miércoles, 22 de febrero de 2017

Nietzsche y la critica al lenguaje

"¿Qué es pues la verdad?
Un vivaz ejército de metáforas" 

Intruducción

Sabemos que Nietzsche fue uno de los mayores críticos de la cultura occidental: filosofía, ciencia, religión, moral. Todas estos "territorios" tienen algo en común: su fe en el lenguaje. Creer que por medio de conceptos podemos llegar a alguna verdad, ya sea filosófica, científica o moral. 


En entradas anteriores vimos cómo Nietzsche atacaba a la razón y la encontraba culpable de crear conceptos fijos, inmóviles, a partir de los cuales pretendía apresar la realidad, adueñarse de la verdad.

En el Ocaso de los ídolos dice -contradiciendo a Platón, a Descartes y a la mayoría de los filósofos que pecan de racionalistas- que los sentidos no mienten, sino que "lo que nosotros hacemos con su testimonio pone en ellos la mentira; por ejemplo, la mentira de la unidad, la mentira de la objetividad, de la sustanicia, de la duración... la razón es la causa por la cuál falseamos el testimonio de nuestros sentidos"


Pero es en "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral", donde Nietzsche explica que la verdad no nos dice nada del mundo, de cómo es el mundo. Solo son metáforas que inventamos para hablar de él para relacionarnos y entendernos entre nosotros:

 "La “cosa en sí” (esto sería justamente la verdad pura, sin consecuencias) es totalmente inalcanzable y no es deseable en absoluto para el creador del lenguaje"

La verdad , al fin y al cabo, es una mentira en la que decidimos creer para poder vivir en comunidad.

"Hasta ahora solamente hemos hablado de la obligación que la sociedad establece para existir, la de ser veraz, usar las metáforas usuales, así pues, dicho en términos morales, la obligación de mentir según una convención"

En su libro Intensidades filosóficas, Gustavo Santiago explica:

"La palabra no existe para traducir, para reflejar el mundo. Existe parta crear puentes entre las cosas y los hombres. Puentes ilusorios, en la medida en que nunca queda constancia de que se pueda lograr atravesarlos, en la medida en que nunca se llega a estar seguro de qué es lo que hay del otro lado. El lenguaje resbala, patina, baila por la superficie del mundo." 


La razón y el lenguaje son entonces las fuentes de todos nuestros errores, en la mediad en que creemos que pueden ayudarnos a conocer algo del mundo cuando en realidad solo sirven para organizarnos socialmente. Por eso, en el Ocaso de los ídolos dice:


"La razón en el lenguaje, ¡oh, qué vieja hembra engañadora! Temo que no vamos a desembarazarnos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática" (Nietzsche, el Ocaso de los Ídolos, La razón en Filosofía, af.5.)

Solo si comprendemos que las palabras no nos sirven para conocer dejaremos de ser creyentes de la verdad.

A continuación, algunos de los pasajes más importantes de Sobre verdad y mentira.


Nietzsche; Sobre Verdad y Mentira en Sentido Extramoral -Selección de fragmentos-

"En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la “Historia Universal”: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y caduco, cuán estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía; cuando de nuevo se acabe todo para él no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no hay ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana. No es sino humano, y solamente su poseedor y creador lo toma tan patéticamente como si en él girasen los goznes del mundo. Pero, si pudiéramos comunicarnos con la mosca, llegaríamos a saber que también ella navega por el aire poseída de ese mismo pathos, y se siente el centro volante de este mundo."



(...)

"Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de una “verdad” en el grado que se acaba de señalar. Si no se contenta con la verdad en forma de tautología, es decir, con conchas vacías, entonces trocará continuamente ilusiones por verdades. ¿Qué es una palabra? La reproducción en sonidos de un impulso nervioso. Pero inferir además a partir del impulso nervioso la existencia de una causa fuera de nosotros, es ya el resultado de un uso falso e injustificado del principio de razón. ¡Cómo podríamos decir legítimamente, si la verdad fuese lo único decisivo en la génesis del lenguaje, si el punto de vista de la certeza lo fuese también respecto a las designaciones, cómo, no obstante, podríamos decir legítimamente: la piedra es dura, como si además captásemos lo “duro” de otra manera y no solamente como una excitación completamente subjetiva! Dividimos las cosas en géneros, caracterizamos el árbol como masculino y la planta como femenino: ¡qué extrapolación tan arbitraria! ¡A qué altura volamos por encima del canon de la certeza! Hablamos de una “serpiente”: la designación cubre solamente el hecho de retorcerse; podría, por tanto, atribuírsele también al gusano. ¡Qué arbitrariedad en las delimitaciones! ¡Qué parcialidad en las preferencias, unas veces de una propiedad de una cosa, otras veces de otra! Los diferentes lenguajes, comparados unos con otros, ponen en evidencia que con las palabras jamás se llega a la verdad ni a una expresión adecuada pues, en caso contrario, no habría tantos lenguajes. La “cosa en sí” (esto sería justamente la verdad pura, sin consecuencias) es totalmente inalcanzable y no es deseable en absoluto para el creador del lenguaje. Éste se limita a designar las relaciones de las cosas con respecto a los hombres y para expresarlas apela a las metáforas más audaces."





"Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles, colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas que no corresponden en absoluto a las esencias primitivas.



"Todo concepto se forma por equiparación de casos no iguales. Del mismo modo que es cierto que una hoja no es igual a otra, también es cierto que el concepto hoja se ha formado al abandonar de manera arbitraria esas diferencias individuales, al olvidar las notas distintivas, con lo cual se suscita entonces la representación, como si en la naturaleza hubiese algo separado de las hojas que fuese la “hoja”, una especie de arquetipo primigenio a partir del cual todas las hojas habrían sido tejidas, diseñadas, calibradas, coloreadas, onduladas, pintadas, pero por manos tan torpes, que ningún ejemplar resultase ser correcto y fidedigno como copia fiel del arquetipo."




"Si alguien esconde una cosa detrás de un matorral, a continuación la busca en ese mismo sitio y, además, la encuentra, no hay mucho de qué vanagloriarse en esa búsqueda y ese descubrimiento; sin embargo, esto es lo que sucede con la búsqueda y descubrimiento de la “verdad” dentro del recinto de la razón. Si doy la definición de mamífero y a continuación, después de haber examinado un camello, declaro: “he aquí un mamífero”, no cabe duda de que con ello se ha traído a la luz una nueva verdad, pero es de valor limitado; quiero decir; es antropomórfica de cabo a rabo y no contiene un solo punto que sea “verdadero en sí”, real y universal, prescindiendo de los hombres. El que busca tales verdades en el fondo solamente busca la metamorfosis del mundo en los hombres; aspira a una comprensión del mundo en tanto que cosa humanizada"

"Gracias solamente al hecho de que el hombre se olvida de sí mismo como sujeto y, por cierto, como sujeto artísticamente creador, vive con cierta calma, seguridad y consecuencia; si pudiera salir, aunque sólo fuese un instante, fuera de los muros de esa creencia que lo tiene prisionero, se terminaría en el acto su “conciencia de sí mismo”. Le cuesta trabajo reconocer ante sí mismo que el insecto o el pájaro perciben otro mundo completamente diferente al del hombre y que la cuestión de cuál de las dos percepciones del mundo es la correcta carece totalmente de sentido, ya que para decidir sobre ello tendríamos que medir con la medida de la percepción correcta, es decir, con una medida de la que no se dispone." 


"Si pudiéramos comunicarnos con la mosca, llegaríamos a saber que también ella navega por el aire poseída de ese mismo pathos (estado de ánimo), y se siente el centro volante de este mundo."

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