jueves, 11 de agosto de 2016

El fetichismo de la mercancía

Según Juan Pablo Feinmann 

 "La filosofía y el barro de la historia"


Voy a tomar un ejemplo de mi amigo el brillante Miguel Rep. Pocos días antes del Mundial de Fútbol, Rep hizo el siguiente dibujo: una línea en el medio del cuadro apaisado y, debajo de ella, un montón de bolivianos haciendo trabajo esclavo. ¿Qué hacían, que fabricaban, qué materia prima transformaban en mercancía? Esos esclavos siglo XXI —siglo poblado de esclavos, un tiempo en el cual ha retornado la esclavitud— producían banderas argentinas. ¿Para qué? Para que los hinchas de fútbol fueran con ellas al Mundial de Alemania o festejaran en la patria los triunfos de la Selección Nacional. 

En la parte superior del cuadro vemos a todos esos hinchas de fútbol agitando las banderitas. Se ven felices, ellos o sus pequeños hijos, haciéndolas flamear: ¡seguro que Argentina ganará este Mundial! ¿Alguien se pregunta «quién habrá fabricado esta banderita»? Nadie: la banderita argentina es una mercancía y, en tanto tal, oculta su relación social de producción. El dibujo de Rep (quien, él sí, venció el hechizo de la mercancía y vio a su través el submundo que la hacía posible) es totalmente funcional a la teoría del fetiche de la mercancía. Veamos:

Dibujo de Rep: 1) Piso de abajo: bolivianos haciendo trabajo esclavo. (Nada que ver con la realidad del obrero asalariado que Marx denunciaba. Ese obrero de Manchester y Liverpool cobraba, mal o bien, un salario. Jamás habría Marx de sospechar que en un futuro que él imaginaba, lo sabemos, distinto, en pleno siglo XXI, las condiciones de trabajo serían peores que las de un asalariado del siglo XIX). 

Ahora bien, debe quedar claro que, esclavo o no, el mundo de la producción está siempre oculto al de las mercancías, dado que además, insistiremos en esto, la función de la mercancía es ocultarlo. En el dibujo de Rep es todavía más claro al tratarse del trabajo de esas personas a las que nuestros amables compatriotas llaman bolitas, perucas o paraguas. Estos hiperexplotados producen en lugares casi clandestinos, en los que comen, duermen y tienen, por decirlo muy suavemente, que ir al baño, las banderitas celestes y blancas. 

2) Piso de arriba: todos los buenos y honestos ciudadanos argentinos andan por ahí con sus banderitas. Este mundo no revela la existencia del otro. Lo oculta. Es la banderita argentina la que lo oculta. Lo oculta en tanto mercancía. Ninguno de los que compró una de esas banderitas se preguntó por sus condiciones de producción. No importa: la cuestión no se nos debe deslizar al terreno moral. Se trata de ver el carácter objetal de la mercancía y su capacidad de ocultar su propio modo de producción. Volvamos, ahora, a la definición que Marx había dado de la mercancía: era un objeto endemoniado. 

Sin duda es demoníaco su poder para opacar las relaciones sociales. Era rico en «sutilezas metafísicas». Bien, aquí se refiere a Platón, que divide la realidad en un mundo sensible y un mundo suprasensible. El mundo sensible es el de abajo: ahí están los productores sometidos a las reglas del capitalismo del siglo XIX o a la esclavitud del neoliberalismo del siglo XXI. El mundo sensible es el mundo en que se producen las mercancías. Es el mundo de la materialidad. El mundo suprasensible es el de arriba. Ahí, las mercancías son objetos encantados, alumbran y deslumbran como ideas platónicas. ¡Es tan linda, tan inocente esa banderita argentina que lleva ese niñito! ¿Quién, salvo un aguafiestas como Miguel Rep, podría imaginar el submundo cruel que la hace posible? Y, por fin, Marx dice que la mercancía presenta «reticencias teológicas».

Interpretemos según nuestro encuadre: hay, en lo que hemos planteado, un infierno y un cielo. Al existir un abajo y un arriba, abajo están los que padecen en el infierno de la producción, ya asalariada, ya esclavista, y arriba están los ángeles que bailotean agitando sus banderitas. He aquí carácter fetichista de la mercancía. Véanlo en acción: ¿hay más grande fetiche que la bandera de un país? (Primera definición de «fetiche» que da el Diccionario de Salamanca: «ídolo u objeto al que se rinde culto»).


El fetichismo

La presente realización audiovisual forma parte del trabajo final de la cátedra de Audiovisual II de la carrera de Licenciatura en Comunicación Social de la UNR.



Pi Producciones Institucionales


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