"Lo bello es la representación que place según una forma; la sublimidad sobrepasa el límite de la forma y alcanza la abstracción."
Edmund Burke fue el primer
filósofo en sostener que lo sublime y lo bello son categorías que se excluyen
mutuamente, del mismo modo en que lo hacen la luz y la oscuridad.
La luz hace relucir la belleza, pero la oscuridad siempre algo nos oculta, la imaginación se ve así
arrastrada a un estado de horror hacia lo "oscuro, incierto y
confuso". Este horror, sin embargo, también implica un placer estético.
Burke describió lo
sublime como un temor controlado que atrae al alma, presente en cualidades
como la inmensidad, el infinito, el vacío.
Con lo sublime Hay un
amenaza y “Se produce la emoción más fuerte que la mente es capaz de sentir”. Como
si nuestra vida estuviera en riesgo, Porque hay algo que nos supera y nos
aterroriza.
Dice Buke:
“Hay una gran diferencia entre la admiración y el amor. Lo sublime que es causa de la admiración siempre trata de objetos grandes y terribles. El amor de las cosas pequeñas y placenteras. Nos sometemos a lo que admiramos, pero amamos lo que se nos somete”
Lo bello causa amor.
Lo bello está exento lados oscuros. Amamos lo que dominamos. Porque el objeto se presenta sometido a nuestro poder. En cambio deseamos más
fuertemente lo que nos amenaza. De ahí el éxito de las series de vampiros, porque
nos causa terror y es más intenso, más seductor que el amor. Hay una potencia que puede
destruirnos. Someterse a la experiencia de lo poderoso no es ser dócil, sino
gustar el juego de la muerte y lo infinito.
Nos asomamos a la
tormenta, pero desde el balcón de nuestro hogar, nos asomamos al precipicio, pero no nos
arrojamos. Lo sublime monta su reino en ese dolor que no llega a ser dolor y en
ese placer que no llega ser placer. La intensidad del dolor se transfigura en
deleite. Experimentamos lo infinito al mismo tiempo que tomamos conciencia de nuestra finitud, de nuestra pequeñez. Jugamos
a enfrentarnos a la inmensidad, jugamos a perdernos, a ser la inmensidad. Esta
es la experiencia de los sublime.
Parte del texto fue extraído de la charla de Diego Singer:
"De límites e infinitudes"
Unos años después Kant retoma la diferencia establecida por Burke entre lo bello y lo sublime y la amplía.
A continuación algunos fragmentos de un artículo de Marina Silenzi titulado “El
juicio estético sobre lo bello. Lo sublime en el arte y el pensamiento de
Kandinsky”
"Mientras lo bello se refiere a la forma del objeto que consiste en su limitación, lo sublime, por el contrario, se halla en un objeto sin forma en cuanto en él es representado lo ilimitado. Lo sublime es una proyección del sujeto, incluso se podría decir, un estado del espíritu que se da cuando la forma sensible sobrepasa la capacidad de aprehensión de la imaginación.
Sin embargo, decir que lo sublime se halla en la naturaleza es algo completamente falso. La sublimidad se encuentra en el espíritu del hombre al no poder aprehender ciertos entes de la realidad sensible, "lo propiamente sublime no puede estar encerrado en forma sensible alguna, sino que se refiere tan sólo a ideas de la razón".
La infinitud la experimenta el sujeto en sí mismo que capta la potencialidad de expandir la imaginación con la ayuda de la razón, la sensación de desbordamiento hacia lo infinito tiene lugar en su interior.
Esta categoría de lo sublime se observa, sobre todo, en el espíritu romántico: exploración de los sentimientos y de la subjetividad interna, con la intención de superar los límites impuestos por la categoría de belleza y el perfil determinado del artista neoclasicista."
Caminante sobre Mar de Niebla - Caspar David Friedrich - 1818 |
“Los objetos sublimes son de grandes dimensiones, y los bellos, comparativamente pequeños; la belleza debería ser lisa y pulida; lo grande, áspero y negligente; la belleza no debería ser oscura; lo grande debería ser oscuro y opaco; la belleza debería ser ligera y delicada; lo grande debería ser sólido e incluso macizo.” Burke
"Rocas audazmente colgadas y, por decirlo así, amenazadoras, nubes de tormenta que se amontonan en el cielo y se adelantan con rayos y con truenos, volcanes en todo su poder devastador, huracanes que van dejando tras de sí desolación, el océano sin límites rugiendo de ira, una cascada profunda en un río poderoso, etc., reducen nuestra facultad de resistir a una insignificante pequeñez, comparada con su fuerza. (...) llamamos gustosos sublimes a esos objetos porque elevan las facultades del alma por encima de su término medio ordinario”.Kant
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