La palabra política proviene de la palabra griega polis, que hace
referencia a las ciudades estados de la antigüedad. Para los griegos eran
políticos todos los asuntos de la ciudad, los asuntos públicos, o del pueblo, y
estaba muy mal visto que un ciudadano no se ocupe de ellos, porque los
problemas de la ciudad eran de todos. A aquellos que demostraban desinterés por
lo público y solo se preocupaban por lo privado eran llamados “idiotas”.
En la Atenas del siglo VI a.C se comenzó a establecer la distinción entre dos espacios en la vida del ciudadano: el de lo particular, lo privado, lo que es propio (ἴδιον, ídion), y el de lo que es de todos, lo público, lo común (κοινόν, koinón). Es decir, el ciudadano es más o menos «idiota» (ἰδιώτης, idiótes) en la medida en que se centre en su felicidad particular, en sus asuntos privados, y se desentienda del bien común, de los asuntos públicos que a todos conciernen. Se pensaba que, por salud democrática, era tan necesario que el ciudadano poseyera y desarrollara sus destrezas e intereses personales, como que ejercitara una virtud general ciudadana que le conectara con los demás.
Según la filósofa Anah Arendt es ingenuo pensar que la política es algo inherente al hombre, porque no pertenece a su constitución “natural”, sino que surge “entre” los hombres, a partir de sus relaciones y la forma en que se organizan para convivir. Por eso dice Arendt que la política se encuentra “completamente fuera de él”. La política es una consecuencia precisamente de la pluralidad de los seres humanos, y de lo que trata es de cómo podemos “estar juntos”, en la pluralidad y en la diversidad.
Por otra parte, Arendt asegura que no basta con que los hombres convivan,
se organicen y se comuniquen para que haya política. Es un error creer que
donde hay hombres hay política, o que siempre ha habido política. Incluso
muchas veces se cita a Aristóteles diciendo que los hombres son animales
políticos, pero Arendt asegura que no todos los hombres eran políticos en la
época de Aristóteles, sino que solo los atenienses de la polis lo eran. Y ello
se debe a que eran libres. Ni los esclavos ni las mujeres ni los extranjeros
eran políticos. Solo los ciudadanos tenían libertad de hacer uso de la palabra.
La política empieza, por lo tanto, donde comienza la libertad de usar públicamente la palabra (la libertad no es el fin de la política, sino su condición de posibilidad). Y, por otro lado, la política termina donde comienza la violencia. Dónde hay violencia no hay libertad, y donde no hay libertad no hay política. SI no podemos decir públicamente lo que pensamos, si no podemos cuestionar ni criticar al Estado, ni decidir cómo organizarnos, la política es imposible. Por eso la tiranía es la peor de las formas de gobierno y la más antipolítica.
Hannah Arendt, ¿Qué es la política?
-Selección de fragmentos-
La política se basa en el hecho de la pluralidad de los hombres. (…) La política trata del estar juntos y los unos y los otros de los diversos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario