Por Alda Facio. Texto completo disponible en:
Reflexiones en torno al origen de la idea de que lo personal
es político.
El eslogan –o mantra– lo personal es político se acuñó en
los EEUU a finales de los 60s por el entonces naciente movimiento feminista
llamado Women´s Liberation Movement. Fue una feminista radical de Nueva York
quien escribió el primer artículo publicado sobre esta maravillosa idea/acción.
Ese primer artículo publicado cuyo título era, precisamente, “The Personal is
Political”, lo escribió Carol Hanish en 1969 y se distribuía mimeografíado de
un grupo feminista a otro. El artículo prendió fuego entre todos los grupos
feministas, y eran miles, que se estaban conformando en muchas ciudades de EEUU
en un contexto de mucho activismo.
Carol escribe este artículo para explicar por qué la
concientización no es terapia aunque pueda ayudar a las mujeres a sentirse
mejor al reconocerse como valiosas. Explica que cuando en un grupo de
autoconciencia una mujer habla de un problema individual, por ejemplo, un
conflicto con la pareja izquierdista que comparte sus valores sociales, entre
todas las integrantes del grupo lo politizan al entender que es un problema
compartido que no se debe a deficiencias individuales sino a las estructuras
patriarcales que nos llevan a la mayoría de las mujeres a escoger mal a
nuestras parejas, a perdonarles todo lo que nos humillan y torturan, a
mentirnos sobre lo que sentimos por estas torturas, y a culpabilizarnos cuando ya
no aguantamos y nos vamos. Lo politizamos porque al compartirlo nos damos
cuenta de que podemos transformar esas relaciones de poder que por tantos años
nos han hecho tanto daño y que creíamos inmutables.
Fue precisamente hablando desde la subjetividad que las
feministas de aquellos años nos dimos cuenta de que nuestros saberes
conscientes, nuestra estética, nuestras prácticas y nuestros sentimientos y
relaciones también están permeados de los valores patriarcales; de que todo lo
que sentíamos y pensábamos estaba enmarcado dentro del paradigma dominante
patriarcal. Entendimos que nuestra forma de disfrutar de la sexualidad, de la
comida, de la vida, así como nuestra relación con lo divino, con las otras
mujeres, con nuestros cuerpos, etc., también estaba definida por los parámetros
del patriarcado.
Hablando desde nosotras sobre cualquier tema, tomamos
consciencia de que a pesar de ser diversas todas teníamos experiencias de
invisibilización, de discriminación, exclusión y opresión, en mayor o menor
grado dependiendo de la clase, etnia u otra condición que nos identificara, y
que esto solo se podía explicar gracias a la existencia de un sistema que nos
mantenía oprimidas a todas las mujeres a pesar de nuestras enormes diferencias.
Fue así como nos dimos cuenta de que una experiencia personal de discriminación
o exclusión respondía a un sistema político de opresión de todas las mujeres, y
de que ese sistema político era el patriarcado.
Los aprendizajes que nos dejan entender que lo personal
es político
Saber que lo personal es político nos ayuda a ampliar el
análisis sobre el poder a aquellos espacios en donde tradicionalmente no se
hacen este tipo de reflexiones. Por ejemplo, nos ayuda a entender que la
violencia en la pareja contra las mujeres es tan política como la tortura y
tiene la idéntica función de mantener el statu quo. Es decir, entendemos que la
violencia le sirve al patriarcado para mantenernos a todas las mujeres
subordinadas y oprimidas aunque de distinta manera. Cuando comprendemos que lo
personal es político, estamos entendiendo que las discriminaciones, exclusiones
y violencia que sufrimos las mujeres no son un problema individual que solo
concierne a las agredidas, discriminadas o excluidas, sino que la vivencia
individual de la desigualdad es parte de un sistema que deshumaniza a todas las
mujeres. Se trata, entonces, de un problema político que requiere de soluciones
políticas.
Lo personal es político nos permite entender y no juzgar a
nuestras abuelas, madres, hermanas mayores y recuperarlas reconociéndoles sus
múltiples estrategias para sobrevivir dentro de una familia patriarcal y
violenta.
Gracias a que lo personal es político luchamos por el
respeto a nuestras hermanas con opciones sexuales distintas a la nuestra, y nos
permitimos mirarnos al espejo tratando de ser coherentes, primero con nosotras
mismas y luego con nuestras parejas, renegociando, cada vez que sea preciso,
nuestro pacto amoroso.
Porque lo personal es político nos solidarizamos con cada
mujer que nos pide ayuda para que no la metan presa por abortar el feto de su
padre que la viola desde los 13 años. Pensar lo personal como político es
pensar en la forma y en el fondo de cómo vivimos nuestras relaciones (…) son
tan escasas las veces que reflexionamos sobre las relaciones que establecemos
en nuestras camas, sillones, cuartos, colchones…
Pensar lo personal como político es reconocer que un aspecto
característico del feminismo es la sororidad que existe entre nosotras, y cómo
eso nos hace más fuertes como mujeres individuales, como grupo y como
movimiento, donde mi lucha se une a la de otra mujer y otra y otra... tejiendo
una red feminista de lucha por una sociedad más justa. Que lo personal es
político es uno de los descubrimientos que más emociona porque significa darse
cuenta de que gran parte del dolor y de las experiencias difíciles que cada una
ha vivido en la intimidad, en la familia –ese espacio que es nuestro primer
referente– tiene una explicación que va más allá de lo individual, puesto que
forma parte de una historia colectiva.
Decir que lo personal es político es reconocer que
nuestras vidas individuales son los hilos de los que está hecho el mundo, la
sociedad y la vida misma. Nuestras decisiones personales cotidianas construyen
o reconstruyen visiones de mundo: lo que comemos, lo que compramos, lo que
sembramos, cómo nos transportamos y los lugares desde donde amamos o nos
relacionamos.
¿Cómo logramos que lo personal sea político.?
Para que lo personal sea político tenemos que revolucionar
nuestras cotidianidades, nuestro activismo: desaprendiendo la misoginia
patriarcal, creando alternativas feministas para todo. Reconociendo a nuestras
antecesoras, que pusieron en el debate ¡Lo personal es político! Desaprendiendo
a ser solamente “seres para otros y otras” en todos los ámbitos: personal,
amoroso, político, laboral, etc. Aprendiendo que somos un todo, integrales,
sinérgicas, específicas, transversales.... Empoderándonos y estando alerta,
comprometidas, haciendo activismo e intentando coherencia en nuestra
cotidianidad, construyendo y reconstruyendo de nuevo todas las veces que
caigamos en el ser para otros/as en el proyecto político feminista. Amando
alternativa, libremente, sin culpas, sin miedos. Siendo congruentes en la cama
con lo que pensamos, luchamos y creemos. No cayendo en imposiciones
patriarcales como los celos. Construyéndonos como el centro de nuestras vidas,
sin repetir patriarcado en el activismo, en lo público, en lo político...
Reflexionando sobre nuestro actuar feminista con nosotras mismas, con las otras
y entre nosotras. Dejando de ser mujeres fragmentadas, como el patriarcado nos
ha formado.
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