No tenemos ninguna idea innata sobre el mundo. En realidad no sabemos nada de este mundo en el que nos han colocado antes de haberlo visto, Si tenemos una idea o un concepto que no se puede conectar con hechos experimentados, se trata de un concepto o de una idea falsa.
Antes de captar algo con los sentidos, la conciencia está tan vacía y falta de contenido como la pizarra antes de entrar el profesor en la clase. Locke también compara la conciencia con una habitación sin amueblar. Pero luego empezamos a captar con los sentidos. Vemos el mundo a nuestro alrededor, saboreamos, olemos y oímos. Y nadie lo hace con más intensidad que los niños pequeños. De esta manera surgen lo que Locke llama «ideas simples de los sentidos». Pero la conciencia no sólo recibe esas impresiones externas de un modo pasivo. Algo sucede también dentro de la conciencia. Las ideas simples de los sentidos son elaboradas mediante el pensamiento, el razonamiento, la fe y la duda. Así surge lo que Locke llama “ideas de reflexión de los sentidos». Como ves, distingue entre «sentir» y «reflexionar». Pues la conciencia no es siempre una receptora pasiva. Ordena y elabora todas las sensaciones que entran poco a poco en la conciencia (...) Pero todo el material de nuestro conocimiento sobre el mundo entra al fin y al cabo por los sentidos. Por lo tanto, los conocimientos que no pueden derivarse de sensaciones simples, son conocimientos falsos y deben ser rechazados."
–Al menos podemos estar seguros de que lo que vemos y oímos, olemos y saboreamos es como verdaderamente lo sentimos.
–Sí y no. Esta es la segunda pregunta a la que Locke intenta contestar. Primero ha contestado a la pregunta dónde recibimos nuestras ideas y conceptos. Pero luego también se pregunta si el mundo realmente es como nosotros lo percibimos. Porque eso, Sofía, no resulta tan evidente. No hay que precipitarse demasiado. Eso es lo único que un filósofo no se puede permitir.
–No digo nada.
–Locke distinguía entre lo que llamaba cualidades «primarias» y «secundarias» de los sentidos. En este punto entronca con los filósofos anteriores a él, por ejemplo con Descartes.
–¡Explícate!
–Con «cualidades primarias de los sentidos», se refiere a la extensión de las cosas; su peso, forma, movimiento, número. En cuanto a estas cualidades podemos estar seguros de que los sentidos reproducen las verdaderas cualidades de las cosas. Pero también captamos otras cualidades de las cosas. Decimos si algo es dulce o agrio, verde o rojo o frío o caliente. Locke llamaba a éstas «cualidades secundarias de los sentidos». Y estas sensaciones, como color, olor, sabor o sonido, no reflejan las verdaderas cualidades que son inherentes a las cosas mismas, sino que sólo reflejan la influencia de la realidad exterior sobre nuestros sentidos.
(...)
–En la época de Hume estaba muy extendida la creencia de que había ángeles.
Al decir «ángel», nos referimos a una figura de hombre con alas. ¿Has visto alguna vez un ángel, Sofía?
–No.
–¿Pero habrás visto una figura de hombre?
–Qué pregunta más tonta.
–¿También has visto alas?
–Claro que sí, pero nunca en una persona.
–Según Hume, «ángel» es un concepto compuesto. Consta de dos
experiencias diferentes que no están unidas en la realidad, pero que, de todos
modos, en la imaginación del hombre han sido conectadas. Se trata pues de una
idea falsa que inmediatamente debe ser rechazada. De la misma manera tenemos
que ordenar nuestros pensamientos e ideas. Hume djjo. «Cuando tenemos un libro
en la mano, preguntémonos: ¿Contiene
algún razonamiento abstracto referente a tamaños y cifras? No. ¿Contiene algún razonamiento de experiencia
referente a hechos y existencia? No. Entonces déjaselo a las llamas, pues no
contiene nada más que pedantería y quimeras».
(...)
–Era bastante listo. ¿Qué pasa
con Descartes que tenía una idea clara y nítida de Dios?
–También a esta pregunta Hume te ofrece una respuesta. Digamos que nos
imaginamos a Dios corno un ser infinitamente «inteligente, sabio y bueno».
