En primer lugar podemos entender al bien como sustantivo o como adjetivo (lo bueno). Generalmente el bien y lo bueno son conceptos relacionados y dependientes uno del otro. Lo bueno es aquello que participa del bien, o el bien es entendido como algo "bueno".
Si decimos, por ejemplo, "X es bueno", ya sea una cosa o una persona, podemos traducirlo como: es aceptable, es deseable, es útil, es perfecto (en su función). Por lo tanto una primera definición del bien, o lo bueno puede ser cualquiera de estas acepciones.
Pero si hacemos un recorrido por la historia de la filosofía podemos entender el bien de tres maneras distintas:
1) Al modo metafísico: como un ente real.
2) Al modo físico: como una propiedad de alguna cosa.
3) Al modo ético o moral: como un valor.
1) El bien como algo existente
Una de las formas más tradicionales de entender el bien, dentro de la historia de la filosofía es la definida por Platón y continuada por la gran mayoría de los filósofos medievales, cristianos y neoplatónicos. Según Platón el bien es una idea, esto es, un ente real y trascendente. Pero no cualquier idea, sino la idea superior, la más perfecta de todas, representada por el sol en la famosa alegoría de la caverna. El bien vendría a ser lo que ilumina las cosas. Las cosas son buenas en la medida en que participan de la idea de bien, en la medida en que son iluminadas. Cuanto menos participen del bien más cerca de las sombras, esto es, el mal. El mal es entendido entonces como falta de bien.
En la concepción cristiana la cosa es muy parecida, el bien solo es comparable a Dios, un ser perfecto y trascendente. Las cosas (las acciones, los hombres) pueden ser buenas en la medida en que son iluminados por Dios, pero jamás serán tan buenas, tan perfectas como Dios. Y en la medida en que se alejan de Él se acercan al mal. EN ambas concepciones el bien es una especie de perfección, y el mal una carencia, o imperfección.
2 A) El Bien como propiedad (objetiva)
Dentro de esta línea se encuentra Aristóteles, quien distingue el bien "en sí" del bien "relativamente para otra cosa". La salud sería algo bueno en sí mismo. Que te amputen una pierna podría ser bueno en determinada circunstancia, por ejemplo en el caso de que la pierna esté infectada. Esta amputación podría hacer que el cuerpo recupere la salud.
Para Aristóteles, a diferencia de Platón no existe un bien absoluto, cada cosa puede tener su bien. Pero al igual que la concepción anterior el bien de una cosa podría ser traducido como una especie de perfección. El bien del cuerpo, por ejemplo, puede ser la salud.
2 B) El Bien como propiedad (subjetiva)
Spinoza piensa al bien como algo que apetecemos, pero que de ningún modo puede ser objetivo, o "en sí", sino subjetivo. En realidad Spinoza entiende que solo existe "lo bueno" y esto no es otra cosa que lo que conserva o aumenta mi potencia y promueve mi felicidad. Según Spinoza no deseamos algo porque lo consideramos" bueno", sino que lo consideramos "bueno" porque lo deseamos. Lo bueno, por lo tanto, no es una propiedad de las cosas sino del efecto (o afecto) que produzcan en nosotros. Por eso también se dice que lo bueno no es trascendente (algo que está fuera de nosotros, que nos trasciende), sino algo que depende solo de nosotros (inmanente, interno a nosotros mismos)
2 C) El bien como propiedad (colectiva)
Dentro de esta línea "física" o "antimetafísica" podríamos incluir a Stuart Mill, para quien tampoco existe el bien ni algo bueno en sí mismo. Algo es considerado "bueno" en la medida en que promueva la felicidad "del mayor número de personas". Es decir, se define lo bueno por sus consecuencias. Estas consecuencias tienen que ser la felicidad, pero no individual, sino grupal; de la mayoría. Podríamos definir "lo bueno" por lo tanto como "el bien común". Si a la mayoría le produce felicidad o bienestar determinada cosa, eso es bueno. Claro que lo bueno para una mayoría puede ser malo para una minoría, pero dado que no hay nada bueno en sí mismo, el único modo para salir de un relativismo es apostar a un comunitarismo.
3) El bien como valor (universal)
Kant critica toda concepción del bien entendida como propiedad o como cosa. Para Kant lo único bueno es "la buena voluntad". Más importante que las consecuencias son los principios por los que se realiza una acción. Si una acción tiene en miras las consecuencias (la felicidad, el bien común, obtener un premio -como el paraíso- o evitar un castigo -como el del infierno-) no tiene valor ético. Solo tiene deben ser consideradas "buenas" las acciones hechas por deber. El bien supremo para Kant no es algo que se pueda obtener, sino "actuar bien", esto es "por deber" , actuar de acuerdo a un principio que yo pueda querer que sea universal. De ahí su crítica a las éticas "materiales" o "finalistas".
3B) El bien como valor (perspectivista)
En su libro La genealogía de la moral Nietzsche muestra como los conceptos de bueno y malvado fueron cambiando con el tiempo. En sus orígenes fue la moral aristocrática guerrera quien determinó qué era lo bueno y lo malvado, se llamaron "buenos" a sí mismos. Bueno era sinónimo de noble, distinguido. Eran "buenos" los fuertes, aquellos capaces de mandar, generalmente caprichosos, egoístas y olvidadizos. Por el contrario lo malvado era lo vulgar, lo plebeyo, lo bajo, lo simple.
Pero a partir de la "rebelión de los esclavos", la revolución llevada a cabo por el pueblo judío, triunfó una moral sacerdotal, la cual invirtió los valores y llamó buenos a los débiles de espíritu, a los no egoístas, los inofensivos, a los sufridos. Así comenzó a valorarse el desinterés, la piedad, la igualdad, el bien común, etc.
Según Nietzsche esta manera de valorar es fruto del resentimiento, porque mientras toda moral noble brota de un triunfante decir "si", la moral de esclavos crea valores a partir de un decir "no", que tiene la intención de impedir que otros hagan lo que ellos mismos no pueden. La moral sacerdotal tiene la virtud de esconder su venganza, su resentimiento y convertir sus bajezas en virtudes: la sumisión por obediencia, la cobardía en paciencia, el no poder vengarse en perdón.
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