"Laques" es uno de los primeros diálogos
escrito por Platón. La historia cuenta que Laques, un famoso militar ateniense,
discutía con unos amigos sobre si era conveniente o no educar a los niños en el
ejercicio de las armas. Para algunos era conveniente porque les permitiría
comprender el arte de la táctica y la estrategia, al mismo tiempo que infundía
valor en los jóvenes. Pero otros no estaban convencidos. Es entonces cuando
Sócrates pasa justo por allí y los muchachos no pierden la oportunidad de invitarlo
a formar parte de la conversación.
En lugar de compartir el diálogo original, preferimos
imaginar cómo sería una conversación de Sócrates en la actualidad, en algún
barrio del conurbano bonaerense. Es por eso que este diálogo es entre Sócrates
y “el gordo Luques”, jefe de la barra brava de San Martín de Burzaco.
Imaginemos que nuestros protagonistas se encuentran a la salida de la cancha,
discutiendo sobre el tema original del relato, la valentía…
Luques: Sócrates, ¿qué haces, tanto tiempo? ¿Viniste a
ver al San Ma?
Sócrates: ¿Qué hacés gordo? Si, hace rato que no venía.
¿Cómo andás vos? ¿Todo bien?
Luques: Como siempre amigo. Caíste justo, mira, estábamos
discutiendo acá con los muchachos si está bien o no traer a los pibes a la
cancha. Yo les decía que sí, así aprenden de chiquitos a ser valientes. Y estos
(señalando a sus amigos) me dicen que no, que
es peligroso, que los pibes no tienen que aprender de la violencia que
hay en el futbol. ¿Vos qué pensás?
Sócrates: No se Gordo, vos ya sabes que soy un ignorante.
La verdad no tengo idea. Es más, no sé ni lo que significa ser valiente.
Luques: Dale Sócrates, ¿me estas jodiendo? ¿Cómo no vas a
saber lo que es ser valiente?
Sócrates: Pará gordo, ¿De verdad te comiste el verso del
oráculo, de que yo soy el más sabio? No tengo idea. Yo soy un simple filósofo,
me dedico pensar. ¿Qué puedo saber de valentía?
Pero ¿quién más que vos, que sos el jefe de la barra, puede saberlo? Me
encantaría escucharte, así aprendo un poco.
Luque: ¡Pero sí, amigo! Es una pavada. ¿Viste cuando vas
a la cancha y de lejos viene la hinchada contraria para pudrirla? Si alguien va
al frente y no corre, ese es valiente.
Sócrates: A ver, a ver, a ver… ¿vos me estás diciendo que
el que se queda en el grupo para agarrase a trompadas y no corre, ese es
valiente?
Laques: Y sí. ¿Qué te parece?
Sócrates: Está bien. Pero, ¿qué pasa si algunos salen
corriendo, en lugar de ir al frente?
Laques: Y no, esos son cagones, Sócrates.
Sócrates: ¿Y si resulta que un grupo retrocede para
hacerle creer a los otros que están escapando y le tienden una emboscada? Así
hacían los de chacharita. Se hacían perseguir y después te la daban.
Luques: ¡Andá a c*** Sócrates! es lo mismo.
Sócrates: No es lo mismo, vos dijiste que los valientes
no corren.
Luques: Bueno, pero no importa si corren o no corren, lo
importante es que se agarren a trompadas. ¿Valiente es el que se la banca,
entendés? Los de Chaca corren, pero después se paran de mano y sos pollo.
Sócrates: Está bien, la culpa es mía de que no me
contestes bien, porque no te pregunté bien. Yo quiero saber qué significa ser
valiente; no un ejemplo particular de valentía. Claro que los que pelean son
valientes, pero también son valientes los que se enfrentan a una enfermedad; y
no se agarran a piñas con nadie. Y están los que son valientes porque se animan
a hablar en público, o los que se animan a dejar el trabajo y abrir un negocio,
o los que se van de viaje solos. No solo son valientes los que se agarran a
trompadas.
