"El cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí.”.
1724
- 1804 d. C.
Nació en Koningsberg, un pequeño pueblo de Alemania, allí paso toda
su vida, trabajando como profesor. Sin embargo, fue uno de los filósofos más
grandes de la edad moderna, abanderado de ilustración, fundador de la ética formal y de la estética como disciplina
filosófica independiente. Puso fin a las discusiones entre racionalistas y empiristas creando
una nueva corriente de pensamiento: el idealismo trascendental. La revolución
que provocó Kant dentro del ámbito de la filosofía se la compara al con la
llevada a cabo por Copérnico en el ámbito de la ciencia, porque significó un
cambio de paradigmas.
Kant pensó que la filosofía hasta el momento había querido conocer los objetos sin antes comprender al sujeto. Con ese fin
escribió una obra llamada "Crítica
de la razón pura". Allí somete a juicio a la razón en su afán de querer comprender el
mundo en su totalidad y pone los límites de la razón: no se puede llegar a
conocer las cosas en sí mismas, sino solo los fenómenos,
es decir, aquello que nosotros percibimos y del modo en que lo percibimos.
Por empezar, solo podemos conocer lo que se nos presenta a los sentidos,
aquello de lo cual tenemos alguna experiencia; pero todo lo que escape
a ella no puede ser comprendido: “pensamientos
sin contenido son vacíos”, dice Kant.
Pero tampoco alcanza con la mera percepción para conocer; sino que necesitamos
ordenar estas percepciones por medio de conceptos. Por eso también dice: “impresiones sin conceptos son ciegas”.
Así, los grandes temas de la metafísica, como la existencia de Dios o la inmortalidad del alma, son imposibles de resolver por nuestro entendimiento. Podemos pensar en Dios, pero pensar no es conocer. Para conocer tenemos que pensar sobre el material que nos ofrecen nuestros sentidos. Por eso podemos conocer los fenómenos de la naturaleza. En otras palabras, la metafísica como ciencia es imposible, el único conocimiento válido es el científico.
Así, los grandes temas de la metafísica, como la existencia de Dios o la inmortalidad del alma, son imposibles de resolver por nuestro entendimiento. Podemos pensar en Dios, pero pensar no es conocer. Para conocer tenemos que pensar sobre el material que nos ofrecen nuestros sentidos. Por eso podemos conocer los fenómenos de la naturaleza. En otras palabras, la metafísica como ciencia es imposible, el único conocimiento válido es el científico.
Sin embargo, la crítica que realiza Kant a la razón que aspira
a conocer coas que están fuera de su alcance, no anula su utilidad. De hecho aquellas ideas propias de la razón -Dios, alma, mundo- tienen un fin regulativo.
Además la razón puede actuar sin límites en el campo de la ética, de la estética y de la política. Kant fue abanderado del movimiento ilustrado que confía en el progreso de la humanidad por medio de la educación y el librepensamiento.
Además la razón puede actuar sin límites en el campo de la ética, de la estética y de la política. Kant fue abanderado del movimiento ilustrado que confía en el progreso de la humanidad por medio de la educación y el librepensamiento.
Esto puede verse en su postura ética, totalmente revolucionaria.
Hasta el presente el fundamento de las acciones morales siempre se había buscado en las consecuencias de nuestra acción, en algo externo: el bien, la felicidad, el paraíso, la revolución, etc. Toda moral respondía en última instancia a una lógica de premios y castigos en donde lo que importaba era lo conseguido. Pero para Kant no se deben juzgar las consecuencias de una acción, sino el principio que la mueve, aquello que motiva a realizar determinada acción.
Hasta el presente el fundamento de las acciones morales siempre se había buscado en las consecuencias de nuestra acción, en algo externo: el bien, la felicidad, el paraíso, la revolución, etc. Toda moral respondía en última instancia a una lógica de premios y castigos en donde lo que importaba era lo conseguido. Pero para Kant no se deben juzgar las consecuencias de una acción, sino el principio que la mueve, aquello que motiva a realizar determinada acción.
¿Por qué otro motivo debemos actuar bien si no es por el deber mismo?
Se actúa bien “por deber”, dice Kant. Si
lo que mueve a la acción es el respeto al deber la acción será buena, si lo
que lo mueve es el interés no tiene valor moral.
Dado que “la razón es lo
mejor repartido”, todos podemos llegar a saber por cuenta propia cuál
es nuestro deber si obedecemos al siguiente imperativo: "obra de modo tal que puedas querer que la
norma de tu acción se convierta en ley universal".
Así Kant proyecta una civilización que
regida por la razón logrará la paz mundial y el desarrollo íntegro de cada
individuo.
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