ni copa de otro mundo mejor. Sin embargo, estas cosas particulares que se nos presentan (esta mesa, esta silla, este hombre, esta acción) tienen tanto características propias (únicas e irrepetibles) como también cosas en común; ciertas características universales que las reúne y les da identidad. De esta manera llegamos a comprender la “Forma”, algo muy parecido a lo que Platón llama esencia. En ambos casos se trata de esa “unidad” estable, de aquellos caracteres que comparten un conjunto de cosas, que las hace iguales entre si y les da consistencia. Pero la diferencia entre lo que Aristóteles llama Forma y la esencia platónica es que la primera no tiene una existencia trascendente, sino inmanente. Esto quiere decir que la forma no es algo ajeno a las cosas particulares, no está más allá, en otro mundo, sino que pertenece a las cosas mismas, es parte de ellas (en cambio las esencias platónicas son trascendentes, trascienden a las cosas, están en otro plano)

Para completar su teoría Aristóteles dice que toda sustancia está formada por dos elementos: forma y accidente. La forma es lo que hace que una cosa sea lo que es, es aquello que hace que varios elementos particulares formen una unidad. Los accidentes son las notas particulares de cada uno de esos elementos, lo que los hace únicos y diferentes. Por ejemplo, en una habitación me encuentro con una cantidad x de mesas, de diferentes formas, tamaños y colores. Por la simple percepción de los sentidos (vista, tacto, etc.) lo único que puedo decir es que estas cosas existen y que se parecen entre ellas sin llegar a ser iguales. Lo que las hace distintas son sus accidentes: el color, el material, lo gastadas o lo nuevas que estén. Pero hay algo que las hace iguales, esa es su forma. El acto de conocer requiere por lo tanto dar con la forma de las cosas. Ante la realidad múltiple y cambiante, la razón va más allá, abstrae, olvida las diferencias y retiene lo que une a esa multiplicidad. 


El conocimiento

El conocimiento, por lo tanto, se logra al abstraer (por medio de la razón) las notas particulares (que nos llegan en un primer momento por los sentidos) y dar con las formas. Conocer es conocer la forma que cada cosa posee. Por medio de la razón llegamos a poseer una imagen perfecta de lo que las cosas son (en su esencia, diría Platón), como si la mente fuere un espejo de la realidad. 
En síntesis, para el realista (tanto platónico como aristotélico) el conocimiento no es otra cosa que el reflejo de la realidad, este supone una adecuación perfecta entre la representación (idea/concepto) que poseemos y las cosas en sí mismas (forma /esencia). 



¿Qué es el realismo?
-Manuel García Morente-


Hemos entrado en el campo de la filosofía por la senda de la metafísica. Nos habíamos hecho la pregunta fundamental de la metafísica, que es la pregunta: ¿qué existe?; ¿quién existe?, y habíamos tropezado inmediatamente con la respuesta que el espíritu humano da espontánea, naturalmente, a esa pregunta. Esa respuesta está contenida en la metafísica realista, en el realismo. ¿Que quién existe? Pues existen las cosas, el mundo de las cosas y yo en ellas. Habíamos visto que esa contestación dada por el realismo implica que el mundo es lo que existe; el conjunto de todos los seres, de todas las substancias; que esas substancias, esos seres que existen están ellos también impregnados de inteligibilidad: son, y además de ser, tienen esencia: "son", y son inteligibles. 

La relación en que nosotros nos hallamos con ese mundo de cosas impregnadas de inteligibilidad, es una relación de conocimiento. Nosotros conocemos esas cosas. Para conocerlas, empezamos por formar conceptos de ellas; nociones, que reproducen las esencias de las cosas. Cuando tenemos formado un concepto de una cosa, entonces ya estamos armados para ir por el mundo, y cada vez que encontremos esa cosa, tener listo en nuestra mente el concepto que le corresponde; y entonces formular juicios de conocimiento, en donde se diga: esto es eso. 