Luques: Si, tenés razón.
Sócrates: y todas esas maneras de ser valiente tienen
algo en común, ¿no? Esa es la esencia de la valentía, ¿entendés? Eso es lo que
tenemos que encontrar, la esencia. ¿Qué tienen en común todos esos casos de
valentía?
Luques. Sí, claro. A ver, pará. Déjame pensar…Ya sé, creo
que en todos los casos que mencionas esas personas se están enfrentado a algo,
no tienen miedo y se mantienen firmes en su decisión, sin ir para atrás.
Sócrates: Esa respuesta es mucho mejor. Pero no estoy
seguro de que sea del todo correcta.
Luques: ¡Pero! ¡qué manera de buscarle el pelo al huevo!
Me dijeron que eras vueltero, pero no pensé que tanto. ¿Qué tiene de malo lo
que te dije?
Sócrates: No tienen nada, solo digo que no estoy cien por
ciento seguro de que sea cierto. Hay que pensarlo.
Luques: ¿Y qué querés pensar?
Sócrates: A ver, dijiste la valentía era enfrentarse a
algo.
Luques: Si
Sócrates: Y sin miedo.
Luques: Y si, sino sos cagón.
Sócrates: Pensemos
lo siguiente: ¿hay que ser valiente para decir la verdad, no cierto?
Luques: Y sí.
Sócrates: Por ejemplo, para decirle a alguien que lo
querés, tenés que ser valiente, ¿no?
Luques: Y, a veces sí, no es fácil.
Sócrates: Y sin embargo no te estás enfrentando a nadie.
Al contrario, la persona que se anima decirle a alguien que le gusta, o que la
ama, se está queriendo acercar.
Laques: No te digo, ya me diste vuelta la tortilla. No sé
para qué te invité mira, me estás haciendo quedar como un b*** a delante de mis
amigos.
Sócrates: Pará gordo, no te calentés. No está mal lo que
dijiste. Y creo que avanzamos un poco hacia la verdad, aunque todavía estamos
lejos. Pero fíjate, ahora ya sabemos varias cosas: sabemos que no solo los que
se la aguantan son valientes, que hay muchas clases de valentía, muchas formas
de ser valiente. Y pareciera ser que la valentía tiene que ver con enfrentar
algo, aunque no sea a una persona.
Luques: Es lo que decía.
Sócrates: ¿Pero a qué se enfrenta la persona que dice “te
quiero”? Luques: No sé, no tengo idea.
Sócrates: Dale gordo, pensá un poco, y no seas cagón.
Luques: No sé, a
lo mejor tiene miedo de que lo rechacen.
Sócrates: O sea que se está enfrentando a su propio
temor.
Luques: - bajando la vos y apartándose de sus amigos
-Tenés razón. Yo muchas veces no digo te quiero porque tengo miedo de ser
rechazado o de que se rían de mí.
Sócrates: No te pongas mal gordo. A todos nos pasa. Pero
avancemos en esto que pareciera que estamos cerca. Vos habías dicho que ser
valiente es enfrentarse a algo sin temor.
Luques: Si
Sócrates: Y ahora dijimos que es un acto de valentía
enfrentar el propio miedo.
Luques: Rascándose la cabeza -¿Y entonces?-
Sócrates: Pareciera que se puede ser valiente incluso
teniendo miedo.
Luques: Me estás volviendo loco Sócrates. Y no sé qué
pensar…
Sócrates: ¿Será que ser valiente es enfrentar los propios
miedos?
Luques: ¡Nunca lo había pensado de esa manera
chabón! Ya entiendo por qué algunos
dicen que sos como un mago o un hechicero. La verdad no sé si darte una piña o
darte un abrazo.
Pero pará, ¿y con los pibes que hacemos? ¿Los traemos a
la cancha o no?
Sócrates: No se gordo, ya te dije que yo no sé nada.