Eugenio Zaffaroni, ex juez de la corte suprema de justicia y reconocido criminólogo, publicó hace tiempo para Página 12 unos suplementos bajo el título "La Cuestión Criminal" (con la colaboración de dibujante Rep). Los fascículos están destinados a un lector no especializado para lograr una mayor comprensión de la cuestión criminal y ofrecen una perspectiva alternativa al sentido común y a la que suelen difundir los medios de comunicación (de aquello que Platón no dudaría en catalogar como doxa)
A continuación compartimos una selección de fragmentos del fascículo nº 16 titulado "la criminología mediática" con el fin de profundizar el accionar de los medios de comunicación en la construcción de los estereotipos de los criminales.
"Las personas que todos los días caminan por las calles y toman el ómnibus y el subte junto a nosotros tienen la visión de la cuestión criminal que construyen los medios de comunicación, o sea, que se nutren –o padecen– de una criminología mediática.
¿Pero por qué las personas lo aceptan o están indefensas
frente a esa construcción de la realidad? La disposición
a aceptarlo obedece a que de ese modo se baja
el nivel de angustia que genera la violencia difusa. Cuando la angustia es muy pesada, mediante la
criminología mediática se la convierte en miedo a
una única fuente humana. Por eso, siempre ha existido la criminología mediática
y siempre apela a una creación de la realidad a través
de información, subinformación y desinformación.
El poder de la criminología mediática lo detectaron
los sociólogos desde fines del siglo XIX. Con motivo
del poder de los diarios en el caso Dreyfus, Gabriel
Tarde afirmaba que en el presente (en el año 1900), el
arte de gobernar se ha convertido en gran medida
en la habilidad de servirse de los diarios.
Denunció claramente la fuerza extorsiva
de los medios masivos (en su
tiempo los diarios), la gran dificultad
para neutralizar los efectos
de una difamación periodística
y la explotación de la
credulidad pública.
Pero Tarde fue más lejos,
destacando el poder inverso
al de extorsión, o sea, el del silencio
cómplice, como el que tenía
lugar ante el genocidio
armenio
o el negociado
de Panamá. Sin
duda que fue el
sociólogo
que descubrió
el inmenso
continente
de la construcción social de la realidad
que anunciaba su creciente poder.
La construcción de la realidad a través de imágenes
La característica central de la versión actual de esta
criminología proviene del medio empleado: la televisión. Los críticos más radicales de la televisión son Giovanni
Sartori y Pierre Bourdieu.
Para Bourdieu la televisión es lo opuesto a la capacidad de pensar, en tanto que Sartori desarrolla la tesis de que el homo sapiens se está degradando a un homo videns, por efecto de una cultura de puras imágenes.
La tesis de Sartori es un tanto apocalíptica, aunque
no es necesario compartirla en su totalidad para reconocer
que le asiste un alto grado de razón. En efecto:
una comunicación por imágenes necesariamente se
refiere siempre a cosas concretas, pues eso es lo único
que pueden mostrar las imágenes y, en consecuencia,
el receptor de esa comunicación es instado en forma
permanente al pensamiento concreto, lo que debilita
su entrenamiento para el pensamiento abstracto.
El gancho de la comunicación por imágenes está en
que impacta en la esfera emocional. Además, la voz del intérprete se vale de un lenguaje
empobrecido. Se dice que la televisión no usa más
que unas mil palabras, cuando en una lengua podemos
llegar a usar unas treinta mil. Esta interpretación a veces tiene contenidos implícitos,
porque la corrección política impide que sean explícitos,
como en el caso del racismo, por ejemplo.
Los ellos de la criminología mediática molestan, impiden
dormir con puertas y ventanas abiertas, perturban
las vacaciones, amenazan a los niños, ensucian en
todos lados y por eso deben ser separados de la sociedad,
para dejarnos vivir tranquilos, sin miedos, para
resolver todos nuestros problemas. Para eso es necesario
que la policía nos proteja de sus acechanzas perversas
sin ningún obstáculo ni límite, porque nosotros somos
limpios, puros, inmaculados.
Este ellos se construye por semejanzas, para lo cual la televisión es el medio ideal, pues juega con imágenes, mostrando a algunos de los pocos estereotipados que delinquen y de inmediato a los que no delinquieron o que sólo incurren en infracciones menores, pero son parecidos. No necesita verbalizar para comunicar que en cualquier momento los parecidos harán lo mismo que el criminal. Es la vieja afirmación del genocida turco Talât: Se nos reprocha no distinguir entre armenios culpables e inocentes, pero esto es imposible, dado que los inocentes de hoy pueden ser los culpables de mañana.