Nada, pues, le sorprende al sabio cuya mente está llena de conceptos. Saber, para el realista, consiste en tener en la mente una colección, lo más variada, amplia y rica posible, de conceptos, que le permiten deambular por el mundo entre las realidades, sin sentirse nunca sorprendido; porque cada vez que encuentre algo, si es verdaderamente sabio tendrá en su mente el concepto correspondiente. Si encuentra algo que no conoce, se acercará más, mirará en ello; y o bien a una mayor proximidad logrará encontrar al fin el concepto que le corresponde, o formará de esa cosa nueva, de esa substancia nueva, que tiene delante, un concepto nuevo, y aumentará con ello el caudal de su saber. 

El conocimiento, pues, refleja en la mente la mismísima realidad. El conocimiento, para el realista, es eso: reflejo; y de esta manera entre el pensamiento del que conoce y la realidad no existe discrepancia alguna. El pensamiento es verdadero; Y esto quiere decir que entre él y la cosa –objeto del pensamiento– existe una perfecta adecuación. La verdad se define, en el realismo, por la adecuación entre el pensamiento y la cosa. Esa adecuación, ¿cómo se ha conseguido? Se ha conseguido mediante la recta formación de los conceptos. El trato continuo en nuestra vida con las cosas hace que la mente forme los conceptos. Si esos conceptos están bien formados, si han sido formados como es debido, entonces reflejan exactamente la realidad; son perfectamente adecuados a la realidad. Si no están bien formados esos conceptos, hay que corregirlos. 

En conclusión, la propensión natural del hombre es la de contestar a la pregunta metafísica señalando hacia las substancias individuales, cuyo concepto constituye el universo; y señalando hacia ellas no sólo en el sentido de decir que existen, sino además en el sentido de apresar qué son, lo que son, su esencia, además de su existencia. Así, durante siglos y siglos, la filosofía se ha sustentado en esa creencia en el realismo. 




Manuel García Morente, Lecciones Preliminares de Filosofía, lección IX

miércoles, 10 de junio de 2015

Platón y el mundo de las ideas







Una de las teorías más famosas de platón es la del “mundo de las ideas”. Sucede que platón divide el mundo en dos partes. Un mundo real y uno aparente. El mundo aparente, es el sensible y el mundo real es el las “ideas”.

Este mundo, como su nombre lo indica, está constituido de ideas. Ahora bien, Platón entiende a las ideas de un modo muy particular, distinto a lo que podríamos pensar nosotros actualmente. Para Platón las ideas no son representaciones o imágenes mentales que nos hacemos de las cosas. Las ideas constituyen una realidad que está más allá del mundo que vemos y tocamos, existieron y existirán siempre, independientemente de nosotros. Estas son como "moldes", como una "matriz" a partir de la cual se producen las cosas materiales, las cuales son "copias" imperfectas de las ideas.

Según Platón el mundo de las ideas es perfecto y eterno. En este mundo no existe el devenir., a diferencia del mundo sensible, ese que percibimos diariamente por medio de nuestros sentidos. En el mundo sensible encontramos “cosas”, entes materiales, imperfectos, corruptibles y temporales. En este mundo todo está en constante "devenir". Por ejemplo, en el mundo de las ideas encontramos la idea de “perro”, esa idea existió siempre, en el mundo de las ideas, no fue creada, ni sufre ningún cambio, y no morirá. En cambio, en el mundo sensible encontramos distintos perros, que nacen, crecen, se enferman, sufren accidentes, y mueren.

Platón también llamó a las ideas de otro modo: las llamó “esencias”. Las esencias son las características imprescindibles de una cosa, que le da identidad, que lo hace ser lo que es y no otra cosa. Por ejemplo, por esencia, un perro es un mamífero, es cuadrúpedo, ladra, etc. Hay perros que son marrones, otros grises, algunos de pelo largo, otros de pelo corto, algunos altos, otros pequeños. Esas últimas características no son esenciales, no hacen a la “esencia” de perro, pero si es esencial que ladre y no maúlle, o que camine en cuatro patas y no repte como los reptiles.

Comprender la realidad, entonces, es conocer las “esencias de las cosas”. Solo conocemos, según Platón, cuando dejamos de lado las pequeñas diferencias, las engañosas apariencias, cuando dejamos de lado lo que nos dicen los sentidos, cuando podemos elevarnos de las cosas materiales y sensibles y logramos dar con las ideas de las cosas. En otras palabras, cuando comprendemos lo “esencial”. 