Tenemos, pues, una idea «compuesta» que consta de algo infinitamente inteligente,
algo infinitamente sabio y algo infinitamente bueno. Si nunca hubiéramos
conocido la inteligencia, la sabiduría y la bondad, nunca podríamos haber
tenido tal concepto de Dios. Quizás también esté en nuestra idea de Dios el que
sea un «padre severo pero justo», es decir, una idea compuesta por «padre», «severo»
y “justo». Después de Hume, muchos
críticos de la religión han señalado que el origen de esa idea de Dios puede
encontrarse en cómo percibíamos a nuestro propio padre cuando éramos pequeños.
La idea de un padre ha conducido a la idea de un «padre en el Cielo», se ha
dicho.
(...)
-Según Hume, «ángel» es un concepto compuesto. Consta de dos
experiencias diferentes que no están unidas en la realidad, pero que, de todos
modos, en la imaginación del hombre han sido conectadas. Se trata pues de una
idea falsa que inmediatamente debe ser rechazada. De la misma manera tenemos
que ordenar nuestros pensamientos e ideas. Hume djjo. «Cuando tenemos un libro
en la mano, preguntémonos: ¿Contiene
algún razonamiento abstracto referente a tamaños y cifras? No. ¿Contiene algún razonamiento de experiencia
referente a hechos y existencia? No. Entonces déjaselo a las llamas, pues no
contiene nada más que pedantería y quimeras».
(...)
–Sofía, hay una sola cosa que quiero que aprendas mediante este curso de filosofía, y es que no debes precipitarte en sacar conclusiones.
–Sigue.
–No, tú misma puedes emplear el método de Hume para analizar lo que consideras tu «yo».
–Entonces debo, ante todo, preguntarme si la idea del «yo» es una idea simple o compuesta.
–¿A qué respuesta llegas?
–Tengo que admitir que me siento bastante «compuesta». Por ejemplo, tengo muy mal genio. Y a veces me resulta difícil decidirme por algo. Además puede gustarme o disgustarme una misma persona.
–Entonces el concepto «yo» es una «idea compuesta».
–Vale. Ahora he de preguntarme si tengo una «impresión compuesta» correspondiente a mi propio «yo». La tendré. Supongo que la tengo constantemente.
–¿Hay algo que te hace dudar sobre este aspecto?
–Voy cambiando constantemente. No soy la misma hov que cuando tenía cuatro años. Tanto mi humor como mi juicio sobre mí misma cambian de minuto en minuto. De vez en cuando ocurre que me siento como una «nueva persona».
–De modo que esa sensación de tener un núcleo inalterable de personalidad es falsa.
(...)
-¿Cómo puedes estar tan segura de que la piedra caerá siempre al suelo?
–Lo he visto tantas veces que estoy completamente segura.
–Hume diría que has experimentado muchas veces que una piedra cae al
suelo. Pero no has experimentado que siempre caerá. Se suele decir que la
piedra cae al suelo debido a la ley de la gravedad. Pero nunca hemos
experimentado tal ley. Solamente hemos experimentado que las cosas caen.
–¿No es lo mismo?
–No del todo. Dijiste que crees que la piedra caerá al suelo porque lo
has visto muchas veces. Y ése es el punto clave de Hume. Estás tan acostumbrada
a que una cosa suceda a otra, que siempre esperas que ocurra lo mismo cuando
intentas soltar una piedra. Así surgen las ideas sobre lo que llamamos leyes
inquebrantables de la naturaleza.
(...)
Hume no era cristiano, pero tampoco era un ateo convencido. Era lo que llamamos un agnóstico.
–¿Y eso qué significa?
–Un agnóstico es alguien que no sabe si existe un Dios. Cuando Hume recibió en su lecho de muerte la visita de un amigo, el amigo le preguntó si no creía en una vida después de la muerte. Se dice que Hume contestó: «También es posible que un trozo de carbón puesto al fuego no arda».
–¿Ah sí?
–La respuesta es típica de su falta total de prejuicios. Sólo aceptó como verdadero aquello sobre lo que tenía sensaciones seguras. Y mantuvo abiertas todas las demás posibilidades.
(...)
–También en lo que se refiere a la ética y la moral, Hume se rebeló
contra el pensamiento racionalista. Los racionalistas habían opinado que es
inherente a la razón del hombre el saber distinguir entre el bien y el mal.
Esta idea del llamado derecho natural está presente en muchos filósofos desde Sócrates
hasta Locke. Pero según Hume, no es la razón la que decide lo que decimos y lo
que hacemos.
–¿Entonces qué es?
–Son nuestros sentimientos. Si te decides a ayudar a alguien necesitado
de ayuda, son tus sentimientos, no tu razón, lo que te pone en marcha.
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