- Como, según lo dicho, el alma de cada uno, al igual que la ciudad, se divide en tres partes, nuestra demostración, a mi entender, recibe una segunda prueba.
- Tú dirás.
- Veamos: al ser tres esas partes, serán tres igualmente los placeres que se corresponden con ellas. Del mismo modo los deseos y los cargos.
- ¿Cómo dices? -preguntó.
- Hay una parte, decíamos, con la que el hombre conoce; otra, con la que se encoleriza, y una tercera a la que, por su variedad, no fue posible encontrar un nombre adecuado; esta última, en atención a lo más importante y a lo más fuerte que había en ella, la denominamos la parte concupiscible. Este nombre respondía a la violencia de sus deseos, tanto al entregarse a la comida y a la bebida como a los placeres eróticos y a todos los demás que de estos se siguen; y la considerábamos amante de las riquezas, por satisfacerse con ella esos deseos, de manera más especial.
- Esa es la denominación razonable -dijo.
- Si añadiésemos, además, que el placer más afín de esta facultad es la ganancia, ¿no apoyaríamos nuestra idea en un principio fundamental hasta el punto de aclarar para nosotros la referencia a esa parte del alma?. ¿No crees que la llamaríamos con razón ansiosa de riquezas y ganancias?.
- Sí, eso creo -dijo.
- Bien. Hablemos de la parte irascible; ¿no decimos que arrastra siempre y enteramente a la dominación, a la victoria y al deseo de gloria?.
- ¿Convendría, pues, que la llamásemos amiga de disputas y honores?.
- Sería lo mejor.
- En cuanto a la parte que conoce, resulta claro para todos que tiende siempre y por completo a conocer la verdad, dondequiera que se encuentre, y que nada le importa menos que las riquezas o la reputación.
- Así es.
- A esta habrá que llamarla con toda justicia amante de la ciencia y del saber.
- ¿Cómo no?.
- ¿Y no es verdad también -pregunté- que unas veces manda en el alma de los hombres esa parte ya dicha, otras alguna de las dos restantes, según convenga?.
- En efecto - dijo.
- De ahí que para nosotros los caracteres principales de hombres sean tres: el filosófico, el ambicioso y el avaro.
- No cabe duda."
588 b- e
-Pues ahora- proseguí- reanudemos nuestro diálogo (...)
-¿Cómo habremos de proceder?-preguntó-Formando con el pensamiento una imagen del alma, para que sepa el que dice aquellas cosas qué es lo que decía.
-¿Qué imagen? preguntó él.
-Una, cual de los antiguos monstruos dije yo de que nos habla la fábula, la Quimera, Escila, Cerbero y algunos otros que se dice que reunían formas múltiples en un solo cuerpo.
-En efecto, se dice afirmó.
-Construye, pues, una especie de monstruo de formas y cabezas múltiples, cabezas de animales apacibles y cabezas de bestias feroces, colocadas en círculo, y dale el poder de cambiar y sacar de sí mismo todas esas formas.
-Obra de un modelador hábil dijo; pero como el pensamiento es más fácil de ser modelado que la cera o cualquier otra materia semejante, quede modelado.
Ahora, otra forma de un león y una de un hombre; pero sea la primera [de estas dos] la mayor de todas [de las tres], y la segunda en segundo lugar [en cuanto a dimensión].
-Eso [es] más fácil dijo y queda formado.
-Reúne ahora esas tres formas en una sola, de manera que unas con otras hagan un todo.
-Quedan reunidas dijo.
-A continuación recúbrelas exteriormente de una forma única, la forma humana, de manera que el que no pueda ver el interior crea que ve un ser único, un hombre.
-Queda hecha la envoltura dijo.
-Digamos, pues, al que dice que es ventajoso para él el ser injusto y que dice que de nada le sirve practicar la justicia, que no viene a decir otra cosa que le es ventajoso nutrir y fortalecer con todo cuidado la bestia de cien formas y el león, mientras deja pasar hambre y debilitarse al hombre, de manera que los otros dos le arrastren adonde quieran y, en vez de acostumbrarlos a que vivan juntos en buena armonía, dejar que se muerdan y se devoren mutuamente peleando.
-Pues el alabar la injusticia dijo seria exactamente sostener eso.
-Pues ahora- proseguí- reanudemos nuestro diálogo (...)
-¿Cómo habremos de proceder?-preguntó-Formando con el pensamiento una imagen del alma, para que sepa el que dice aquellas cosas qué es lo que decía.
-¿Qué imagen? preguntó él.
-Una, cual de los antiguos monstruos dije yo de que nos habla la fábula, la Quimera, Escila, Cerbero y algunos otros que se dice que reunían formas múltiples en un solo cuerpo.
-En efecto, se dice afirmó.
-Construye, pues, una especie de monstruo de formas y cabezas múltiples, cabezas de animales apacibles y cabezas de bestias feroces, colocadas en círculo, y dale el poder de cambiar y sacar de sí mismo todas esas formas.
-Obra de un modelador hábil dijo; pero como el pensamiento es más fácil de ser modelado que la cera o cualquier otra materia semejante, quede modelado.
Ahora, otra forma de un león y una de un hombre; pero sea la primera [de estas dos] la mayor de todas [de las tres], y la segunda en segundo lugar [en cuanto a dimensión].
-Eso [es] más fácil dijo y queda formado.
-Reúne ahora esas tres formas en una sola, de manera que unas con otras hagan un todo.
-Quedan reunidas dijo.
-A continuación recúbrelas exteriormente de una forma única, la forma humana, de manera que el que no pueda ver el interior crea que ve un ser único, un hombre.
-Queda hecha la envoltura dijo.
-Digamos, pues, al que dice que es ventajoso para él el ser injusto y que dice que de nada le sirve practicar la justicia, que no viene a decir otra cosa que le es ventajoso nutrir y fortalecer con todo cuidado la bestia de cien formas y el león, mientras deja pasar hambre y debilitarse al hombre, de manera que los otros dos le arrastren adonde quieran y, en vez de acostumbrarlos a que vivan juntos en buena armonía, dejar que se muerdan y se devoren mutuamente peleando.
-Pues el alabar la injusticia dijo seria exactamente sostener eso.
-Por lo tanto, al contrario, ¿verdad que el decir que es útil ser justo es decir que no se debe hacer ni decir nada que no asegure al hombre interior los medios de dominar lo más posible al hombre entero y de que pueda velar por su cría de las múltiples cabezas, a la manera del labriego que alimenta y domestica a las especies pacíficas e impide que crezcan las salvajes; y de ese modo tratará a su discipulo, tomando al león por aliado, repartiendo sus cuidados entre todos y manteniéndolos en buena armonía entre ellos y con él mismo?
- Pues exactamente eso dice el que alaba la justicia.
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