Para profundizar en la teoría de los dos mundos compartimos algunos fragmentos de dos famosos manuales de filosofía. El primero es un texto de Gambra que interpreta la teoría de Platón como una síntesis de las teorías de Parménides y Heráclito. Los siguientes textos pertenecen a la novela filosófica "El Mundo de Sofía" de J. Gaarder


R. Gambra, Historia Sencilla de la Filosofía



"Todo esto recuerda a Parménides, quien también separaba el mundo sensible y la opinión, del ente único, inmutable, inmóvil, cognoscible mediante la razón. Sin embargo, para Parménides se trataba, en el fondo, de la diferencia entre el ente y el no-ente, de manera que el mundo sensible equivalía a la nada, de la cual no puede haber conocimiento ninguno, sino sólo ignorancia; en tanto que con Platón el problema está planteado de manera más matizada, en términos menos extremos. En efecto, el mundo sensible no es para él pura nada, sino que tiene un ser intermedio, imperfecto; pero, de todos modos, algo de ser; no es el verdadero ser, inmutable, permanente, que corresponde a las ideas, sino que se trata de una mezcla de ser y no-ser, y por eso todo allí es imperfecto y está sometido al devenir; y lo que tiene de “ser”, lo tiene en la medida en que copia o imita -siempre imperfectamente- a las ideas."


Las "esencias platónicas"
Gaarder, El Mundo de Sofía.

El círculo  Ideal

"Platón pensaba que todo lo que vemos a nuestro alrededor en la naturaleza, es decir, todo lo que podemos sentir y tocar, puede compararse con una pompa de jabón. Porque nada de lo que existe en el mundo de los sentidos permanece. 

Lo que dice Platón es que no podemos saber nada con seguridad sobre algo que cambia constantemente. Sobre lo que pertenece al mundo de los sentidos, es decir, lo que podemos sentir y tocar, sólo podemos tener ideas o hipótesis poco seguras. Sólo podemos tener conocimientos seguros de aquello que vemos con la razón. 

Veamos un ejemplo: imagínate que te encuentras en la naturaleza con una piña completamente redonda. A lo mejor dices que te «parece» redonda, mientras que tu amiga Jorunn dice que está un poco aplastada por un extremo. (¡Y empezáis a pelearos!) Por otra parte, podéis estar totalmente seguras de que la suma angular de un círculo es 360º. En este caso, os pronunciáis sobre un círculo ideal, que a lo mejor no se encuentra en la naturaleza, pero que, en cambio, es fácil de visualizar en la cabeza."







¿Por qué todos los caballos son iguales?

A lo mejor piensas que no lo son en absoluto. Pero hay algo que todos los caballos tienen en común, algo que hace que nunca tengamos problemas para distinguir un caballo de cualquier otro animal. El caballo individual «fluye», claro está. Puede ser viejo, cojo, y, con el tiempo, se pondrá enfermo y morirá. Pero el «molde de caballo» es eterno e inmutable. 

¿Solucionaste lo de las cincuenta pastas idénticas? Si lograste solucionar este problema por tu cuenta, entonces solucionaste un problema filosófico exactamente de la misma manera que Platón. Como la mayoría de los filósofos, él «aterrizó desde el espacio». Le extrañó cómo todos los fenómenos de la naturaleza podían ser tan iguales entre ellos, y llegó a la conclusión de que debía de haber un reducido número de moldes que se encuentran «detrás de» todo lo que vemos a nuestro alrededor. A estos moldes Platón los llamó Ideas.

Detrás de todos los caballos, cerdos y seres humanos, se encuentra la «idea de caballo», la «idea de cerdo» y la «idea de ser humano».

Conclusión: Platón pensaba que tenía que haber una realidad detrás «del mundo de los sentidos», y a esta realidad la llamó el mundo de las Ideas. Aquí se encuentran las eternas e inmutables «imágenes modelo», detrás de los distintos fenómenos con los que nos topamos en la naturaleza. 


«¿Qué fue primero? ¿La gallina o la "idea de gallina”?» 


