I.
DE LOS FINES Y LA ESTRUCTURA DEL ESTADO JUSTO.
El
fin de la política es el bien y la felicidad de todos los ciudadanos.
El
Estado justo es aquel que hace posible este objetivo.
El
Estado es un reflejo del estado del alma de los ciudadanos, y a viceversa, el
alma de los ciudadanos es un reflejo del Estado en el que viven. Un Estado
justo es a la vez hijo y padre de ciudadanos justos.
Al
igual que en el alma hay tres partes: la razón, la voluntad y las pasiones, en
todo Estado hay tres partes o grupos principales: los gobernantes, los
guardianes o guerreros, y los productores (agricultores, artesanos…).
II.
DE LA JUSTICIA EN EL ESTADO Y LA FUNCIÓN DE CADA UNA DE SUS PARTES.
La
justicia o armonía del Estado es análoga a la justicia o armonía en el alma.
Consiste en que cada parte de ese Estado se entregue virtuosamente a su función
más propia. Los gobernantes a legislar y gobernar, los guardianes a defender al
Estado de las agresiones externas o internas, y los productores a producir los
bienes materiales necesarios para todos.
Los
gobernantes han de ser respecto a la sociedad como la razón es respecto al
alma: su parte racional. Su virtud es la sabiduría. Un Estado Justo es aquel en
el que gobiernan los más sabios o filósofos. Solo los que conocen lo que es el
Bien y la Justicia en sí mismos (la Idea de Bien) pueden legislar, gobernar y
juzgar justamente.
Los
guardianes han de ser respecto a la sociedad como la voluntad es respecto al
alma: su parte irascible. Su virtud es el valor y la obediencia a los
gobernantes. Un Estado Justo es aquel cuyos guerreros son los más valientes y
disciplinados, valor y disciplina que nacen de su educación y de la convicción
de que las leyes que defienden son las más justas y sabias.
Los
productores han de ser respecto a la sociedad como la pasión es respecto al
alma: su parte concupiscible. Su virtud es la moderación. Un Estado Justo es
aquel cuyos productores moderan su afán por el lucro y el disfrute de los
bienes materiales (que producen y con los que comercian). Su moderación es
fruto de la educación recibida y, por ello, aunque viven para los placeres,
evitan los excesos y los goces más perjudiciales.
V.
SOBRE CÓMO EVITAR LA DEGENERACIÓN DEL ESTADO.
Un
Estado degenera cuando sus partes no ejercen virtuosamente la función que les
corresponde, especialmente cuando gobierna quienes no son competentes para
ello. Los Estados degenerados son, por orden de menos a más (degenerado), los
siguientes:
(a)
Timocracia. Gobiernan los guardianes o guerreros, cuya virtud es el valor, la
disciplina y el honor (como en Esparta, la potencia rival de Atenas). Pero el
valor sin sabiduría es ciego, no sabe a qué hay que aplicarse, y acaba
aplicándose a sí mismo (el valor por el valor, el poder por el poder), o a
fines innobles (la fama que da la victoria, la riqueza arrebatada a los
enemigos…). Así, los gobernantes-guardianes acaban volviéndose codiciosos y
amantes del lujo y la riqueza. Esto conduce a la oligarquía.
(b)
Oligarquía. Gobiernan los ricos, cuyo principal objetivo es mantener o aumentar
su patrimonio. Nace de la degeneración de la timocracia. Este Estado tiene dos
grandes defectos: la desunión entre ricos y pobres, y la falta de moderación en
el afán por la riqueza y los placeres que esta riqueza procura. En el Estado
oligárquico todos acaban queriendo ser ricos, y vivir con el mismo lujo y
libertinaje con que viven los gobernantes. Esto conduce a la democracia.
(c)
Democracia. Gobierna la mayoría (es decir, los productores, el pueblo). Nace de
la degeneración de la oligarquía. La virtud de los productores debería ser la
moderación, pero el pueblo no es sabio y no puede moderarse a sí mismo. Así que
funda su propio Estado en el exceso de libertad y de igualdad. Por la creencia
en una igualdad excesiva nadie aprende nada (se cree que nadie es mejor que
nadie) y se cae en el relativismo (cada uno cree tener ideas igualmente válidas
sobre lo bueno y cualquier otra cosa). La libertad para el ignorante es (como
para los niños) hacer lo que se le antoje. Relativismo y libertinaje conducen a
una lucha desenfrenada por los placeres y la riqueza (Es obvio que Platón se
refiere aquí a la Atenas de su tiempo). Cuando el desorden se vuelve imposible
de soportar se recurre a la tiranía.
(d)
Tiranía. Gobierna un solo hombre ignorante y violento. Nace de la degeneración
de la democracia y es el peor de los Estados. No hay ninguna virtud. El tirano
llega al gobierno, y se mantiene en él mediante la violencia y el engaño
(haciendo creer que va a beneficiar a todos, cuando solo busca su propio
beneficio).
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