miércoles, 20 de julio de 2016

Nietzsche

"Yo no soy un hombre, soy dinamita"

         
 1844- 1900 d. C.


Nietzsche (1844- 1900) es uno de los más grandes filósofos de los últimos tiempos. Dio comienzo a la época contemporánea al enfrentándose con toda la tradición filosófica de una manera agresiva y demoledora.  Consideraba que la historia de la filosofía no era más que la historia de un error, que había comenzado con Sócrates y la sobrevaloración de la razón, lo cual es un síntoma de decadencia y debilidad. Desde entonces el hombre se ha vuelto un animal doméstico, obediente e inofensivo, una oveja de rebaño.

También criticó duramente al cristianismo, al que consideraba un consuelo para los débiles, y se opuso a todo tipo de moral, ya que esta reprime lo más instintivo del ser humano.  Criticó a la ciencia y su ideal de objetividad. Anunció la muerte de toda verdad absoluta con una de sus frases más polémicas: "Dios ha muerto". Predicó el comienzo de una nueva época: el nihilismo; el ocaso de la cultura occidental, el derrumbe de sus creencias y sus valores más altos. Buscó en el fondo del famoso amor por la verdad y encontró lo que se esconde detrás de esa gran máscara: la voluntad de poder, la voluntad de ejercer nuestro poder sobre las cosas.

El conocimiento, para Nietzsche, no es más que un afán de imponerle al mundo nuestro orden, y un instrumento para dominar a otros hombres. Su filosofía nunca pretendió ser un sistema que explique el mundo, sino un conjunto de herramientas que permita destruirlo, hacer volar por el aire los viejos ideales que han dominado al hombre por siglos.

Por eso llamaba a su filosofía la "filosofía del martillo", cuya función era golpear sobre estos ideales para mostrar lo que se esconde detrás: la voluntad humana, y el ejercicio del poder. Sin embargo, no pretendió imponer nuevas verdades. "Yo no he de levantar ídolos”, decía, “Derribar ídolos (así llamo yo a los ideales) es mi deber principal” (Nietzsche, El ocaso de los ídolos). Su filosofía prendió ser un instrumento de liberación.

Escribía generalmente en aforismos, con estilo irónico y mordaz, más cercano a la poesía y la literatura que a los grandes sistemas filosóficos. Decía que escribía para los siglos posteriores, porque había llegado demasiado pronto y los hombres de su época no estaban listos para comprender su trágica sabiduría. En su último libro dejo escrito:

Conozco mi suerte. Alguna vez irá unido a mi nombre el recuerdo de algo gigantesco, de una crisis como jamás la había habido en la Tierra, de la más profunda colisión de conciencia, de una decisión tomada, mediante un conjuro, contra todo lo que hasta ese momento se había creído, exigido, santificado. Yo no soy un hombre, soy dinamita. (Nietzsche; Ecce Homo, 1908)

 

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