Esta pregunta era casi tan difícil como aquella vieja adivinanza sobre la gallina y el huevo. Sin huevo no hay gallina, pero sin gallina tampoco hay huevo. ¿Sería igual de complicado encontrar qué fue antes: la gallina o la «idea de gallina»?¿Sofía se daba cuenta de lo que Platón quería decir? Quería decir que la «idea de gallina» existió en el mundo de las Ideas muchísimo antes de que hubiera gallinas en el mundo de los sentidos. Según Platón, el alma había «visto» la propia «idea de gallina» antes de meterse en un cuerpo. ¿Pero no fue sobre este punto sobre el que Sofía había llegado a la conclusión de que Platón se había equivocado? Una persona que no ha visto una gallina viva, ni ninguna imagen de una gallina, no podrá tener ninguna « idea de gallina».



Para finalizar con el capítulo de Platón proponemos una lectura del mismísimo filósofo griego. Se trata de un fragmento del famoso libro X de la República, donde explica claramente qué son las esencias.


Platón: República, Libro X 


-Tomemos como objeto de análisis, pues, una de las tantas multitudes de cosas. Hay, por ejemplo, una multitud de camas y otra de mesas. ¿Estamos?
-¿Como no habría de haberlas?
-Pero las ideas correspondientes a esos muebles son dos: una idea de cama y otra de mesa.
-Si.
-Ahora bien, ¿no acostumbramos a decir que los artesanos que fabrican las camas y las mesas de que nos servimos, e igualmente las demás cosas, las construyen de acuerdo con la Idea que tienen de ellas? Porque ningún artesano, desde luego, construye la Idea en sí. ¿Cómo habría de hacerlo?
-De ninguna manera.
-Veamos ahora que nombre darías al siguiente artesano.
-¿A cuál?
-Al que hace todo lo que hacen separadamente cada uno de los trabajadores manuales.
-¡Hablas de un hombre muy hábil y extraordinario!
-Espera un momento: habrás de admirarle más todavía. Este artesano no solo es capaz de fabricar toda clase de objetos artificiales, sino que hace también todo cuanto nace de la tierra y todos los seres vivos, inclusive su propia persona y, además de la tierra, hace el cielo, los dioses y todo lo que hay en el cielo y en el Hades bajo la tierra.
-¡Que talento! -exclamó-. Es un artista maravilloso.
-¿Lo pones en duda? -pregunté- Dime, ¿te parece que no existe un artesano semejante, o que pueda haber en cierta forma un creador de todo eso, y en cierta forma no? ¿No ves que tú mismo, al menos en cierta forma, serías capaz de crear todas esas cosas?
- ¿Y qué forma es esa? - preguntó.
- No es difícil. - contesté. -, y puede llevarse a la práctica rápidamente, en un momento si quieres; te basta tomar un espejo y dirigirlo hacia todos lados; en seguida harás el sol y lo que hay en el cielo, la tierra, a ti mismo, a los demás seres vivos, los objetos fabricados, las plantas y cuánto acabamos de mencionar.
- Sí -replicó - Creaciones aparentes, pero sin ninguna realidad.
- Muy bien - dije -, comprendes perfectamente el sentido de mis palabras, y entre esa clase de artesanos está, creo yo, el pintor. ¿No es así?
- Sin duda.
- Y dirás, supongo, que lo que hace no es verdadero. Sin embargo, el pintor hace una cama en cierta forma, ¿no?
- Sí - dijo -, al menos, una cama aparente.
- ¿Y qué hace el fabricante de camas? ¿No acabas de decir que no hace la idea, que afirmamos que es la esencia de la cama, si no una cama determinada?
- En efecto, lo acabo de decir.
- Pues bien, si no hace la esencia, no hace lo que es real. Por lo tanto, ¿no crees tú que probablemente se engañase quien sostuviera que la obra del fabricante de camas o de cualquier otro artesano es completamente real?
(…) Pues bien, hay tres clases de camas: Una la esencial, está en la naturaleza, cuyo autor a mi juicio, podríamos decir que es la divinidad. ¿A quién otro podríamos atribuirla?
- A ningún otro, creo yo.
- La segunda es la que hace el carpintero.
- Sí - dijo.
- Y la tercera, que es la obra del pintor. ¿No es así?
- Sea.
- Por lo tanto, el pintor, el carpintero y la divinidad son los tres maestros que han fabricado estas tres especies de camas.
- Sí, los tres.
-En lo que respecta a la divinidad, ya porque no quiso, ya porque no tuvo la necesidad de no hacer más que una sola cama en la naturaleza, el hecho es que no hizo más de una: la cama esencial. 



