Según Spinoza lo bueno está relacionado con lo que nos conviene, lo que aumenta nuestra potencia y con lo que nos une, lo que promueve relaciones, composiciones “potentes”, saludables. Al mismo tiempo, lo bueno está relacionado con los afectos[1], porque lo que aumenta nuestra potencia nos alegra. Por eso dice Spinoza: "Entiendo por bien todo tipo de gozo y lo que nos lleva a él" Por el contrario, “cuando el hombre siente Tristeza disminuye su potencia de obrar" (Spinoza, Ética)
La alegría, dice Spinoza, puede
provenir de nuestro interior o ser causada por un encuentro, por una causa
externa. La tristeza, por el contrario, siempre viene de afuera. ¿Quién quiere
estar triste porque sí? Ningún ser querría disminuir su potencia ni dejar de
ser. Si esto sucede se debe a los malos encuentros, a un entorno negativo que
nos deprime y nos produce pasiones tristes.
Todas las pasiones se dividen en
tristes o alegres. La alegría y la tristeza, junto con el deseo son los tres
afectos primarios del ser humano. Así,
el odio, el rencor, la envidia, el miedo, son pasiones tristes, y disminuyen
nuestra potencia. Y el amor, el placer, el regocijo, la seguridad, son pasiones
alegres, y aumentan nuestra potencia.
La propuesta ética de Spinoza es
que conozcamos las causas de nuestras pasiones, para así poder evitar las
pasiones tristes e incrementar las alegres. Sin embargo, Spinoza aclara que una
pasión no se puede controlar. Ante el encuentro con una persona que me ha hecho
daño, por ejemplo, es imposible que no sienta miedo, u odio, o rencor. Pero si
bien las pasiones no se controlan, porque no podemos elegir qué sentir, sí
podemos contrarrestarlas. “Una pasión no
puede destruirse al no ser que actúe una de signo contrario y más poderosa que
ella”, dice Spinoza. Por lo tanto, si conocemos la causa de nuestras
pasiones podremos elegir. Por ejemplo, podemos evitar el encuentro con la
persona que despierta malas pasiones y buscar encuentros que despierten las
pasiones alegres. Incluso en el caso de que no tengamos más remedio que tratar
con la persona que nos hizo daño, deberíamos evitar actuar bajo las pasiones
tristes, como el enojo, el odio o el rencor.
“El odio crece si es recíproco”,
dice Spinoza, “y muere si nace el amor”.
No siempre es posible amar, y
mucho menos a quien nos lastimó, pero al menos podemos intentar no
retroalimentar el odio; no solo porque “crece si es recíproco”, sino porque nos
entristece y disminuye nuestra potencia.
Cuando el entorno no es bueno,
cuando no nos alegra ni nos hace sentir cómodos (lo que no permitirá
desarrollarnos) lo único que podemos hacer es buscar otros entornos y otros
encuentros que nos favorezcan. Esto no solo será beneficioso para nosotrxs,
sino también para lxs demás porque la alegría es contagiosa, y la tristeza
también.
[1] Spinoza
llama afectos o afecciones a la reacción del cuerpo ante una causa. Cuando esa
causa es externa los afectos son “pasiones”, porque se “padecen”. Si la causa
proviene de nosotros mismos ese afecto será una “acción”.
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