Para formar este ellos se seleccionan cuidadosamente los delitos más cargados de perversidad o violencia gratuita; los otros se minimizan o se presentan de modo diferente, porque no sirven para armar el ellos de enemigos.
El mensaje es que el adolescente de un barrio precario que fuma marihuana o toma cerveza en una esquina mañana hará lo mismo que el parecido que mató a una anciana a la salida de un banco y, por ende, hay que separar de la sociedad a todos ellos y si es posible eliminarlos.
Como para concluir que ellos deben ser criminalizados o eliminados, el chivo expiatorio debe infundir mucho miedo y ser creíble que sea el único causante de todas nuestras zozobras. Por eso para la TV el único peligro que acecha nuestras vidas y nuestra tranquilidad son los adolescentes del barrio marginal, ellos. Para eso se construye un concepto de seguridad que se limita a la violencia del robo.
Este ellos se construye sobre bases bien simplistas, que se internalizan a fuerza de reiteración y bombardeo de mensajes emocionales mediante imágenes: indignación frente a algunos hechos aberrantes, pero no a todos, sino sólo a los de los estereotipados; impulso vindicativo por identificación con la víctima de esos hechos, pero no con todas las víctimas, sino sólo con las de los estereotipados y si es posible que no pertenezcan ellas mismas a ese grupo, pues en tal caso se considera una violencia intragrupal propia de su condición inferior (se matan porque son brutos).
Es posible que ustedes no piensen así, que racionalmente se percaten de que esta creencia es falsa, pero nadie me negará que todos los días se ven obligados a hacer un esfuerzo de pensamiento frente a cada mensaje para no caer en la trampa emocional que lo acompaña."
Encontrá el artículo completo en:
http://perio.unlp.edu.ar/catedras/system/files/zaffaroni._la_cuestion_criminal.pdf
La creación de estereotipos y los "chivos expiatorios"
La criminología mediática crea la realidad de un
mundo de personas decentes frente a una masa de criminales
identificada a través de estereotipos, que configuran
un ellos separado del resto de la sociedad, por
ser un conjunto de diferentes y malos.
Este ellos se construye por semejanzas, para lo cual la televisión es el medio ideal, pues juega con imágenes, mostrando a algunos de los pocos estereotipados que delinquen y de inmediato a los que no delinquieron o que sólo incurren en infracciones menores, pero son parecidos. No necesita verbalizar para comunicar que en cualquier momento los parecidos harán lo mismo que el criminal. Es la vieja afirmación del genocida turco Talât: Se nos reprocha no distinguir entre armenios culpables e inocentes, pero esto es imposible, dado que los inocentes de hoy pueden ser los culpables de mañana.
Para formar este ellos se seleccionan cuidadosamente los delitos más cargados de perversidad o violencia gratuita; los otros se minimizan o se presentan de modo diferente, porque no sirven para armar el ellos de enemigos.
El mensaje es que el adolescente de un barrio precario que fuma marihuana o toma cerveza en una esquina mañana hará lo mismo que el parecido que mató a una anciana a la salida de un banco y, por ende, hay que separar de la sociedad a todos ellos y si es posible eliminarlos.
Como para concluir que ellos deben ser criminalizados o eliminados, el chivo expiatorio debe infundir mucho miedo y ser creíble que sea el único causante de todas nuestras zozobras. Por eso para la TV el único peligro que acecha nuestras vidas y nuestra tranquilidad son los adolescentes del barrio marginal, ellos. Para eso se construye un concepto de seguridad que se limita a la violencia del robo.
Este ellos se construye sobre bases bien simplistas, que se internalizan a fuerza de reiteración y bombardeo de mensajes emocionales mediante imágenes: indignación frente a algunos hechos aberrantes, pero no a todos, sino sólo a los de los estereotipados; impulso vindicativo por identificación con la víctima de esos hechos, pero no con todas las víctimas, sino sólo con las de los estereotipados y si es posible que no pertenezcan ellas mismas a ese grupo, pues en tal caso se considera una violencia intragrupal propia de su condición inferior (se matan porque son brutos).
Es posible que ustedes no piensen así, que racionalmente se percaten de que esta creencia es falsa, pero nadie me negará que todos los días se ven obligados a hacer un esfuerzo de pensamiento frente a cada mensaje para no caer en la trampa emocional que lo acompaña."
Encontrá el artículo completo en:
http://perio.unlp.edu.ar/catedras/system/files/zaffaroni._la_cuestion_criminal.pdf
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