La crítica al esencialismo platónico


"Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles, colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas que no corresponden en absoluto a las esencias primitivas."

"Todo concepto se forma por equiparación de casos no iguales. Del mismo modo que es cierto que una hoja no es igual a otra, también es cierto que el concepto hoja se ha formado al abandonar de manera arbitraria esas diferencias individuales, al olvidar las notas distintivas, con lo cual se suscita entonces la representación, como si en la naturaleza hubiese algo separado de las hojas que fuese la “hoja”, una especie de arquetipo primigenio a partir del cual todas las hojas habrían sido tejidas, diseñadas, calibradas, coloreadas, onduladas, pintadas, pero por manos tan torpes, que ningún ejemplar resultase ser correcto y fidedigno como copia fiel del arquetipo."

 Nietzsche; Sobre verdad y mentira

"Si el genealogista se ocupa de escuchar la historia más que de alimentar la fe en la metafísica, qué es lo que aprende? que detrás de las cosas existe algo muy distinto: "en absoluto su secreto esencial y sin fechas, sino el secreto de que carecen de esencia, o que su esencia fue construida pieza por pieza a partir de figuras que le eran extrañas" 

Foucault, Nietzsche , la genealogía , la historia



"Consideremos un objeto fabricado, por ejemplo un libro o un cortapapel. Este objeto ha sido fabricado por un artesano que se ha inspirado en un concepto; se ha referido al concepto de cortapapel, e igualmente a una técnica de producción previa que forma parte del concepto, y que en el fondo es una receta. Así, el cortapapel es a la vez un objeto que se produce de cierta manera y que, por otra parte, tiene una utilidad definida, y no se puede suponer un hombre que produjera un cortapapel sin saber para qué va a servir ese objeto. Diríamos entonces que en el caso del cortapapel, la esencia es decir, el conjunto de recetas y de cualidades que permiten producirlo y definirlo precede a la existencia; y así está determinada la presencia frente a mí de tal o cual cortapapel, de tal o cual libro. Tenemos aquí, pues, una visión técnica del mundo, en la cual se puede decir que la producción precede a la existencia."

"El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre, o como dice Heidegger, la realidad humana. ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así, pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla."

Sartre, El existencialismo es un humanismo



Los simuladores: "El Debilitador Social"


Para seguir pensando les proponemos mirar el siguiente capítulo de Los Simuladores, el cual aborda una problemática actual. Se trata de los mecanismos de control social que se ejercen los medios de comunicación a través de la exhibición constante de "modelos".





¿Cuál es el "modelo" de mujer que propone la televisión con sus novelas, sus programas de entretenimiento y propagandas? ¿Ese modelo existe desde siempre o es construido socialmente? ¿Se podría decir que solo existen los estereotipos creados por nosotros? ¿Qué beneficios y que desventajas presenta creer en la existencia de ciertas "esencias"? 
Estas son algunas preguntas que proponemos para seguir pensando.




martes, 9 de junio de 2015

La alegoría de la caverna

En sus diálogos Platón incluye alegorías, es decir, relatos metafóricos que le ayudan a expresar sus ideas. Una de las más célebres es la que se encuentra en La República, la “Alegoría de la caverna”. Así lo relata Guillermo  Obiols en su manual "Nuevo curso de Lógica y filosofía" 



"Platón propone que imaginemos una caverna en la cual hay unos prisioneros encadenados desde su infancia, de tal manera que están obligados a mirar permanentemente hacia el fondo de la misma. Detrás de los prisioneros hay un fuego y entre el fuego y los prisioneros se encuentra un camino que por el pasan personas llevando sobre sus cabezas figuras de animales u otros objetos. El resplandor del fuego proyecta las sombras de estos objetos en el fondo de la caverna y una pared que llega hasta la altura de las cabezas de los hombres que los llevan impide que también se proyecte la sombra de ellos.

