martes, 1 de octubre de 2019

Concepciones filosóficas de la historia


Selección de Fragmentos

Kant, Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita

Aunque pueda tenerse con propósito metafísico un concepto de la libertad de la voluntad, sus fenómenos, las acciones humanas, como cualquier otro acontecimiento natural, están determinados por leyes generales de la naturaleza. La historia, que se ocupa de la narración de estos fenómenos, nos hace esperar, por profundas que puedan ser sus causas remotas, que, al observar el juego de la libertad de la voluntad humana en grande, se pueda descubrir en ella una marcha regular; igual que se puede llegar a conocer en el conjunto de la especie, como un desarrollo en marcha constante, aunque lenta, de sus disposiciones originales, aquello que se ofrece confuso e irregular a la mirada en los sujetos particulares. (…)

No hay otro remedio para el filósofo, ya que no puede presuponer en los hombres ni en todo su juego un propósito racional propio, sino tratar de descubrir, en esta contradictoria marcha de las cosas humanas, un propósito de la naturaleza, para que sea posible una historia de estas criaturas, que proceden sin plan propio, según un plan determinado de la naturaleza. (…)

Acuarto principio: El medio de que se sirve la Naturaleza para lograr el desarrollo de todas sus disposiciones es el ANTAGONISMO  de las mismas en sociedad, en la medida en que ese antagonismo se convierte a la postre en la causa de un orden legal de aquellas.

(…) ¡Gracias sean dadas, pues, a la Naturaleza por la incompatibilidad , por la vanidad maliciosamente porfiadora, por el afán insaciable de poseer o de mandar! Sin ellos, todas las excelentes disposiciones naturales del hombre dormirían eternamente raquíticas. El hombre quiere concordia; pero la Naturaleza sabe mejor lo que le conviene a la especie y quiere discordia. Quiere el hombre vivir cómoda y plácidamente pero la Naturaleza prefiere que salga del abandono y de la quieta satisfacción, que se entregue al trabajo y al penoso esfuerzo para, por fin, encontrar los medios que le libren sagazmente de esta situación.

Séptimo principio

(…) ¿Admitiremos que la Naturaleza persigue en este caso un curso regular, el de conducir por grados nuestra especie desde el plano de animalidad más bajo hasta el nivel máximo de la humanidad y, ello, en virtud de un arte, aunque impuesto, propio de los hombres, desarrollando bajo este aparente desorden aquellas disposiciones primordiales de modo totalmente regular? ¿O preferiremos creer que de todas estas acciones y reacciones de los hombres en su conjunto nada sale en limpio, o nada que valga la pena, y que seguirán siendo éstos lo que fueron siempre, y no se puede predecir, por tanto, si la disensión, tan connatural a nuestra especie, no acabará por prepararnos, a pesar de nuestro estado tan civilizado, un tal infierno de males que en él se aniquilen por una bárbara devastación ese estado y todos los progresos culturales realizados hasta el día?

Octavo principio

(…) Podemos contribuir, por nuestra propia disposición racional, a que se acelere el advenimiento de una época tan feliz para nuestros descendientes.


Marx, La dominación británica en la India

(…) Por muy lamentable que sea desde un punto de vista humano ver cómo se desorganizan y disuelven esas decenas de miles de organizaciones laboriosas, patriarcales, inofensivas; por triste que sea verlas sumidas en un mar de dolor (…) no debemos olvidar al mismo tiempo que esas idílicas comunidades rurales, por inofensivas que parecieses, constituyeron siempre una sólida base para despotismo oriental (…)

(…) No debemos olvidar que esa vida sin dignidad, estática y vegetativa, que esa forma pasiva de existencia despertaba, de otra parte, y por oposición, unas fuerzas destructivas salvajes, ciegas y desenfrenadas que convirtieron al asesinato en un rito religioso del Indostán (…)

(…) Bien es verdad que al realizar una revolución social en el Indostán, Inglaterra actuaba bajo el impulso de los intereses más mezquinos (…) a pesar de todos sus crímenes Inglaterra fue el instrumento inconsciente de la historia al realizar dicha revolución.

En tal caso, por penoso que sea para nuestros sentimientos personales el espectáculo de un viejo mundo que se derrumba, dese el punto de vista de la historia tenemos pleno derecho a exclamar con Goethe:

¿Quién lamenta los estragos
Si los frutos son placeres?
¿No aplastó miles de seres
Temerlán en su reinado?

Londres, 10 de junio de 1853


Annah Arendt, sobre la violencia (1969/70)

“La noción de que existiera algo semejante a un progreso de la humanidad en su totalidad era desconocida antes del siglo XVII, evolucionó hasta transformarse en opinión corriente enree los hombres de letras del siglo XVIII y se convirtió en un dogma casi universalmente aceptado durante el siglo XIX. Pero la diferencia entre las primitivas nociones y la de su última fase es decisiva. El siglo XVII, en este aspecto especialmente representado por Pascal y Fontenelle, pensaba en el progreso como una acumulación de conocimientos a través de los siglos, mientras que para el siglo XVIII la palabra implicaba una “educación de la humanidad” cuyo final coincidiría con la llegada del hombre a la mayoría de edad. El progreso no era ilimitado, y la sociedad sin clases considerada como el reino de la libertad que podía ser el final de la historia (…) lleva todavía la marca distintiva de la ilustración.” (P40)

“La idea de Marx tomada de Hegel, según la cual cada sociedad antigua alberga en su seno las semillas de sus sucesores de la misma manera que cada organismo vivo lleva en sí la semillas de su futura prole es, desde luego, no solo la más ingeniosa sino también la única garantía conceptual posible para la sempiterna[1] continuidad del progreso en la historia (…)”

“No necesito añadir que todas nuestras experiencias en este siglo, que nos ha enfrentado siempre con lo totalmente inesperado, se hallan en flagante contradicción con estas nociones” (Pag.43)

 “El progreso, en realidad, es el más serio y complejo artículo ofrecido en la tómbola de supersticiones de nuestra época” (Pag. 45)



Foucault, Microfísica del Poder, Verdad y poder (entrevista con M. Fontana)

“La historia no tiene “sentido”, lo que no quiere decir que sea absurda e incoherente. Al contrario es inteligible y debe poder ser analizada hasta su más mínimo detalle: pero a partir de la inteligibilidad de las luchas, de las estrategias y las tácticas. Ni la dialéctica (como lógica de la contradicción), ni la semiótica (como estructura de la comunicación) sabrán dar cuenta de la inteligibilidad intrínseca de los enfrentamientos” (Microfísica del poder, Pag. 190)




Foucault, Nietzsche la genealogía, la historia


“Las fuerzas presentes en la historia no obedecen ni a un destino ni a una mecánica, sino al azar de la lucha. No se manifiestan como las formas sucesivas de una intensión primordial; no adoptan tampoco el aspecto de un resultado. Aparecen siempre en el conjunto aleatorio y singular del suceso”

“Por suceso es necesario entender no una decisión, un tratado (…) sino una relación de fuerzas que se invierte (…)”

“Es preciso saber reconocer los sucesos de la historia, sus sacudidas, sus sorpresas, las victorias afortunadas, las derrotas mal digeridas, que dan cuenta de los comienzos, de los atavismos y de las herencias (…)”




[1] Aquello que tuvo un comienzo pero que no contará con un final

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