A continuación compartimos un fragmento del libro "El Mundo de Sofía", de Jostein Gaarder, en donde el filósofo le explica a Sofía el materialismo histórico de Marx.
Marx y el materialismo histórico,
Base y superestructura
Base y superestructura
-¿Dijiste
que era un «materialista histórico»?
-No era un «materialista filosófico»,
como los atomistas de la
Antigüedad y el materialismo mecanicista de los siglos XVII y
XVIII, pero pensaba que en gran medida son las condiciones materiales de la
sociedad las que deciden cómo pensamos. También para la evolución histórica son
decisivas las condiciones materiales.
–Bastante
diferente al «espíritu universal» de Hegel.
–Hegel
había señalado que la evolución histórica se mueve hacia adelante por una tensión
entre contrastes, que a su vez es sustituida por un cambio brusco. Esta idea es
continuada por Marx. Pero según Marx, Hegel lo expresaba al revés (...) A la fuerza que impulsa la Historia hacia adelante, Hegel la llamaba «espíritu universal». Es esto lo que, según Marx, es poner las cosas al revés. Él quería mostrar que los cambios materiales son los decisivos
(...) A estas condiciones materiales,
económicas y sociales de la sociedad, Marx las llamó base de la sociedad. A cómo
se piensa en una sociedad, qué clase de instituciones políticas se tienen, qué
leyes y lo que no es menos importante, qué religión, moral, arte, filosofía y
ciencia, Marx lo llama supraestructura de la sociedad.
-Base y supraestructura, entonces.
-Ahora alcánzame el templo griego,
por favor
-Aquí lo tienes.
-Esto es una copia reducida del
viejo templo del Partenón de la Acrópolis (...) Ves que
el edificio tiene un tejado muy elegante y elaborado. Puede incluso que en lo
primero que uno se fije sea en el propio tejado y en la fachada. Eso es lo que
podríamos llamar la «supraestructura». Pero el tejado no puede flotar en el
aire.
–Está
sostenido por columnas.
–Todo el edificio
tiene ante sí un sólido fundamento, o una «base», que soporta toda la
construcción. De la misma manera Marx opinaba que las condiciones materiales
levantan, en cierto modo, todo lo que hay de pensamientos e ideas en la
sociedad. En este sentido la supraestructura de una sociedad es el reflejo de
la base de la misma. (...)
–Entiendo.
¿Pero vas a decir algo más sobre el templo?
–Sí, un
poco más. Estudia detenidamente la base del templo e intenta describírmela.
–Las
columnas reposan sobre una base que consta de tres niveles o escalones.
–De la
misma manera también podemos distinguir tres niveles en la base de la sociedad.
Lo más básico es lo que podemos llamar «condiciones de producción» de la
sociedad, es decir las condiciones y los recursos naturales que existen en la
sociedad, todo aquello que tiene que ver con el clima y las materias primas.
Todo esto constituye los cimientos de la sociedad, y estos cimientos ponen límites
clarísimos sobre qué tipo de producción puede tener esta sociedad. Y con ello,
también se ponen límites muy claros sobre qué tipo de sociedad y qué tipo de
cultura se puede llegar a tener en general.
–Por
ejemplo no se pueden pescar arenques en el Sahara, y tampoco se pueden cultivar
dátiles en el norte de Noruega.
–Justo.
Lo has entendido. Pero también hay mucha diferencia entre la manera de pensar
de la gente de una cultura nómada y la de un pueblecito pesquero del norte de
Noruega. El siguiente nivel abarca las «fuerzas productivas» que existen en la
sociedad. Marx se refiere con esto a la clase de herramientas y máquinas que se
tienen.
–Antiguamente
se pescaba con barcas de remo, hoy se pesca con grandes barcos de arrastre.
–Ya estás
tocando el siguiente nivel de la base de la sociedad, es decir quién es el
propietario de los medios de producción. A la propia organización del trabajo,
es decir; a la división del trabajo y a las relaciones de propiedad, Marx las llamó
relaciones de producción de la sociedad.
Entiendo.
–Hasta
aquí podemos concluir y decir que es el modo de producción de una sociedad el
que decide las condiciones políticas e ideológicas que hay en esa sociedad. No
es una casualidad que hoy en día pensemos de un modo algo distinto, y que
tengamos una moral distinta a la que existía en una antigua sociedad feudal.
–Entonces
Marx no creía en un derecho natural vigente en todos los tiempos.
–No, la
cuestión de lo que es moralmente correcto es, según Marx, un producto de la
base de la sociedad. No es, por ejemplo, una casualidad el que en las viejas
sociedades campesinas fueran los padres los que decidieran con quién se iban a
casar sus hijos, ya que entraba en juego la cuestión de quién iba a heredar la
granja. En una ciudad moderna las relaciones sociales son distintas. Aquí te
puedes encontrar con tu futuro esposo o esposa en una fiesta o en una
discoteca, y si uno está suficientemente enamorado, encontrará, de alguna
manera, un sitio donde vivir.