 ¿Qué sucede con los prisioneros? Ellos sólo pueden ver las sombras que se proyectan en el fondo de la caverna. Platón imagina que allí hay un eco que repite las palabras de los que portan sobre sus cabezas los objetos de madera. El resultado es que para los prisioneros esas sombras que parecen hablar constituyen la única realidad.

Platón se pregunta entonces qué sucedería si se liberara a un prisionero. Al encontrarse libre de sus cadenas querría erguirse, volver la cabeza, pero todos estos movimientos le causarían dolor y molestias pues su cuerpo no estaba acostumbrado a los mismos.

Si se lo obligara a mirar en dirección del fuego, sus ojos habituados a percibir sombras se deslumbrarían y nada verían. Su tendencia sería a volver a sus cadenas.

Pero Platón imagina que el prisionero es conducido hasta el exterior de la caverna. Allí, la visión de los objetos reales y la luz del sol cegaría inicialmente al prisionero y tendría el impulso de retornar a la caverna, pero, si logra vencer dicha tendencia, pronto comprendería que esos objetos constituyen una realidad mucho más auténtica que la que percibía en la caverna.

En su conjunto la liberación y salida del prisionero de la caverna simboliza el pasaje del mundo estrecho y limitado de todos los días que se percibe por medio de los sentidos, al mundo de las ideas, únicamente accesible por medio de la razón." 

Pero, ¿qué es el mundo de las ideas?




Encontrá el texto completo de G. Obiols en:

http://filosofiaprofebasilio.blogspot.com.ar/2013/05/platon-y-la-alegoria-de-la-caverna.html


La alegoría de la caverna en
"La educación Prohibida"





Heidegger y la dictadura del “se"

A. Carpio; Principios de filosofía

Una posible adaptación de la alegoría de la caverna y de los conceptos de Doxa y Episteme a nuestro mundo actual es la que plantea Adolfo Carpio en su famoso libro "Principios de Filosofía"



"Con expresiones de la filosofía de la existencia, se dirá entonces que, en primera instancia, y ante todo, vivimos en el anonimato, en el olvido de nosotros mismos, porque en nuestra vida diaria somos, no nosotros mismos como auténticas personalidades libres, sino que nos encontramos sometidos al poder de un tirano impersonal, que en términos sociológicos puede denominarse "la gente", y que en términos filosóficos llama Heidegger el "se" o el "uno". En efecto, en la mayor parte de nuestros actos no nos comportamos como personas autónomas que libremente deciden hacer esto o lo otro, sino que hacemos lo que la "gente" hace; compramos un aparato de televisión o nos cortamos el cabello de cierta manera, porque "la gente" ve televisión, porque "se" usa tal corte de cabello, "uno" compra tal diario presuntamente intelectual porque es lo que "se" lee. Se trata entonces de actitudes, inclusive de "ideas", que se adoptan por una especie de imposición del medio social en que se vive; y en todos esos casos es el "se", el "uno", el impersonal, el que decide, y no nosotros mismos; y esa tiranía o dominación impide entonces que llevemos una existencia auténtica, nos impide descubrirnos en lo que nosotros mismos somos, y oculta nuestra verdadera realidad con la especie de máscara que nos impone. Y es preciso no perder de vista que el impersonal no sólo dicta las modas en materia de ropas o peinados, sino que también hay modas en el campo de las ideas, esto es, ideas impuestas por "la gente": son muchos, en efecto, los que participan de determinadas ideas políticas porque son las ideas políticas de moda, lo que "queda bien", lo que ahora "se" piensa -como si el impersonal pudiese pensar, y olvidando que el pensar es siempre eminentemente personal."




La Alegoría de la Caverna en Mentira la Verdad.






