martes, 27 de diciembre de 2016

Nietzsche, El problema de Sócrates


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El segundo título del Ocaso de los Ídolos es "el problema de Sócrates", allí Nietzsche ataca uno de los principales filósofos de la antigüedad, el maestro de Platón, el padre de la dialéctica y de la moral. Aquel que es considerado por muchos el primero de los filósofos, el más grande de Atenas, el más sabio, es bajo la mirada de Nietzsche un decadente; el triunfo de la filosofía socrática es un síntoma de la decadencia de la vitalidad griega. 
"Yo reconocía que Sócrates y Platón son síntomas de decadencia, instrumentos de la descomposición griega, antigriegos."
Ello se debe a que con Sócrates triunfan la razón y la moral, a partir de entonces la humanidad a comenzado un camino de desprecio y negación hacia la vida. 

Esculapio
Al comienzo del capítulo recuerda la última frase de Sócrates antes de morir. Este le dice a su amigo Critón: "le debemos un gallo a Esculapio. Paga mi deuda, no la olvides". Esculapio es el dios de la salud, un dios curador, un médico. Entonces dice Nietzsche:
"Vivir, significa estar enfermo durante mucho tiempo, yo debo un gallo a Esculapio por mi curación"
La muerte de Sócrates fue entonces un suicidio de un hombre cansado que ya no quería vivir:
"Sócrates quería morir; no fue Atenas la que le dio la copa de veneno, sino que él la tomo para si mismo"
Solo la muerte nos cura de la enfermedad que es la vida. Esta valoración de la vida atenta contra la vida nos dice Nietzsche, este es el comienzo de la decadencia, el principio del camino que luego va a recorrer con gusto el cristianismo.


Veamos qué aspectos de la filosofía de Sócrates son un síntoma de decadencia.

El primer aspecto que señala Nietzsche es el uso de la dialéctica, esa técnica, ese modo de discutir que tenía Sócrates, sumamente racional.
"los hombres honrados no llevan así sus razones tan a mano"
Ataca Nietzsche. Y también:
"Las cosas que son suceptibles de demostración tienen poco valor"
Ya había criticado el uso de la lógica y la razón en Más Allá del Bien y del Mal. Recordemos el siguiente fragmento:
"Tenemos que contar entre las actividades instintivas la parte más grande del pensar consciente, y ello incluso en el caso del pensar filosófico (...) La mayor parte del pensar consciente de un filósofo está guiada de modo secreto por sus instintos y es forzada por éstos a discurrir por determinados carriles. También detrás de toda lógica y de su aparente soberanía de movimientos se encuentran valoraciones o, hablando con mayor claridad, exigencias fisiológicas orientadas a conservar una determinada especie de vida"  (af. 3)
La razón no está ajena a los instintos, responde a ellos.  ¿Será
 "en Sócrates la dialéctica será sólo una forma de venganza?" "¿Es la ironía de Sócrates una forma expresiva de la rebelión? ¿Se venga de los nobles, a quienes fascina?"
¿Cómo pudo Sócrates (siendo feo y plebeyo) fascinar a los nobles? Nietzsche explica:
"Calladamente se preparaba en todas partes una misma cualidad de degeneración; la antigua Atenas tocaba a su termino (...) donde quiera los instintos estaban  en la anarquía."
 "Los instintos quieren ejercer la tiranía; había que encontrar un cantratirano más fuerte" 
Entonces
"Se vio en la racionalidad una tabla de salvación"
Por último, ¿cuál es el error de creer que con la racionalidad se encontrará la salvación de los instintos? La respuesta de Nietzsche es contundente:

"La cruda luz del día, la racionalidad a toda costa, la vida clara, consciente, prudente, sin instintos, en oposición a los instintos, fue una enfermedad; en modo alguno un retorno a la virtud, a la salud, ésta es la fórmula de la decadencia: en tanto la vida ascienda, la felicidad y el instinto son cosas iguales"




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