viernes, 22 de julio de 2016

El conocimiento, ese gran invento

  
"Y lo que llamabais mundo ¡habéis de crearlo!



Desde sus comienzos la filosofía siempre ha buscado la verdad. Sócrates la buscaba en los conceptos universales, Platón la buscaba en las esencias, Descartes y Kant la buscaron en la conciencia. Pero Nietzsche, antes de buscar la verdad se pregunta:
"¿Qué cosa existente en nosotros es lo que aspira propiamente a la «verdad»? ¿Hemos preguntado por el valor de esa voluntad? Suponiendo que nosotros queramos la verdad: ¿porqué no, más bien, la no-verdad? ¿Y la incertidumbre? ¿Y aun la ignorancia?" (MABM)
La pregunta de Nietzsche pone en tela de juicio el deseo del hombre por la verdad. ¿Por qué buscamos la verdad? Se pregunta, y ¿qué valor tiene la verdad? Si no la buscamos por sí misma, sino por sus efectos, por su utilidad; poco importa si es verdad o mentira. Incluso la mentira podría ser más útil que la verdad. 

A continuación haremos un recorrido de las ideas principales de Nietzsche respecto a su concepción de la verdad y el conocimiento analizando algunos de sus aforismos más conocidos.


El conocimiento "invención"

Nietzsche parte de la idea de todo conocimiento no es más que un invento humano y por lo tanto es una ficción. En uno de los textos de juventud, Sobre Verdad y mentira en sentido Extramoral, comienza diciendo:
"En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la Historia Universal” (SVyM)

Y luego también dice:
“Lo que llamamos actualmente el mundo, es el resultado de multitud de errores y fantasías, que han nacido poco a poco en la evolución del conjunto de los seres organizados” (SVyM)
Esa es la primera vez en la historia de la filosofía que se habla del conocimiento como un invento y una fantasía. Hasta entonces se había pensado al conocimiento como un hallazgo que nos permitía comprender el interior de las cosas (su esencia). Pero Nietzsche dice que el conocimiento es algo que inventó “la especie humana”. Los hombres son los únicos seres sobre la tierra que inventaron el conocer, y cuando estos desaparezcan, sus fantasías desaparecerán con ellos. ¿Pero cómo fue que los hombres llegaron a creer que el conocimiento era algo más que un mero invento? ¿Cómo fue que llegaron a pensar que este podía decirles algo de cómo son las cosas?


El gran olvido 

A esta pregunta responde cuando dice:
"Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de una “verdad” (SVyM)
El hombre, dice Nietzsche, inventa la verdad, pero luego olvida u oculta esta creación y la cree existente en sí misma. Con el correr de los años esta ficción que ha sido creada se vuelve una firme creencia. ¿Pero por qué el hombre crea la verdad y el conocimiento? ¿De dónde proviene esta necesidad? ¿Y por qué razón olvida su procedencia?

La verdad como instrumento 

El hombre, dice Nietzsche, es el animal más débil, es por eso que para prevalecer frente a las bestias desarrolló su inteligencia:

"El intelecto, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas principales fingiendo, puesto que éste es el medio, merced al cual sobreviven los individuos débiles y poco robustos". (SVyM)

Del mismo modo -dice Nietzsche- los individuos más débiles se sirvieron del intelecto para inventar el “conocimiento" con el fin de dominar a los "fuertes", es decir, aquellos que eran capaces de ejercer su voluntad libremente.

Así como los primeros hombres eran capaces de vencer sobre las bestias tendiendo trampas, los hombres más débiles han triunfado sobre los fuertes tendiendo "trampas metafísicas": el bien, el mal, el cielo, el infierno, la necesidad de ser "razonable", la búsqueda del bien común, la obediencia a las leyes, la paz. Todos inventos humanos con fines sociales. El hombre con el tiempo se ha vuelto un animal domestico, un animal manso y obediente. Esta es la razón por la cual los hombres han inventado el conocimiento, para establecer un orden, para dominar.