Doxa y episteme


Uno de los significados de la alegoría de la caverna es la distinción que hace Platón entre el verdadero conocimiento y la mera opinión o percepción. Platón continúa la lucha de Sócrates contra los relativistas e intenta transmitir por medio de este relato que así como existen distintos pareceres también existen verdades universales y objetivas. El prisionero que sale de la caverna conoce la verdadera realidad y sale de la ignorancia. Comprende que todo lo que había vivido hasta el momento era un engaño, que tenía una falsa visión de las cosas, que hasta el momento solo conocía "las sombras", es decir, meras apariencias, pero no conocía las cosas "en sí mismas", la verdadera realidad.
El prisionero de la caverna es prisionero principalmente de la ignorancia. No conoce, tiene impresiones, percibe, se fía de los sentidos y de la costumbre, cosas de las que todo filósofo debe desconfiar. Respecto a los sentidos Sócrates dice en el Fedón:
-"¿Y qué hay respecto de la adquisición misma de la sabiduría? ¿Es el cuerpo un impedimento o no, si uno lo toma en la investigación como compañero? Quiero decir, por ejemplo, lo siguiente: ¿acaso garantizan alguna verdad la vista y el oído a los humanos, o sucede lo que incluso los poetas nos repiten de continuo, que no oímos nada preciso ni lo vemos? Aunque, si estos sentidos del cuerpo no son exactos ni claros, mal lo serán los otros. Pues todos son inferiores a ésos. ¿O no te lo parecen a ti? "(Fedon 65-B)
El cuerpo, los sentidos, no son medios adecuados y confiable para conocer. En cambio si podemos confiar en la razón: 
"¿No es, pues, al reflexionar, más que en ningún otro momento, cuando se le hace evidente algo de lo real? (65-C)
El filósofo es aquel que desconfía de "lo dado" y reflexiona para llegar a la verdad por sí mismo. Es la razón (y no los sentidos ni la costumbre) lo único que puede alumbrar el camino que nos saque de la caverna (ignorancia).

Platón es el primer filósofo que establece una clara distinción entre el verdadero conocer y la mera opinión, y para esto utiliza dos conceptos que resultan imprescindibles en su sistema filosófico: doxa y episteme.

La doxa es la "opinión", un pseudoconocimiento, es decir, no llega a ser conocimiento, porque no está fundamentado. En general nuestra opinión se basa o bien en nuestros sentidos, en nuestras apreciaciones (cosas en las que no debemos confiar) o en las opiniones de los demás. Dice Sócrates en el Fedro: 
"¿Qué de dónde deduzco esto? Pues verás. Henchido como tengo el pecho, duende mío, me siento capaz de decir cosas que no habrían de ser inferiores. Pero, puesto que estoy seguro de que nada de esto ha venido a la mente por sí mismo, ya que soy consciente de mi ignorancia, sólo me queda suponer que de algunas otras fuentes me he llenado, por los oídos, como un tonel. Pero por mi torpeza, siempre me olvido de cómo y de a quién se lo he escuchado" (Fedro, 235 C)
¿De dónde saca Sócrates lo que había dicho anteriormente? De la gente, de lo que "se dice". Sócrates se critica a sí miso para criticar disimuladamente este proceder tan común en la gente, el de repetir las cosas que por medio de los oídos nos van llenando de ideas ajenas (e infundadas) "como un tonel". Cómo Sócrates se reconoce ignorante admite no haber llegado a estas ideas por sus propios medios. Esta sería la segunda alternativa, averiguar las cosas por uno mismo, con la sola guía de la razón.

Solo así es posible llegar al conocimiento, o lo que Platón llama Episteme.

Actualmente se traduce el concepto de Episteme como "ciencia", sin embargo no es la ciencia, como la conocemos actualmente, a la que se refiere Platón. Para los griegos "ciencia" es aquel conocimiento fundamentado racionalmente.

Entonces, hay dos vías de acceso al conocimiento (y dos clases de conocimientos): o bien conocemos por lo que dicen los demás: doxa- saber vulgar, opinión; o conocemos por haberlo averiguado por nosotros mismos.

