miércoles, 1 de abril de 2015

La filosofía, entre acordes y melodías




A la filosofía se la puede reconocer en muchos lugares, escondida entre  novelas, canciones, películas, etc. También, si se mira bien, se la puede encontrar en la mesa de un bar, en una charla entre amigos, en los consejos de un padre o una madre, en la réplica de un adolescente  o en la clásicas y molestas preguntas de los niños.

Para empezar a reconocerla en lugares más habituales y desmitificar la idea de que la filosofía es algo difícil, que se encuentra oculta y es para unos pocos, vamos a buscarla en algunas canciones. La primera es Callejero, de Alberto Cortés, habla de un perro vive de acuerdo a "la filosofía de la libertad". Uno podría pensar en el famoso caso de Diógenes el cínico, que vivía como los perros, sin hogar y sin posesiones, para poder ser libre. O también podría pensar en esas personas que viven viajando y nunca echan raíces en lugar, como describe la canción "El desaparecido" de Manu Chao.


Callejero


Era callejero por derecho propio 
su filosofía de la libertad 
fue ganar la suya sin atar a otros 
y sobre los otros no pasar jamás. 
aunque fue de todos nunca tuvo dueño 
que condicionara su razón de ser 
libre como el viento era nuestro perro 
nuestro y de la calle que lo vio nacer. 
Era un callejero con el sol a cuestas 
fiel a su destino y a su parecer 
sin tener horario para hacer la siesta 
ni rendirle cuentas al amanecer 
Era nuestro perro y era la ternura, 
esa que perdemos cada día mas 
y era una metáfora de la aventura 
que en el diccionario no se puede hallar. 
Digo nuestro perro porque lo que amamos 
lo consideramos nuestra propiedad 
y era de los niños y del viejo pablo 
a quien rescatara de su soledad. 
Era un callejero y era el personaje 
de la puerta abierta en cualquier hogar 
y era en nuestro barrio como del paisaje 
el sereno, el cura y todos los demás. 
Era el callejero de las cosas bellas 
y se fue con ellas cuando se marchó 
se bebió de golpe todas las estrellas 
se quedó dormido y ya no despertó 
Nos dejó el espacio como testamento 
lleno de nostalgia, lleno de emoción 
vaga su recuerdo por los sentimientos 
para derramarlos en esta canción. 
Al fin y al cabo amigos míos, 
no era mas que un perro...

-Alberto Cortez-



Clandestino, El desaparecido



Me dicen el desaparecido
Fantasma que nunca está
Me dicen el desagradecido
Pero esa no es la verdad
Yo llevo en el cuerpo un dolor
Que no me deja respirar
Llevo en el cuerpo una condena
Que siempre me echa a caminar


La segunda canción es uno de los tangos más famosos de Enrique Santos Discépolo, interpretado por el Polaco Goyeneche, "Cafetín de Buenos Aires", un emblema de la cultura popular y "la escuela de la calle". 

Cafetín de Buenos Aires




De chiquilín te miraba de afuera
como a esas cosas que nunca se alcanzan...
La ñata contra el vidrio,
en un azul de frío,
que sólo fue después viviendo
igual al mío...
Como una escuela de todas las cosas,
ya de muchacho me diste entre asombros:
el cigarrillo,
la fe en mis sueños
y una esperanza de amor.

Cómo olvidarte en esta queja,
cafetín de Buenos Aires,
si sos lo único en la vida
que se pareció a mi vieja...
En tu mezcla milagrosa
de sabihondos y suicidas,
yo aprendí filosofía... dados... timba...
y la poesía cruel
de no pensar más en mí (...)

Enrique Santos Discépolo




"La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo ya hay que morirse"   E. Sabato





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