domingo, 12 de junio de 2022

Harvey, Breve historia del neoiberalismo

  Acerca de la libertad





"Esta historia de la neolibernlización y de la formación de la dase (…) resultan  especialmente  interesantes cuando se colocan  al  trasluz de los contraargumentos expuestos por Karl  Polanyi en  1944  (…).  En  su opinión,  hay dos tipos de  libertad,  una  buena  y  otra  mala.  En  este  segundo  grupo se  incluían  «la libertad  para  explotar a  los iguales, la libertad para obtener ganancias desmesuradas sin prestar un servicio con­ mensurable a la comunidad, la libertad  de impedir que las  innovaciones tecnológicas sean  utilizadas con  una  finalidad  pública,  o la libertad  para  beneficiarse de calamidades  públicas  tramadas  secretamente  para obtener  una  ventaja  privada».  Sin embargo,  proseguía  Polanyi, «la economía  de mercado,  bajo la que crecen estas libertades,  también  produce libertades de las que nos enorgullecemos ampliamente. La libertad  de conciencia, la libertad de expresión,  la libertad de reunión,  la  libertad  de  asociación,  la  libertad  para  elegir  el  propio  trabajo».  Aunque  puede  que «apreciemos  el  valor  de  estas  libertades  por    mismas»  -y,  sin  duda,  muchos  de nosotros todavía lo hacemos-, eran en buena medida «subproductos del mismo sistema económico que también era responsable de las libertades perversas» (Karl Polanyi, 1944).   La respuesta de Polanyi a esta dualidad resulta extraña de leer  dada la  actual hegemonía del pensamiento neoliberal:

 

La quiebra de la economía de mercado puede suponer el comienzo de una era de libertades sin precedentes. La libertad jurídica y la libertad efectiva pueden  ser mayores y más amplias de lo  que nunca han sido. Reglamentar y dirigir puede convertirse en una forma de lograr la libertad,  no sólo para algunos sino para  todos.  No la libertad como algo asociado al privilegio y viciada  de raíz, sino la libertad en tanto que derecho prescriptivo que se extiende más allá de los  estrechos límites de la esfera política, a la  organización íntima de la  sociedad misma. De este modo, a las antiguas libertades y los antiguos derechos cívicos se añadirán nuevas libertades para todos  y  engendradas  por el ocio y la  seguridad  social.  La  sociedad  industrial  puede permitirse ser a la vez libre y justa.

 

Desgraciadamente, indicaba Polanyi, la transición  a tal futuro se encuentra  bloqueado por el «obstáculo moral» del utopismo liberal  (y en más de una ocasión cita a Hayek como ejemplo de esta tradición):

 

La planificación y el dirigismo son acusados de constituir la negación de la libertad. La libre empresa y la propiedad privada son declaradas partes esenciales de la libertad, y  se dice que  una  sociedad  no  constituida sobre estos pilares  no merece el nombre de libre. La libertad  creada por la reglamentación es denunciada como una no libertad. La justicia, la libertad y el  bienestar que esta reglamentación ofrece son criticadas como un disfraz de la esclavitud.

 

La idea de libertad «degenera,  pues,  en  una mera defensa de la libertad de empresa» que significa «la plena libertad para aquellos cuya renta, ocio y seguridad no necesitan aumentarse y apenas una miseria de libertad para el pueblo,  que en vano puede  intentar hacer  uso  de  sus  derechos  democráticos  para  resguardarse  del  poder de los dueños de la propiedad». Pero si,  tal y como siempre  es el  caso,  «no es posible  sociedad  alguna  en  la  que  el  poder  y  la  compulsión  estén  ausentes,  ni  un mundo en el que la fuerza no desempeñe ninguna función»,  entonces, la única forma de que esta visión liberal utópica pueda sostenerse es mediante la fuerza, la violencia y el autoritarismo.  El utopismo liberal o neoliberal esta avocado, en opinión de Polanyi, a verse frustrado  por el autoritarismo, o incluso por el fascismo absoluto. Las buenas libertades desaparecen, las malas toman el poder."


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