miércoles, 13 de mayo de 2015

Sócrates y Menón, Diálogo sobre la virtud.

En la presente entrada compartimos un fragmento del "Menón" de Platón, en donde Sócrates aplica el famoso método de la ironía, haciendo que Menón entre en confusión, reconozca su propia ignorancia y se disponga a pensar -junto con Sócrates- para buscar una respuesta a sus interrogantes




Menon- ¿Podrás, Sócrates, decirme si la virtud puede enseñarse; o si no pudiendo enseñarse, se adquiere sólo con la práctica; ó en fin, si no dependiendo de la práctica, ni de la enseñanza, se encuentra en el hombre naturalmente ó de cualquiera otra manera?

Sócrates- «Extranjero, sin duda me tienes por algún dichoso mortal, si crees que se yo si la virtud puede enseñarse, o si hay algún otro modo de adquirirla. Pero estoy tan distante de saber si la virtud, por su naturaleza, puede enseñarse, que hasta ignoro, absolutamente lo que es la virtud»

Menón:- ¿será cierto, Sócrates, que no sepas lo que es la virtud? ¿Es posible que, al volver a nuestro país tuviéramos que hacer pública allí tu ignorancia sobre este punto?

SÓCRATES. No sólo eso, mi querido amigo, sino que tienes que añadir que yo no he encontrado aún a nadie que lo sepa, a juicio mío.

MENÓN. ¿Cómo? ¿No viste a Gorgias cuando estuvo aquí?

SÓCRATES. Sí.

MENÓN. ¿Y crees que él no lo sabía?

SÓCRATES. No tengo mucha memoria (…) Recuerda, pues, sus discursos sobre este punto, y si no te prestas a esto, dime tú mismo lo que es la virtud.

MENÓN. La cosa no es difícil de explicar, Sócrates. ¿Quieres que te diga, por lo pronto, en qué consiste la virtud del hombre? Nada más sencillo: consiste en estar en posición de administrar los negocios de su patria; y administrando, hacer bien a sus amigos y mal a sus enemigos, procurando, por su parte, evitar todo sufrimiento. ¿Quieres conocer en qué consiste la virtud de una mujer? Es fácil definirla. El deber de una mujer consiste en gobernar bien su casa, vigilar todo lo interior, y estar sometida a su marido. También hay una virtud propia para los jóvenes, de uno y otro sexo, y para los ancianos; la que conviene al hombre libre, también es distinta de la que conviene a un esclavo, en una palabra, hay una infinidad de virtudes diversas.

SÓCRATES. Gran fortuna es la mía, Menón, porque, cuando sólo voy en busca de una sola virtud, me encuentro con todo un enjambre de ellas.(…) Y la virtud, ¿será diferente de sí misma en su cualidad de virtud, ya se encuentre en un joven o en un anciano, en una mujer o en un hombre?(…) Aunque haya muchas y de muchas especies, todas tienen una esencia común, mediante la cual son virtudes; y el que ha de responder a la persona que sobre esto le pregunte, debe fijar sus miradas en esta esencia, para poder explicar lo que es la virtud. ¿No entiendes lo que quiero decir?

MENÓN. Se me figura que lo comprendo; sin embargo, no puedo penetrar, como yo querría, todo el sentido de la pregunta (…)Si buscas una definición general, ¿qué otra cosa es que la capacidad de mandar a los hombres?

SÓCRATES Pero dime, Menón: ¿consiste la virtud de un hijo o de un esclavo en ser capaz de mandar a su dueño?

Menón: Mira, Sócrates, ya había yo oído antes de conocerte que tú no haces otra cosa que confundirte tú y confundir a los demás; y ahora, según a mí me parece, me estás hechizando y embrujando y encantando por completo, con lo que estoy ya lleno de confusión.


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