viernes, 8 de febrero de 2019

Descartes: Pienso, luego existo

El Discurso del Método, y el origen de “Pienso, luego existo”

Mateo (marzo 23, 2016); El Discurso del Método, y el origen de “Pienso, luego existo”,Granta, recuperado de: https://www.granta.es/el-discurso-del-metodo-y-el-origen-de-pienso-luego-existo.htm (modificado)

René Descartes; destacado filósofo y matemático se topó con “la primera verdad” y la formuló en una de las frases más reconocidas de toda la historia “cogito ergo sum” (“Pienso, luego existo”) que originalmente apareció en el Discurso del Método. A pesar de que esta frase es una de las más citadas, muy pocas personas saben el significado verdadero de la frase.

En el discurso del método, se discute de varias temáticas, incluso el alcance de la investigación científica, pero más allá de todo se discute de la verdad, y en realidad es un manuscrito brillante con reflexiones en el área de la epistemología que todavía sigue siendo estudiadas, sin lugar a dudas, la obra literaria de mayor valor de Descartes, su obra maestra, es el discurso del método, y en ella Descartes está sumido en el dilema de que tal vez no hay nada certero en el mundo, no hay ninguna verdad que se pueda afirmar con un 100% de certeza, así que él empezó a dudar de todo; bien dijo una vez “para ser buscador de la verdad es necesario que al menos una vez en tu vida dudes, tanto como sea posible, de todas las cosas"

¿Cómo se puede afirmar la existencia de uno si fácilmente nuestra vida entera pueda ser producto de un sueño o de la broma de un Dios maligno (como lo sostiene en su hipótesis del Genio Maligno)?

En el discurso del método, se dio cuenta que tal vez cualquier sensación o visión que tenga pueda ser falsa, un engaño de los sentidos, o producto de un sueño; sin embargo, hay algo que es imposible acreditarle a otra cosa, y es el hecho de que piensa, que los pensamientos provienen de él. Eso es lo que lo hace 100% seguro  su existencia, y de ahí es que salió su célebre frase “Pienso, luego existo”.



Descartes, Discurso del método, Cuarta parte

Según la versión de Manuel García Morente, Espasa-Calpe, Madrid, 1954

“(…) Pero advertí luego que, queriendo yo pensar, de esa suerte, que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa; y observando que esta verdad: «yo pienso, luego soy», era tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no son capaces de conmoverla, juzgué que podía recibirla sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que andaba buscando.”

“(…) Se seguía muy cierta y evidentemente que yo era, mientras que, con sólo dejar de pensar, aunque todo lo demás que había imaginado fuese verdad, no tenía ya razón alguna para creer que yo era, conocí por ello que yo era una sustancia cuya esencia y naturaleza toda es pensar.”



Manuel García Morente, en Discurso del método, Prólogo, La metafísica.

(…) No es el cogito un razonamiento[1], sino una intuición, la intuición del yo como primera realidad y como realidad pensante. El yo es la naturaleza simple que, antes que ninguna, se presenta a mi conocimiento; y el acto por el cual el espíritu conoce las naturalezas simples es, como ya hemos dicho, una intuición. Se yerra, pues, cuando se considera el cogito como un silogismo, v. gr., el siguiente: todo lo que piensa existe; yo pienso, luego yo existo. Segunda: al poner Descartes el fundamento de su filosofía en el yo, acude a dar satisfacción a la esencial tendencia del nuevo sentido filosófico que se manifiesta con el Renacimiento. Trátase de explicar racionalmente el universo, es decir, de explicarlo en función del hombre, en función del yo. Era, pues, preciso empezar definiendo el hombre, el yo, y definiéndolo de suerte que en él se hallaran los elementos bastantes para edificar un sistema del mundo. La filosofía moderna, con Descartes, entra en su fase idealista y racionalista. Los sucesores de nuestro filósofo se ocuparán fundamentalmente en desenvolver estos gérmenes del idealismo; es decir, de definir la razón como el conjunto de principios y axiomas lógicos necesarios y suficientes para dar cuenta de la experiencia.

El cogito es, por una parte, la primera  existencia o sustancia conocida, la primera naturaleza simple; por otra parte, es también la primera intuición, el primer acto del conocer verdadero. Del cogito puede, pues, desprenderse el criterio de toda verdad, a saber: toda intuición de naturaleza simple es verdadera, o, en otros términos, toda idea clara y distinta es verdadera.

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[1] Recordar que el silogismo siempre parte de un supuesto, precisa apoyarse en algo cierto, evidente, que no requiera demostración. Y esto es lo que busca Descartes.






Manuel García Moerente, Discurso del método, Prólogo.

Según Euclides el análisis consiste en admitir aquello mismo que se trata de demostrar y, partiendo de ahí, reducir, por medio de consecuencias, la tesis a otras proposiciones ya conocidas. (…)

Réplica de Descartes: “... Si se quiere resolver un problema, hay que considerarlo primero como ya resuelto” (…)

El silogismo obliga a partir de una proposición establecida, de la cual no sabemos nunca si podremos concluir la que queremos demostrar, a menos de conocer de antemano la verdad que necesita demostración. (…)

El análisis es, pues, el primer momento del método. Dada una dificultad, planteado un problema, es preciso ante todo considerarlo en bloque y dividirlo en tantas partes como se pueda (segunda regla del método). Pero ¿en cuántas partes dividirlo? ¿Hasta dónde ha de llegar el fraccionamiento de la dificultad? ¿Dónde deberá detenerse la división? La división deberá detenerse cuando nos hallemos en presencia de elementos que puedan ser conocidos inmediatamente como verdaderos y de cuya verdad no pueda caber duda alguna. Los tales elementos simples son las ideas claras y distintas. (Primer regla del método)  (…)

La regla propone la evidencia, como criterio de la verdad. Lo verdadero es lo evidente (…)

En efecto, las cosas existentes no nos son dadas en sí mismas, sino como ideas o representaciones a las cuales suponemos que corresponden realidades fuera del yo. Pero el material del conocimiento no es nunca otro que ideas -de diferentes clases-, y, por tanto, el criterio de la verdad de las ideas no puede ser extrínseco, sino que debe ser interior a las ideas mismas. La filosofía moderna debuta, con Descartes, en idealismo. Incluye el mundo en el sujeto; transforma las cosas en ideas, tanto que un problema fundamental de la filosofía cartesiana será el de salir del yo y dar el paso de las ideas a las cosas.



Fragmentos del Discurso del método

Según la versión de Manuel García Morente, Espasa-Calpe, Madrid, 1954

“Fue el primero, no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mí espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.

El segundo, dividir cada una de las dificultades, que examinare, en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solución.

El tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos, e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.

Y el último, hacer en todo unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada.”


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