En El Alcibíades, Sócrates le pregunta al joven aristócrata si sabe lo que es la justicia. Este dice saberlo, entonces Sócrates le pregunta ¿quién es "que te enseñaba a distinguir lo justo de los injusto? ¿Quién es tal maestro? Dímelo por favor a fin de que me introduzcas junto a él como discípulo"

La conversación continúa  de esta manera:


"Alcibíades- ¡Ah! y aunque yo no tenga maestro, ¿crees tú que no pueda saber por otra parte lo que es justo y lo que es injusto? Sócrates- Lo sabrás, si lo has descubierto tú mismo. Alcibíades- ¿Y crees tú que no lo he podido descubrir?Sócrates- Lo habrás descubierto siempre y cuando lo hayas pretendido. Alcibíades- ¿Y piensas que  no lo habré pretendido?Sócrates. Lo habrás creído si creías ignorarlo"


Como Alcibíades se empecina en querer demostrar que llegó a tener una idea de la justicia por sí mismo asegura que en algún momento creyó ignorarlo, pero no puede dar cuenta del momento en que creía ignorarlo, porque ya desde niño no manifestaba duda alguna sobre lo que era justo e injusto. Por lo tanto tiene que aceptar que no llegó a descubrirlo por sí mismo. Entonces Sócrates concluye: 
"Entonces henos aquí vueltos al mismo punto. ¿de quién lo has aprendido?  Dímelo cuanto antes."
Y Alcibíades contesta: 
"De todo el mundo"
Y Sócrates, irónicamente le responde: 
"oh, ¿no es famoso maestro este, todo el mundo?"
Para Sócrates "todo el mundo" no es un buen maestro. Todo el mundo sabe qué es un caballo, pero no "todo el mundo" sabe cuál caballo es bueno para las carreras. Del mismo modo no "todo el mundo" sabe qué medicamento conviene a un enfermo.  Para todas estas cosas se precisan especialistas y para todas estas cosas hay un verdadero conocimiento (episteme) y un falso conocimiento (doxa, opinión). Muchos son los que creen saber, pero muy pocos los que saben. 



lunes, 8 de junio de 2015

Platón

“El cuerpo es la cárcel del alma”.




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Platón fue uno de los tantos discípulos de Sócrates. No fue el más fiel ni el más cercano. Sin embargo, tras la muerte de su maestro, comenzó a plasmar sus enseñanzas, inaugurando un género literario: el diálogo. 

Escribió aproximadamente 30 obras. En las primeras de ellas recordaba las viejas disputas de su maestro contra los sofistas. Pero luego se sirvió de la figura de Sócrates para expresar sus propias ideas. Qué dijo realmente Sócrates y qué  inventó Platón es un tema en discusión. Sin embargo hay una gran diferencia entre sus Diálogos de juventud y de madurez.

En estos últimos construyó un complejo y fascinante sistema filosófico conjugando las ideas de los filósofos más antiguos, recurriendo en ocasiones a los mitos y a las religiones orientales. A partir de estas elaboró su teoría de "los dos mundos" (el mundo de las ideas y el mundo sensible) y completó la teoría de la inmortalidad del Alma.


Según Platón el alma es una esencia más del mundo de las ideas, pero al sufrir una caída y pasar por el rió del olvido, ha venido a dar al mundo sensible, ese  mundo cambiante que había exaltado Heráclito. Pero para Platón este mundo no es más que una mera apariencia que nos oculta la verdadera realidad. Encerrada en un cuerpo y sin recuerdos el alma se entrega al engaño de sus sentidos. Por eso, dice Platón, hay que desprenderse lo más posible de los instintos, elevando el alma racional; solo así esta podría alcanzar el verdadero conocimiento, recordando las esencias puras e inmutables que alguna vez contempló.

Finalmente, cuando el cuerpo perezca, si el alma es liviana se liberará y volverá  al mundo al que pertenece, pero si aún se encuentra aferrada a lo corpóreo reencarnará en otro cuerpo.

Después de viajar por Egipto, Italia y Sicilia, Platón volvió a Atenas y  fundó “La Academia”, uno de los primeros y más famosos centros educativos de la antigüedad. Allí estudió un discípulo que luego llegaría a desafiarlo: Aristóteles. 


Dejo un Link para descargar el libro Platón, la verdad está en otra parte, de Dal Maschio,  editorial: Bonalletra Alcompas, S. L