domingo, 2 de agosto de 2020

David Harvey, "Razones para ser anticapitalista"


 

* Este texto es la transcripción en español de la exposición de David Harvey en la conferencia internacional “The Future is Public” –Ámsterdam, diciembre de 2019–. 

Compartimos una selección de fragmentos.


Capitalismo y globalización

Marx escribió su obra a mediados del siglo XIX, cuando el capitalismo industrial era la forma de capital más influyente en esa época. Pero, en realidad, el capitalismo industrial solo dominaba una parte muy pequeña del mundo; a saber, Gran Bretaña, parte de Europa occidental, la costa este de los Estados Unidos, y eso es todo. El resto del mundo se relacionaba con el capital a través de las actividades de los comerciantes y el capitalismo comercial. Pero las relaciones sociales no eran globales. Sin embargo, una de las tesis sobre el capital  desarrolladas en el Manifiesto Comunista establece que este, para sobrevivir, debía desarrollar un mercado mundial, y por entonces el capital ya estaba en proceso de crearlo. Se trataba de una expansión geográfica. La expansión geográfica está acompañada por lo que Marx llamaba la aniquilación del espacio a través del tiempo, lo que significa que, si bien existía una expansión geográfica, la cantidad de tiempo que se demo- raba en llegar de una parte del mundo a otra se reduciría constantemente.

Ahora bien, es muy interesante que Marx haya realizado esta observación en 1848 o 1860. En la actualidad ya hemos llegado al punto en que el capital prácticamente domina cada rincón del mundo.

 

El capital crece

Una de las tesis con las que nos topamos una y otra vez sostiene que el capitalismo se trata de la acumulación infinita del capital; es decir, que el capital perdurará a lo largo del tiempo y se expandirá continuamente. Marx también destacó –y creo que esa observación es fundamental para comprender lo que sucede en la actualidad– cuál sería la forma del capital que podría expandirse sin límites: la forma dinero. Esa es la forma que puede expandirse.

No se trata solo de tener más al final del día, sino de que parte de ese excedente se reinvierta en generar más y más. Por ende, el crecimiento es significativo.

La principal motivación de la economía capitalista es la ganancia, lo que quiere decir que, al final del día, hay más de lo que había al comienzo de la jornada. Y si hay más al final del día, la pregunta es de dónde proviene y qué se hace con eso.

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En Grundrisse y El capital (volumen III), Marx hace una cita interesante sobre alguien que escribía a fines del siglo XVIII: un tal Dr. Price, quien en 1772 planteó algunas observaciones interesantes. Lo más importante acerca de estas observaciones fue que el doctor Price descubrió que existía algo llamado interés compuesto. Este tipo de interés es una fuerza muy poderosa, por lo que escribió brevemente al respecto. Expresó que, si hubiera invertido un penique con una tasa del 5% el día en que nació Jesucristo, habría obtenido, al día de hoy, un valor equivalente a 150 planetas Tierra de oro sólido.

Debo destacar que durante los primeros cincuenta años, más o menos, no percibimos este proceso. Luego, llegamos al punto de inflexión, comienza la aceleración y la curva de crecimiento exponencial.

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Usaré las cifras que brindó el economista Brad DeLong, quien sostiene que en 1950 la producción total de bienes y servicios en la economía mundial era el equivalente a unos cuatro billones de dólares de 1990. Hacia el año 2000, la cifra ya se había convertido en 40 billones. Y, en este momento, ronda los 80 billones. Al analizarlo, podemos observar que se duplica cada veinticinco años, así que sí eran 40 billones en el año 2000 esa cifra sería hoy equivalente a unos 80 billones. Esto significa que, más adelante, en el año 2050, serán 160 billones. Ya pueden imaginarse entonces hacia dónde nos dirigimos.

¿A dónde va el excedente de capital?

 

El mito de la “La mano oculta”

El capitalismo es un sistema gobernado por abstracciones y no por personas. No es otorgado y gobernado de manera activa y consciente. Todos le hacemos frente al mundo con conciencia, o tal vez no, pero el sistema no funciona de ese modo. Y, en cierto sentido, esta es una cuestión que Marx tomó de Adam Smith. Adam Smith dijo que no importaban las motivaciones individuales porque la mano oculta del mercado era la que regiría todo. Luego, Smith se refirió a los mecanismos que guiarían la evolución de las sociedades. De cierto modo, él creía que estos mecanismos eran guiados de manera benevolente, que crearían la riqueza y el poder, y los bienes y todo, para que el mundo fuese un lugar mejor.

La mano oculta (…) no lleva necesariamente a la tierra prometida (…) toma ese mundo de libertad e independencia individual, y lo que hace es construir un mundo de esclavitud salarial, peonaje por deudas, desigualdad.

Marx sostiene que debe realizarse a la inversa: lo que debemos hacer es construir una situación colectiva que emancipe al individuo al final del día. Debemos partir de la colectividad.

Ahora bien, existe una mitología sobre Marx, el marxismo y el socialismo, acerca de la renuncia a la individualidad emancipatoria en pos de la colectividad, pero eso no es por lo que Marx abogaba. Marx sostenía que debíamos abandonar esa forma de libertad individual que habíamos construido en los siglos XVII, XVIII y XIX. Debíamos renunciar a ello en busca de un proyecto colectivo que permitiera la emancipación del individuo.

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Ahora bien, algo que Marx se preguntaba era: ¿qué indica que un individuo está  verdaderamente emancipado? El tiempo libre desechable y lo que debería crear una sociedad que posee la cantidad máxima de tiempo libre desechable. Vivimos en un mundo en el que, de hecho, tenemos menos tiempo libre no reutilizable. Y una de las razones por las que la política es tan compleja es que las personas están tan atareadas todo el tiempo que no tienen tiempo de pensar, no tienen tiempo de reflexionar ni de organizarse políticamente.


Aumento del capital= aumento de la desigualdad y el descontento

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, dio una entrevista al Financial Times diez días antes del estallido social en Santiago, en la que declaró que su país era un oasis, ya que poseía el mayor ingreso per cápita y los mejores indicadores económicos, asegurando que todo estaba en orden en términos macroeconómicos, que Chile era un faro, un imán para todo el resto de América Latina en todo lo referente a la organización de la economía. Estaba encantado. Y diez días después, todo explotó. Entonces, no supo cómo manejarlo, no entendía lo que el pueblo estaba diciendo. Pero una y otra vez vemos movimientos que simplemente atestiguan que el modelo económico dominante no está funcionando para el pueblo, y las personas comprenden que no funciona y exigen algo diferente.

Surge entonces la pregunta acerca de por qué el modelo económico no funciona. ¿Qué ocurre con el capital en esta época que vuelve imposible su funcionamiento sin generar el tipo de violencia que ejerce sobre las sociedades en todo el mundo?

 



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