lunes, 26 de diciembre de 2016

Nietzsche, el ocaso de los ídolos




El Ocaso de los ídolos, o cómo se filosofa a martillazos es el anteúltimo libro que escribió Nietzsche, en 1889. El siguiente fue Ecce Homo, también en 1889, pero publicado después de su muerte. Y se sabe que comenzó la Voluntad de Poder, pero no terminó de escribirlo.

El libro comienza con una sección que se titula "dardos y sentencias". Son una serie de aforismos (44) que  tratan sobre diversos temas que luego retoma y desarrolla en distintas partes del libro. Uno de ellos (el 7) hace alusión a la idea ya desarrollada en el Zaratustra de la muerte de Dios y dice:

¿Cómo? ¿Es el hombre tan sólo un error de Dios? ¿O es Dios tan sólo un error del hombre?

Si Dios ha muerto es porque antes ha existido, y si ha existido es porque los hombres lo crearon (un determinado grupo de hombres) Por medio de estas dos preguntas no solo insinúa el filósofo del martillo que los hombres fueron los que crearon la idea de Dios, sino también que esta creación ha sido un error. Creación (ficción) y error son dos conceptos que están relacionados y explican cómo el hombre llegó a creer en sus ficciones como cosas reales, existentes en sí mismas. 

El aforismo 18 dice:
Quien no sabe poner su voluntad en las cosas, pone en ellas al menos un sentido: es decir, cree que hay en ellas una voluntad (principio de la «fe»).

Anteriormente se golpeó en el concepto de Dios y se encontró detrás la mano del hombre. Ahora se aclara que es la voluntad la que se encuentra detrás de todas las cosas. Quien no impone su voluntad acepta una voluntad, pero en el fondo no hay nada que no sea creado y movido por la voluntad. Zaratustra dice:
En todos los lugares donde encontré vida encontré voluntad de poder.

Muerte de Dios y voluntad de poder (dos conceptos claves de la filosofía Nietzscheana) están presentes en esta selección de aforismos que hace Nietzsche para iniciar este libro. Prestémosle atención a este segundo concepto. 


La “voluntad de poder” aspirara a ser dueña, es decir, a ordenar, a poseer el mando. Esto significa que la voluntad no posee un objetivo concreto, sino que anhela ejercer su poder en todos los planos.

Foucault nos previene que se puede cometer un grave error si se interpreta la voluntad de poder como el deseo de “alcanzar el poder”, como si este brotara de una sola fuente, como si fuera una herramienta que se posee y se tiene al alcance de la mano para cuando se lo necesita. El poder no es algo que se posee, sino algo que se ejerce, es la acción –el ejercicio- de llevar a cabo la voluntad. 

Otro aforismo -uno de los más duros y más difícil de digerir-, el 31, dice:
El gusano pisado se retuerce. Esa es su sabiduría. Haciendo esto disminuyen las probabilidades de volver a ser pisado.- En el idioma de la moral, esto se llama humildad.

En este aforismo Nietzsche ataca uno de los valores más elevados del cristianismo (otro ídolo).  Y lo que pretende Nietzsche en este libro es realizar una "transmutación de todos los valores":
Una transmutación de todos los valores (...) nos fuerza en todo momento a marchar hacia el sol, a sacudir toda seriedad gravosa, demasiado gravosa.

Nietzsche combate la pesadez y la seriedad de la moral por medio de una filosofía alegre, destructora, creativa. Su filosofía es vitalista porque realza el valor, la fuerza, la aventura, las empresas difíciles y solitarias. Hay sufrimiento en este camino, pero también hay felicidad. El último aforismo, el 44 dice:
Esta es mi fórmula de mi felicidad: un sí, un no, una línea recta, una meta. 

Y en el prefacio cita esta sentencia: 
  «Con la herida aumentan los ánimos y se robustece la fuerza.»

Muerte de Dios, Voluntad de Poder y Transmutación de todos los Valores, tres ideas centrales de la filosofía de Nietzsche pueden reconocerse por medio de algunos aforismos en esta primer parte del Ocaso de los Ídolos 


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