Deleuze y la lectura amorosa
(…) Hay dos maneras de leer un libro: puede considerarse como un continente que remite a un contenido, tras de lo cual es preciso buscar sus significados o incluso, si uno es más perverso o está más corrompido, partir en busca del significante. Y el libro siguiente se considerará como si contuviera al anterior o estuviera contenido en él. Se comentará, se interpretará, se pedirán explicaciones, se escribirá el libro del libro, hasta el infinito. Pero hay otra manera: considerar un libro como una máquina asignificante cuyo único problema es si funciona y cómo funciona, ¿cómo funciona para ti? Si no funciona, si no tiene ningún efecto, prueba a escoger otro libro. Esta otra lectura lo es en intensidad: algo pasa o no pasa. No hay nada que explicar, nada que interpretar, nada que comprender. Es una especie de conexión eléctrica. […] Esta manera de leer en intensidad, en relación con el Afuera, flujo contra flujo, máquina con máquina, experimentación, acontecimientos para cada cual que nada tienen que ver con un libro, que lo hacen pedazos, que lo hacen funcionar con otras cosas, con cualquier cosa… ésta es una lectura amorosa.
Cioran, ¿Para qué sirve un libro?
¿Para qué van a servir los libros? ¿Para aprender? Eso no tiene ningún interés, para eso no hay más que ir a clase. No, yo creo que un libro debe ser realmente una herida, debe trastornar la vida del lector de un modo u otro. Mi idea al escribir un libro es despertar a alguien, azotarlo.
Schopenhauer, sobre el leer y el rumiar
“Cuando leemos, otro piensa por nosotros; repetimos simplemente su proceso mental. Algo así como el alumno que está aprendiendo a escribir y con la pluma copia los caracteres que el maestro ha diseñado antes con lápiz. La lectura nos libera, sentimos un gran alivio cuando dejamos la ocupación con nuestros propios pensamientos para entregarnos a la lectura. Mientras estamos leyendo, nuestra cabeza es, en realidad, un campo de juego de pensamientos ajenos.
(…) La mente es un tablero en el que hay escritas muchas cosas, unas sobre otras. Así no se llega a rumiar, y tan sólo rumiando se asimila lo que se ha leído; del mismo modo que los alimentos nos nutren, no porque los comemos, sino porque los digerimos. Si se lee de continuo, sin pensar después en ello, las cosas leídas no echan raíces y se pierden en gran medida. El proceso de alimentación mental no es distinto del corporal: apenas se asimila la quincuagésima parte de lo que se absorbe. El resto se elimina por evaporación, respiración, etcétera.
(…) Los pensamientos depositados en el papel no son más que las huellas de un caminante sobre la arena.”
Anatole France, ¿qué es un libro?
“¿Qué es un libro? Una serie de pequeños signos negros; nada más. Corresponde al lector sacar de ellos las formas, los colores y el sentimiento, dependerá de él que su lectura sea opaca o brillante, ardiente o glacial.”
Borges, El Libro
"De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de su voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación":
"Heráclito dijo (lo he repetido demasiadas veces) que nadie se baña dos veces en el mismo río porque las aguas cambian, pero lo más terrible es que nosotros no somos menos fluidos que el río. Cada vez que leemos un libro, el libro ha cambiado, la connotación de las palabras es otra."
Mi amigo Nietzsche
-Corto-
The Reader
-Trailer-
Mis tardes con Margatitte
-Fragmento-