La Voluntad de Poder

En el fondo, el hombre no busca la verdad, sino imponer su verdad. Si el hombre busca la verdad es por sus efectos, pero no existe ninguna voluntad de verdad sino una la voluntad de poder. El afán de conocimiento no es más que afán de mandar, de someter, de volver domesticable lo peligroso, de convertir familiar lo desconocido. En Humano Demasiado Humano dice:

“Un impulso a acercarse a algo o a separarse de algo, sin un sentimiento de querer lo provechoso y evitar lo nocivo, no existe en el hombre” (SVyM)

Incluso el hombre de conocimiento (el filósofo, el pastor, el científico) busca un beneficio a través del conocimiento. Ningún acto es desinteresado. Todo discurso de verdad lleva oculto un deseo por dominar, por someter. Por eso dice irónicamente:

"Despreocupados, irónicos, violentos—así nos quiere la sabiduría: es una mujer y ama siempre únicamente a un guerrero…" (Así Habló Zaratustra)

La verdad ama al guerrero porque es el producto de una guerra. A la verdad no se la descubre, a la verdad se la conquista.


"La guerra es la madre de todas las cosas"

Al fin y al cabo todas las doctrinas que se adjudican poseer la verdad, no son más que formas de ejercer su poder sobre el resto. La verdad por lo tanto no es un producto desinteresado de la raza humana, ni es el resultado de la fría reflexión. Es el producto de una lucha de fuerzas. 

Dice Foucault en “La Verdad y las Formas Jurídicas”:


"Para Nietzsche, el conocimiento es de la misma naturaleza que los instintos, no es otra cosa que su refinamiento (…) el conocimiento es simplemente el resultado del juego, el enfrentamiento, la confluencia, la lucha y el compromiso entre los instintos. Es precisamente debido a que los instintos chocan entre sí, se baten y llegan finalmente al término de sus batallas, que hay un compromiso y algo se produce. Este algo es el conocimiento. Dice Nietzsche que es como «una centella que brota del choque entre dos espadas»"


La crítica a la razón

A lo largo de la toda la historia la filosofía había tomado a la razón como el rasgo distintivo del hombre, aquel medio que le posibilita el acceso verdad. El error de todos los filósofos fue otorgarle independencia y autonomía a la razón. Para Nietzsche no existe la razón pura; una razón libre de instintos, de deseos, de voluntad. La razón es simplemente un complemento más del cuerpo, incluso la parte más superficial. Esta unida a los instintos y responde de un modo secreto a ellos. Por debajo de toda razón, de toda lógica, de toda ley se encuentra la voluntad de poder, que es el instinto más elemental de todo ser vivo. Por eso dice Nietzsche:

"La mayor parte del pensar consciente de un filósofo está guiada de modo secreto por sus instintos y es forzada por éstos a discurrir por determinados carriles. También detrás de toda lógica y de su aparente soberanía de movimientos se encuentran valoraciones o, hablando con mayor claridad, exigencias fisiológicas orientadas a conservar una determinada especie de vida". (Más Allá del Bien y del Mal)


La genealogía y la búsqueda de la procedencia

Por lo tanto, si queremos conocer las cosas no debemos buscar inocentemente las esencias platónicas, sino reconstruir la historia que dio origen a esa verdad, a ese saber. La filosofía de Nietzsche es la “genealogía”, esto es, la búsqueda histórica de la procedencia de determinadas ideas, valores, prácticas, etc. Nietzsche pretende mostrar cómo todos nuestros saberes fueron construidos “pieza por pieza”, y fueron impuestos por medio de la espada. De ahí su famosa frase: “todo lo que es grande en la tierra ha sido regado con sangre”.

Las preguntas que nos sirven para deconstruir esas verdades históricas no son ya las de la metafísica: ¿Qué es real? O las de la gnoseología moderna: ¿Cómo conocemos? sino: ¿cómo se creó tal o cual idea? ¿De dónde procede esta costumbre? ¿Quiénes han creado estos valores? ¿Con qué fines? 


La verdad, ¡al fin y al cabo qué importa!

Por último, Si la verdad la crea el hombre, no tiene sentido preguntarse cómo son las cosas. Lo que debe importarnos es ¿Por qué se dice que son así? O ¿de qué manera queremos que sean? Es por eso que dice: 
“La falsedad de un juicio no es para nosotros ya una objeción contra él; acaso sea en esto en lo que más extraño suene nuestro nuevo lenguaje. La cuestión está en saber hasta qué punto ese juicio favorece la vida” (MABM)

No importa si una idea es falsa, todas las ideas son falsas, en tanto ficciones, creaciones humanas. Lo que importa es si nos favorece o no, si nos permiten vivir mejor, de un modo más bello, más auténtico, si incrementa o disminuye nuestras fuerzas vitales.







Mentira la verdad






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