–Yo nunca
hubiera consentido que mis padres decidieran con quién tengo que casarme.
–No,
porque tú también eres hija de tu época. Marx señaló además que, por regia
general, es la clase dominante de una sociedad la que decide lo que es bueno y
lo que es malo. Porque toda la
Historia es una historia de luchas de clases. Es decir, que la Historia trata, sobre
todo, de quién va a ser propietario de los medios de producción.
- hoy se pesca con grandes barcos de arrastre.
–Ya estás
tocando el siguiente nivel de la base de la sociedad, es decir quién es el
propietario de los medios de producción. A la propia organización del trabajo,
es decir; a la división del trabajo y a las relaciones de propiedad, Marx las llamó
relaciones de producción de la sociedad.
-Entiendo.
–Hasta
aquí podemos concluir y decir que es el modo de producción de una sociedad el
que decide las condiciones políticas e ideológicas que hay en esa sociedad. No
es una casualidad que hoy en día pensemos de un modo algo distinto, y que
tengamos una moral distinta a la que existía en una antigua sociedad feudal.
La Lucha de Clases y el progreso de la historia
–En todas las fases de la Historia ha habido, según Marx, un antagonismo entre las dos clases sociales dominantes. En la sociedad de esclavitud de la Antigüedad, el antagonismo estaba entre el ciudadano libre y el esclavo; en la sociedad feudal de la Edad Media entre el señor feudal y el siervo; y más adelante entre el noble y el burgués. Pero en la época del propio Marx, en lo que él llama una sociedad burguesa o capitalista, los antagonismos están ante todo entre el capitalista y el obrero o proletario. Existe, pues, un antagonismo entre los que poseen y los que no poseen los medios de producción. Y como la «clase superior» no quiere ceder su predominio, un cambio sólo puede tener lugar mediante una revolución (...)
En el
sistema capitalista el obrero trabaja para otro. Así el trabajo se convierte en
algo fuera de él. El obrero es un extraño a su propio trabajo y por tanto también
se convierte en un extraño a si mismo. Pierde su propia realidad humana. Marx
dice con una expresión hegeliana que el obrero se siente alienado.
–Yo tengo
una tía que lleva veinte años en una fábrica empaquetando bombones, de modo
que no me cuesta nada entender lo que dices. Dice que odia tener que ir al
trabajo todas las mañanas.
–Pero si
odia su trabajo, Sofía, entonces, en cierta manera, también debe de odiarse a sí
misma.
–Desde
luego, odia los bombones.
–En la
sociedad capitalista el trabajo está organizado de manera que el obrero está
realizando, en realidad, un trabajo de esclavo para otra clase social. Así, el
obrero transfiere su propia fuerza laboral, y con ello toda su existencia
humana, a la burguesía.
–¿Tan
terrible es?
–Estamos
hablando de Marx. Tenemos que tener presentes las condiciones sociales
existentes a mediados del siglo pasado. Y la respuesta es un sonoro «sí». El
obrero tenía fácilmente una jornada laboral de doce horas, en unas frías naves
de producción. La paga era a menudo tan escasa que también tenían que trabajar
los niños y las mujeres que acababan de dar a luz. Todo esto llevó a
condiciones sociales indescriptibles. En algunos lugares, parte del salario se
pagaba en forma de aguardiente barato, y muchas mujeres se veían obligadas a
prostituirse. Los clientes eran los «señores de la ciudad». En pocas palabras:
precisamente mediante lo que sería la marca de nobleza del hombre, es decir, el
trabajo, al obrero se le convertía en un animal.
-Pero el capitalismo es una etapa de la historia que será superado, porque el capitalismo es un sistema autodesctructivo, no tiene una dirección racional. Los capitalistan ganan cada vez más, para competir abaratan los costos, compran maquinarias, bajan los sueldos. Los trabajadores ganan cada vez menos y no pueden comprar los productos. La revolución es inminente-
-«A la propiedad privada
capitalista le ha llegado su hora», dice Marx. Pronto nos encontraremos en una
situación revolucionaria.
–Entiendo.
–Para
resumir, acaba con que se levantan los proletarios asumiendo la propiedad de
los medios de producción.
–¿Y
entonces qué pasa?
–Durante un cierto período tendremos una nueva «sociedad de clases» en la que los proletarios mantendrán sometida por la fuerza a la burguesía. A esta etapa Marx la llamó dictadura del proletariado. Pero tras un período de transición, la dictadura del proletariado será sustituida por una «sociedad sin clases», o comunismo. En esta sociedad los medios de producción serán propiedad de «todos», es decir del propio pueblo. En una sociedad así cada uno «rendirá según su capacidad y recibirá según su necesidad». Además ahora el trabajo pertenecerá al propio pueblo y cesará la «alienación» capitalista.
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